Muere 'O Rei' Pelé, llora el balón

Muere Pelé, llora el balón

Pelé con el trofeo Jules Rimet, la primera Copa del Mundo que ganó con Brasil en Suecia-1958.

Pelé con el trofeo Jules Rimet, la primera Copa del Mundo que ganó con Brasil en Suecia-1958.

Marcos López

Murió ‘O Rei’. Y la pelota se quedó sin monarca para siempre. Llora triste y abatido el balón porque ha fallecido Pelé. Ha muerto Edson Arantes do Nascimento (Tres Coraçoes, Minas Gerais, 23 de octubre de 1940).Tenía 82 años. Estaba ingresado desde el pasado 29 de noviembre en el Hospital Israelita Albert Einstein de Sao Paulo, como indicaba el comunicado médico, para "la realización de terapia quimioterápica del tumor de colón identificado en septiembre de 2021".

La familia de la leyenda brasileña se había citado en las últimas horas junto a su cama hospitalaria ante el avance del tumor que presagiaba la inminencia del desenlace. Su hijo Edinho, que jugó de portero en los años 90 en el Santos, publicó el día antes de Navidad una foto en Instagram que adelantaba el acontecimiento. En ella se le veía sosteniendo la mano del futbolista más importante de Brasil. "Padre... Te doy toda mi fuerza".

Figura eterna

Encarnó Pelé el fútbol del siglo pasado sin saber que era, en realidad, el fútbol del siglo que vino luego. Un fútbol que ya no existe. Un fútbol perfecto, que holló el paraíso en México-70, donde alcanzó el Mundial y el tricampeonato que lo elevó a la eternidad con Brasil. Debutó con la 'seleçao' en Suecia-1958 (tenía 17 años) y fue campeón, título que revalidó en Chile-1962, frustrado su idilio en Inglaterra-66 antes de volver a coserse en el estadio Azteca mexicano la tercera estrella de campeón en el mundo.

Pelé, con la camiseta de Brasil luciendo las tres estrellas que le acreditan como tricampeón del mundo.

Pelé, con la camiseta de Brasil luciendo las tres estrellas que le acreditan como tricampeón del mundo.

Jugador de club (estuvo en el Santos desde 1956 hasta 1974) antes de explorar el territorio estadounidense transformado, como siempre fue, en un pionero con su aventura innovadora en el Cosmos (1975-1977), epílogo a una carrera de ensueño.

No se entiende el fútbol sin la creatividad infinita de ‘O Rei’. Delantero, interior, volante, media punta… De todo era. Y todo en uno, con un juego que honró el ‘10’ que permanece para siempre en la memoria colectiva de millones de aficionados. Los que le vieron jugar y los que han escuchado hablar maravillas de su fútbol eléctrico, imaginativo, astuto, preciso y, sobre todo, avanzado a su tiempo.

Innovador y pionero

Tan avanzado que ni siquiera ahora, recién iniciada la segunda década del siglo XXI, nadie osa acercarse. ‘O Rei’ solo existe uno. No hubo ninguno antes. Ni tampoco después. Ya no queda nadie de aquel panteón de leyendas que ha ido perdiendo, poco a poco, y bajo la inexorable ley del tiempo, a todos sus integrantes.

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Primero falleció Alfredo Di Stéfano, argentino y lo más cercano que existió a Pelé. Ocurrió en julio del 2014. Después, moría Johan Cruyff, el ideólogo de la revolución holandesa que cambió la mirada sobre este deporte, incluso desde la derrota. No necesitó JC ganar para trascender y colarse en la memoria colectiva porque alteró todas las estructuras. El transgresor fallecía en marzo del 2016. Después, Diego Armando Maradona, lo más cercano a Di Stéfano. O sea, lo más cercano posible a ‘O Rei’. Hace ahora dos años. 25 de noviembre del 2020.

Innovador resultó porque no emprendió ninguna aventura europea. El Santos fue el club de su vida ya que permaneció casi dos décadas (1956-1974). Solo lo abandonó para terminar su exitosa e inigualable carrera en Estados Unidos abriendo mercados nuevos en el Cosmos de Nueva York (1975-1977) avanzado como estuvo siempre a sus tiempos.

