Desigualdad en el deporte

El incompleto proceso de igualdad salarial en el tenis: “Es realmente frustrante”

Las mujeres están compitiendo en Roma por menos de la mitad de dinero en premios que los hombres, una brecha que no se cerrará por lo menos hasta 2025. “No entiendo por qué no se hace en este momento”, respondió la española Paula Badosa

La tenista Paula Badosa.

La tenista Paula Badosa. / EFE

Daniel Gómez Alonso

Juegan el mismo torneo durante las mismas dos semanas y en el mismo escenario, las pistas del Foro Itálico en las que año tras año se celebra Masters 1.000 de Roma. Lo hacen, además, bajo el mismo formato, con partidos al mejor de tres mangas. Y sin embargo, las mujeres compiten por menos de la mitad de dinero (3.572.618 euros) de lo que lo hacen los hombres (7.705.780 euros). Una brecha que, aunque se irá reduciendo, no se cerrará por lo menos hasta 2025.

Considerado como el deporte que más pasos ha dado en cuanto a la equiparación monetaria de los premios, el tenis ha vivido en los últimos tiempos un frenazo en ese proceso. Quitando de la ecuación a los Grand Slams, organizados de las propias federaciones nacionales al margen de ATP y WTA, y que establecieron la igualdad de premios durante la primera década del siglo XXI a pesar de que en su caso los hombres juegan los partidos al mejor de cinco parciales y las mujeres al mejor de tres, gran parte de los torneos de inferior rango mantienen cuantiosas diferencias a la hora de recompensar el trabajo de unos y de otras.

Solo tres (Indian Wells, Miami y Madrid) de los siete Masters 1.000 que se disputarán este año en el circuito femenino (Wuhan y Pekín siguen fuera de combate por la pandemia) tienen unos premios equivalentes a los masculinos. En el de Roma, por ejemplo, el ganador del torneo masculino se embolsará 1.105.265 euros, mientras que la ganadora del femenino se llevará 521.754 euros. Mismo trabajo, pero mucho peor pagado, en una proporción que no llega a la mitad y que se mantiene para el resto de rondas del cuadro final.

Compás de espera

Angelo Binaghi, director ejecutivo de la Federación Italiana de Tenis, salió al paso y anunció recientemente su compromiso de lograr la equidad salarial en 2025 "para alinearse con otros eventos importantes en el circuito", a pesar de que el formato ampliado a dos semanas que se estrena este año el torneo repercutirá en más ingresos. Por tanto, en las dos próximas ediciones del torneo las mujeres tendrán que jugar por menos dinero que sus compañeros, algo que no sentó bien entre las jugadoras.

"No sé por qué no jugamos ya por el mismo premio. No nos informan. Dicen: 'esto es lo que hay' y hay que jugar", dijo resignada al llegar a Roma la española Paula Badosa, que forma parte de la incipiente Asociación de Jugadores Profesionales de Tenis. “No veo por qué tenemos que esperar”, comentó, por su parte, la tunecina Ons Jabeur. "Es realmente frustrante. Es hora de cambiar y de que el torneo mejore", pidió la número 4 del mundo.

En los próximos meses llegarán otros Masters 1.000, como Cincinnati o Canadá, en los que las recompensas monetarios de los hombres también superaron en más del doble a los de las mujeres en 2022, a pesar de jugarse en condiciones iguales. O las finales ATP y WTA, conocidas por el público como los torneos de maestros, que se celebran a final de temporada y reúnen a las ocho mejores raquetas masculinas y femeninas.

Mientras que ellos lucharon el año pasado en Turín por repartirse un total de 13,5 millones de euros (el ganador Novak Djokovic se embolsó 4,3 millones, el premio individual más cuantioso de la historia del tenis), ellas lo hicieron en California por poco más de un tercio de esos montantes (4,5 millones en total y 1,5 para la ganadora, Caroline García).

Nada hace indicar que esta temporada esas diferencias vayan a cambiar, y la paciencia de las tenistas empieza a agotarse, siendo frecuentes los mensajes de reivindicación en cada torneo. Al llegar al Mutua Madrid Open fue la polaca Iga Swiatek, número uno del mundo, la que levantó la voz después de que en la semana anterior al torneo español hubiera ganado 104.000 euros y un Porsche por su título en el WTA 500 de Stuttgart. Al mismo tiempo, Carlos Alcaraz se embolsó casi medio millón euros por el Conde de Godó, un ATP 500, el nivel equivalente. Unas diferencias habituales en torneos de esta categoría, la tercera en importancia tras los Grand Slams y los Masters 1.000.

La WTA, bajo la lupa

"El tenis es uno de los deportes donde mayor equilibrio hay entre hombres y mujeres, pero es evidente que todavía falta mucho trabajo por hacer en términos de prize money si comparamos eventos ATP y WTA del mismo nivel. Los Grand Slams ya están parejos, eso está bien, y ahora sería bueno si la WTA se centrara en ello, pero también sabemos que esto es un negocio y a veces incluso se mezcla lo político. Aún así, todos los tenistas hacemos el mismo trabajo", critico Swaitek, que recalcó que, bajo su punto de vista, "ver tenis femenino provoca las mismas emociones, y a veces incluso más emociones, porque somos un poco más emocionales".

La pregunta, en este caso, es si un torneo WTA tiene la capacidad de generar el mismo volumen de negocio, de aficionados en las gradas, de audiencias televisivas e interés de patrocinadores. Por el momento, la realidad es que no, aunque las protagonistas defienden que el problema no está en el espectáculo ofrecido en la pista, sino en todo lo que rodea a su trabajo.

"Hay gente que dice que el tenis masculino es más bonito y que pueden hacer más porque son física y biológicamente más fuertes. También había gente hace años que decía que la WTA no era consistente y que éramos una vergüenza, que deberíamos jugar mejor. Pero ahora yo creo que somos incluso más consistentes que los hombres", defendía Swiatek, que en los dos últimos torneos disputados se ha visto las caras en la final con la número 2 del mundo, la bielorrusa Aryna Sabalenka.

Aryna Sabalenka.

Aryna Sabalenka. / EFE

En el punto de mira de las jugadoras está la deficiente gestión que hace la WTA del producto que maneja. La carencia de proyectos de difusión, la poca implicación en la promoción del deporte y las tenistas o el funcionamiento diario de la propia organización, caótica y con grandes dificultades para encontrar inversores, son algunas de las quejas recurrentes de las tenistas, que ponen el foco hasta en detalles como la ineficiente pagina web de la organización que rige el tenis femenino.

Factores que explicarían, según las afectadas, la abismal diferencia de repercusión entre ambos circuitos, que las deja sin margen frente a unos promotores de torneos que trabajan en virtud de lo que son, empresarios que buscan maximizar beneficios sin mirar más allá. Y que dan lugar a situaciones rocambolescas como la vivida hace unos meses en Dubai, un torneo en el que a pesar de ser de categoría ATP 500 en el circuito masculino y WTA 1.000 en el femenino, los hombres se repartieron más dinero en premios que las mujeres (2.694.216 euros frente a 2.631.058).