LA PIZARRA

Las cuatro claves del Barça-Madrid: Estrategia, magia, robo y presión, la fórmula del éxito de Flick

No hay equipo en Europa que sea tan divertido y adictivo como este Barça, que ha cambiado la cultura del universo culé

Lamine Yamal festeja con sus compañeros el triunfo sobre el Madrid en Montjuïc que le acerca al título de Liga.

Lamine Yamal festeja con sus compañeros el triunfo sobre el Madrid en Montjuïc que le acerca al título de Liga. / Jordi Cotrina

Marcos López

Marcos López

Barcelona

En un solo partido se vivió la grandeza del Barça de Flick, un equipo que es un regalo para el fútbol. En lo bueno (cuatro goles al Madrid en apenas 26 minutos) y en lo malo (concedió tres tantos a Mbappé, al que anularon un gol en fuera de juego y otro a Tchouámeni), pero no hay equipo en Europa que sea tan divertido, adictivo y, sobre todo, ha cambiado la cultura del universo culé. 

Flick también tiene librera. Y la sacó el Barça en el peor momento posible. Estaba el Madrid ganando con comodidad gracias a dos goles de Mbappé. No se había llegado ni a los 20 minutos cuando dominaba el equipo de Ancelotti. Entonces, emergió una acción a balón parado azulgrana. Un saque de esquina servido por Dani Olmo desde el flanco izquierdo enseñó el trabajo del técnico alemán. Peinó Ferran Torres en el primer palo para prolongar ese venenoso balón hacia la cabeza de Eric García, un central que jugó de lateral derecho y terminó ejerciendo de ‘nueve’ para adelantarse a Asencio. Ahí en la libreta de Flick nació otra remontada. 

Tuvo paciencia y calma el Barça en la gestación del segundo gol. Movió la pelota con tranquilidad de lado a lado el equipo de Flick. Desde la derecha hasta la izquierda. Y, de nuevo, hacia el otro lugar. Hasta que la pelota retornó al flanco diestro donde Ferran Torres detectó la figura de Lamine Yamal. Y él estaba ahí. Estaba tranquilo, ajeno al vértigo que se estaba viviendo en Montjuïc. No necesitó más que un solo toque para firmar un maravilloso gol, el del empate. El 2-2. Un zurdazo increíble porque esquivó a toda la defensa blanca, aculada en su propia área, y se burló de la plástica, pero a la vez inútil, estirada del gigantesco Courtois. La magia del adolescente es infinita. Y nadie la puede frenar.

El Madrid estaba aturdido. No había pasado ni un cuarto de hora y había visto difuminarse su renta del 0-2. Entonces, Ceballos cometió un error en la zona ancha blanca, castigado por la presión que lideró Pedri. Mucho más que un centrocampista creativo es el canario. Rebañó la pelota con autoridad y pilló al equipo de Ancelotti desorientado y perdido porque estaba desorganizado. Y ahí detectó Pedri la debilidad con tal contundencia que conectó de primeras con Raphinha, quien fusiló con firmeza a Courtois. Presión, robo y el tercero del Barça. Todo gracias al ingenuo fallo de Ceballos, superado por el ‘tsunami’ del Barça.

Presión, robo y gol. La fórmula del tercer gol sirvió también para el cuarto. Otra de las grandes señas de identidad del Barça de Flick, un equipo voraz, con un hambre interminable, que no entiende de cansancio. Ni de desgastes. Cuando el Madrid estaba lamentando ese error de Ceballos descubrió que los pies de Lucas Vázquez comenzaron a temblar en el peor momento. Y lo era porque tenía tan cerca a Raphinha que le quitó la pelota con mucha sencillez antes de iniciar una acción que completó otra increible remontada. Ferran estuvo atento -era su tercera asistencia- para que el brasileño pusiera por delante a los azulgranas.

En media hora, el Barça le ha ganado de todas maneras al Madrid con un contundente 16-7.

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