Aquel niño que llevó Waldemar de Brito al Santos con una frase que era toda una profecía. "Este niño va a ser el mejor jugador de fútbol del mundo". Tan deprisa iba que quemaba todas las estadísticas previas debutando con su club sin tener 16 años y estrenándose poco después con la selección brasileña en el viejo y ya inexistente Maracaná. Y ante Argentina.

Empezó siendo suplente con Brasil. Apareció en la segunda mitad. Tenía 16 años, ocho meses y 17 días. Aquel 7 de julio de 1957 apareció Pelé a los ojos de su país. Y del mundo. A partir de ese momento no dejó de causar asombro, transformado con el paso de los años en el mejor jugador del siglo XX por la FIFA, galardón al que se unió el que le brindó el Comité Olímpico Internacional (COI) como "mejor deportista del siglo XX" culminando una larga lista de condecoraciones entre las que se incluye la consideración de Caballero de Honor del Imperio Británico o ciudadano del mundo por la ONU.

El pie de Pelé, inmortalizado en el Doha Stadium.

El pie de Pelé, inmortalizado en el Doha Stadium.

El asombroso niño

Porque la historia de 'O Rei' se construyó en las Copas del Mundo. Nunca hubo un jugador como él ahí. Ni antes. Ni tampoco ahora, capaz como fue de ser elogiado hasta incluso por "los no goles" como ocurrió en 1970. Pero el relato de Pelé arranca en 1958 cuando se inicia su reinado después de que su Brasil, era un niño, cayera eliminada en el Mundial de 1954 ante Hungría en los cuartos de final, prólogo de la era más gloriosa para el ‘futebol’ brasileño.

Allí en Suecia ese niño marcó seis goles en apenas cuatro partidos. Tenía solo 17 años. Y lo mejor aún estaba por venir como demostró en Chile-1962 conquistando el bicampeonato, besando la Copa Jules Rimet. No se podían ver aún los partidos por televisión, que eran grabados en cintas y se podían visualizar en Brasil al día siguiente.

Pelé, en una imagen de archivo, con la reproducción del trofeo de la Copa del Mundo de 1958.

Pelé, en una imagen de archivo, con la reproducción del trofeo de la Copa del Mundo de 1958.

La tradición oral contando lo que era Pelé tenía ahora un argumento audiovisual donde sufrieron con aquella lesión muscular del talento del Santos en el segundo partido del torneo. No había entonces cambios y tuvo que acabar lastimado. Apenas jugó dos partidos, pero la ‘seleçao’ se sobrepuso a su ausencia y ganó el segundo título consecutivo, algo que todavía hoy no ha logrado ningún otro país, superando en la final a Checoslovaquia (3-1, goles de Amarildo, Zito y Vavá).

La tortura de Inglaterra-1966

Luego, llegó el fracaso de Inglaterra-1966 donde una desastrosa preparación previa de Brasil fusionada con la persecución que sufrió Pelé, lesionado ya en el primer partido contra Bulgaria, por lo que no pudo estar luego contra Hungría. Volvió luego contra Portugal donde fue víctima de una cacería sin fin. No había tarjetas en esa época y la violencia era ingobernable.

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18f68dd4 e31b 4958 bf8f ccb9cf7aaf36 16 9 aspect ratio default 0 / NACHO DOCE/REUTERS

Joao Pedro Morais, el rudo y agresivo defensa luso, quien propinó dos patadas que sacaron a Pelé del campo. Lo sacaron a patadas. Y no es exageración. Ni mucho menos. Salió sin poder apoyar su pie, jurándose a sí mismo que no volvería a una Copa del Mundo. Promesa que eliminó cuatro años más tarde cuando alcanzó la perfección en México-70 donde su fútbol iluminó el estadio de Jalisco (Guadalajara) y el estadio Azteca (ciudad de México) donde la utopía se hizo futbolista. El arte de ‘O Rei’. Tres Mundiales resumidos en un solo jugador.

"Pelé ya era el mejor mucho antes de serlo y continúa siéndolo, mismo después de haberlo sido", escribió Armando Nogueira, el mejor cronista del fútbol brasileño, contemporáneo como fue de la inacabable y exitosa carrera de ‘O Rei’. El mismo que certificó con una frase lo que fue, era y será siempre. "Si Pelé no hubiera nacido hombre hubiera nacido pelota". 

Con su muerte, no solo llora Brasil. Llora el fútbol porque ha perdido para siempre a su monarca.