Liga francesa

Los vecinos pobres de Messi y Mbappé

Aunque el PSG atrae todos los focos, París cuenta con otros equipos modestos, como el Paris FC o el Red Star, con gran peso de la cantera y la historia

La afición del Red Star saluda su capitán.

La afición del Red Star saluda su capitán.

Enric Bonet

París y el fútbol, una relación de amor y odio llena de paradojas. La capital francesa es una de las pocas grandes ciudades europeas con un solo club en la élite del deporte rey. El París Saint-Germain (PSG), creado en 1972, acapara todos los focos y no cuenta con ningún equipo vecino que le haga sombra, a diferencia de lo que sucede en Madrid, Barcelona, Londres, Milán o Lisboa.

Pese a este dominio del fútbol en Francia, conseguido desde 2011 gracias a los petrodólares de Qatar, París vive más bien de espaldas al PSG. El ambiente de la ciudad apenas se ve marcado por cuando el conjunto de Messi, Mbappé o Neymar disputa un encuentro. Cuesta encontrar bares llenos de fotos y bufandas, donde se respire la identidad de un club lastrado por el estigma de la artificialidad. Curiosamente, esta región metropolitana, que mantiene una relación utilitaria con su principal equipo, como si fuera una franquicia de NBA, se ha convertido en uno de los principales viveros futbolísticos en el mundo. Mbappé, Coman, Pogba, Kimpembe… Es larga la lista de cracs de la selección francesa que crecieron y se formaron en las 'banlieues' parisinas.

Este pozo de talento nutre la esperanza de aquellos otros clubs modestos de París, que sueñan con disputar algún día un derbi en la Ligue 1 contra su todopoderoso rival ciudadano. Los principales aspirantes son el París FC, fundado en 1972 a partir de la misma escisión en que surgió el PSG, y el Red Star, el conjunto centenario de la capital francesa. Ambos han construido su identidad en valores distintos a los petrodólares —sin ser ajenos a la globalización del fútbol—: la cantera y el deporte femenino, en el caso del París FC, y el romanticismo de un fútbol de izquierdas, en el Red Star.

“Reclutar a los mejores jóvenes”

“Uno de nuestros objetivos es subir a la Ligue 1 dentro de dos o tres temporadas” asegura a El Periódico, del grupo Prensa Ibérica, Yves Gergaud, responsable de los ojeadores y del reclutamiento de jóvenes futbolistas para el París FC, que ocupa actualmente la 9ª posición de la Ligue 2, el equivalente de la segunda división. Gergaud, que formó parte de la escuela de formación del PSG —allí captó talentos como Coman, Kimpembe o Ferland Mendy—, ejerce desde hace tres años una función clave en este club, del que un fondo de Bahréin posee el 20% de las acciones. Esto, sin embargo, no supuso una inyección espectacular de dinero. Y el conjunto apuesta por la cantera en lugar de los fichajes estrella para llegar a la élite.

“Queremos reclutar a los mejores jóvenes de la región. Entre el 90% y el 100% de nuestros efectivos proceden de las 'banlieues' parisinas (ciudades periféricas y con un elevado porcentaje de población de origen extranjero)”, explica Gergaud, refiriéndose a los equipos de formación del club. Él dirige un equipo de 16 ojeadores que observan los partidos en los numerosos conjuntos de barrio en busca de los futuros talentos. “En cada una de las categorías inferiores, solemos tener entre uno y tres jóvenes que juegan con la selección francesa de su generación”, destaca. Se trata de un elevado porcentaje para un equipo modesto, que en 2020 vendió al Chelsea el prometedor portero franco-marroquí Sami Tlemcani.

Además de la formación, la otra gran baza del París FC es su equipo femenino. No solo disputa la primera categoría francesa, sino que ha jugado la fase preliminar de la Liga de Campeones tras haber quedado tercero la temporada pasada. “Somos el club de Francia con un mayor número de jóvenes mujeres que juegan al fútbol”, destaca Gergaud, sobre un conjunto que disputa sus partidos en el estadio Charléty, situado en el sudeste de la capital, a unos 7 kilómetros del Parque de los Príncipes (sudoeste).

La antítesis del PSG

Justo al otro lado de la capital, en la periferia norte, se encuentra el estadio Bauer, inaugurado en 1909 y que conserva el aspecto de un campo de finales del siglo pasado. Allí disputa sus partidos el Red Star. Este equipo es, sin duda, la antítesis del PSG. El conjunto de Nasser Al-Khelaïfi podrá comprar al futbolista que se proponga, pero la historia nunca será suya. Pertenece, en realidad, al club fundado en 1897 por Jules Rimet, presidente de la FIFA e ideólogo de la Copa del Mundo. 

Pese a sus orígenes burgueses, el Red Star quedó marcado por la decisión del club de trasladarse en 1909 al estadio Baueur en Saint-Ouen, entonces una localidad del cinturón rojo e industrial de París y ahora una de sus 'banlieues' que atraen cada vez más a jóvenes hípsters. Desde entonces, es un club obrero y de izquierdas por excelencia. El equivalente parisino del Rayo Vallecano. Algunos de sus integrantes, como Rino Della Negra o Jean-Claude, fueron símbolos de la Resistencia francesa y murieron fusilados por los nazis. Un pasado utilizado —y en parte mistificado— para convertir el hecho de apoyar al club como sinónimo de militancia política.

“Estaba harto del fútbol como negocio, estaba harto del PSG. Por eso, me interesé por este club, por su historia y tradición de justicia social”, afirmaba Patrick, de 52 años y que trabaja como director jurídico, que asistió como espectador el 10 de marzo al partido que enfrentó como local el Red Star contra Le Puy Foot 43. Era un encuentro de la categoría Nacional, el equivalente galo de la primera RFEF. 

Con una sola grada, el estadio Bauer parece prácticamente un resto arqueológico de la prehistoria del fútbol. En la grada de enfrente, que ya fue derruida, uno ve, sin embargo, la realidad del presente: un montón de grúas implicadas en las obras de remodelación, aplazadas durante décadas, y a un lado un enorme bloque de viviendas con forma triangular. Este edificio recuerda a uno que se encuentra en Seine-Saint-Denis, uno de los departamentos (provincia) más pobres, pero al mismo tiempo multiculturales y jóvenes de Francia. 

“Aún recuerdo cuando jugamos aquí contra el Olympique de Marsella a finales de los setenta. Éramos 20.000 personas, estábamos apretados como sardinas”, explicaba Alain Husson, de 65 años, sobre los últimos años en la élite de un club que no pisa la Ligue 1 desde hace más de cuatro décadas. “Es un equipo que apuesta por los valores de compromiso y solidaridad”, destaca Clara Guillotin, de 28 años. Esta joven es la responsable de campañas en París de la asociación Encourage, que colabora con la entidad para patrocinar su camiseta y llevar a ver cada partido a unas diez personas sin domicilio fijo y en situación de gran pobreza .

Pese al compromiso social del club, que ofrece todo tipo de actividades culturales a sus jóvenes futbolistas, los ultras del Red Star tienen declarada la guerra a su presidente, un productor de cine. “(Patrice) Haddad dimisión”, gritaban a lo largo del encuentro. Su pecado: haber vendido las acciones del club al fondo estadounidense 777 Partners. Los tentáculos del fútbol moderno son largos. E incluso llegan a salpicar a los más puristas.

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