JUICIO DE RUBIALES POR EL BESO A HERMOSO
De la Fuente niega saber nada de la "encerrona" en el despacho de Rubiales y la fiscal le avisa de que "existe el falso testimonio"
El juez recuerda al ministerio público que tiene derecho a iniciar acciones legales contra los testigos que consideren que mienten con un "queréllese"

Atlas News
A menudo en los juicios el testimonio más esperado suele ser decepcionante. La declaración del seleccionador nacional, Luis de la Fuente, en el juicio por agresión sexual y coacciones que se celebra en la Audiencia Nacional por el beso que el entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, dio a la jugadora Jenni Hermoso, tras ganar el Mundial, iba camino de cumplir la máxima hasta que la teniente fiscal de la Audiencia Nacional, Marta Durántez, le dijo que "existe el falso testimonio" y el juez José Manuel Fernández-Prieto le respondió con un "queréllese, si considera que miente en juicio".
La declaración de De la Fuente había sido propuesta por la Fiscalía y las acusaciones que ejercen la propia Jenni Hermoso y la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), porque algunos testigos, como la jefa de prensa de la selección femenina durante el Mundial, Patricia Pérez, le situaron en la reunión que se celebró en el despacho de Rubiales para acordar las respuestas que ella debía dar en el informe de integridad encargado al entonces vicesecretario general y director de integridad, Miguel García Caba, con el objetivo de zanjar el asunto del beso.
Patricia Pérez, que continúa en el departamento de comunicación, pero en otro puesto, calificó de “encerrona” esa reunión durante su declaración como testigo en el juicio. Según su testimonio, asistieron varios de los testigos llamados a declarar ante el juez este martes: "Pablo García Cuervo [entonces director de Comunicación de la RFEF], Enrique Yunta [su número dos], Javier López Vallejo [coordinador del Departamento de Psicología], Chema Timón [exdirector de gabinete de Rubiales], su padre, un amigo íntimo de la infancia y Luis de la Fuente”. La testigo añadió que le costaba creer que alguno de "los presentes no se estuviesen enterando" de las presiones que recibió para que diera determinadas respuestas.
Pero De la Fuente negó la mayor: su participación en ese gabinete de crisis del 23 de agosto, nada más regresar de Sídney, y hasta haber coincidido con ella. Negó ser consciente de que se tratara lo que debía responder Pérez, porque él estuvo en un despacho contiguo y que solo fue al de Rubiales a comer unos bocadillos. La teniente fiscal de la Audiencia Nacional, Marta Durántez, trató de confrontar sus palabras con las de la responsable de comunicación y cuando el juez central de lo Penal se lo recriminó, le intentó explicar "que existe también el falso testimonio y la relevancia que tiene que los testigos digan la verdad". A lo que el magistrado se revolvió: "Señora fiscal, queréllese, si considera que miente en juicio".
El ministerio público o cualquiera de las partes puede solicitar al tribunal que deduzca testimonio en la sentencia que dictará contra el testigo que considera que ha mentido en el juicio en el momento en el que debe elevar o modificar su petición de pena provisional (con la que empezó el juicio), por lo que en caso de que Durántez acabara diciendo actuar contra De la Fuente o cualquier otro testigo deberá esperar a que concluyan todas las pruebas previstas en la vista oral.
"Empeñados en que es un mentiroso"
El juez Fernández-Prieto está decidido a intentar evitar preguntas que cree que no llevan a ningún sitio, por lo que cortó el interrogatorio de la fiscal: "Es un testigo que lleva 10 minutos diciendo que no sabe nada. Nos hemos empeñado en decir que es un mentiroso, que no lo sé". Esa práctica, encaminada a que el juicio no pierda su objeto (determinar si Rubiales cometió un delito de agresión sexual y tanto él como el exseleccionador femenino Jorge Vilda, el exdirector de Marketing Rubén Rivera y el exdirector deportivo Albert Luque, uno de coacciones), ha provocado algún que otro rifirrafe con Durántez, que incluso le llegó a decir que tenía que dejarle preguntar para tratar de acreditar este último delito, "si no quería que se tuviera que volver a repetir el juicio".
Esas interrupciones a veces parecieron provocar la confusión de los testigos. El propio De la Fuente respondió a la fiscal que "él no había venido a hablar" de su apoyo a Rubiales en la asamblea en la que este anunció que no pensaba dimitir. Y el magistrado se vio obligado a señalarle que había sido citado como testigo y los testigos "no eligen de qué van a hablar", porque vienen a decir verdad y a contestar a lo que les pregunten.
Pero, pese a la insistencia de las acusaciones, De la Fuente ni siquiera reiteró lo poco que había dicho en instrucción: poco más que supo de la preparación de una nota en el avión de vuelta a España. En el juicio ha insistido en que iba en ventanilla, alejado del presidente, y durmiendo, después de 36 horas sin hacerlo. "Hasta que no llegué a España no era consciente de la dimensión que tenía esa actuación", afirmó De la Fuente. A lo más que llegó fue a admitir que en la reunión se comentó que se estaba "liando una gorda con el beso", pero para añadir que inmediatamente pasaron a "hablar de los temas" que le concernían a él: convocatorias y listas de jugadores, asuntos que, según él, llevan muchas horas.
Pero el testigo que más se confundió con el magistrado fue el que era director de comunicación de la federación, Pablo García Cuervo, que llegó a atreverse a reprochar a la abogada de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), María José López, que sabría responder a una de las preguntas que le dirigía "si se hubiera preparado el juicio". El juez le frenó en seco: "Basta ya de estas contestaciones, responda las cuestiones con claridad, no con chulería". Previamente ya le había advertido de que "el tuteo lo dejara para la calle" y le impidió que continuara describiendo a Jenni Hermoso como una persona "manipulable" e "influenciable". Admitió que escribió, bajo la supervisión de Rubiales, el comunicado en el que ella "quitaba hierro" al beso con lo que había declarado en la Cope, pero aseguró que solo se difundió, porque ella lo autorizó.
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