Durante cinco días Carlos Alcaraz -en compañía de sus amigos de la infancia- ha disfrutado de Tenerife. Lo ha hecho en la intimidad de Las Terrazas del Abama Resort. Totalmente alejado del bullicio y la algarabía con las que no le ha quedado más remedio que aprender a convivir desde que ha eclosionado en la élite mundial del tenis. Este privilegiado enclave de Guía de Isora ha sido el elegido por el murciano de 19 años para resetear y terminar de digerir la fama que le ha abrazado en un abrir y cerrar de ojos.

Ayer, pocas horas antes de volver a El Palmar -su pueblo natal- el número uno del tenis mundial habló de una forma distendida. «Desconectado» del estrés competitivo y tras «unas vacaciones tranquilas» en «un sitio espectacular», tal y como definió al que ha sido su entorno estos días. «Con el calendario de los tenistas, que no paramos ni un momento, siempre había querido tener unas vacaciones tranquilas, cerca de casa y con buen clima; y me habían dicho que eso aquí no fallaba», comentó sobre Tenerife.

Para Alcaraz «ha sido un placer disfrutar de esta experiencia» en la que se lo ha «pasado del diez desde el primer día». No solo por «las maravillosas instalaciones» del Abama Resort Tenerife, sino también «por el trato» recibido. Conjunción ideal para limpiar su mente y arrancar su pretemporada «entrenando al máximo nivel desde el primer día» con el objetivo de «llegar al Abierto de Australia», que se jugará a mediados de enero, en las mejores condiciones posibles. «Estoy segurísimo de que después de esta experiencia volveré el año que viene. Seguro», afirmó el mejor tenista del mundo.

Quizá esa hipotética segunda visita a Tenerife tenga un componente añadido. «Este es un buen destino, sobre todo por el clima», afirma Alcaraz, que ve ciertas similitudes con la Isla y Melbourne. «Empezamos la temporada en Australia y allí, en esa época del año, hace mucho calor y humedad. Y a la vez los europeos en noviembre y diciembre no tenemos sitios cálidos donde entrenarnos. Son dos sitios que se asemejan», apuntó.

El paréntesis llevado a cabo en Tenerife por Alcaraz ha sido posible también por la lesión muscular que le ha hecho perderse el epílogo de la temporada, en especial la ATP Finals, con las que tuvo que cruzar los dedos para acabar confirmando su número uno. «Voy poco a poco, despacio y con paciencia, pero también con ganas de entrenar normal e ir de nuevo al cien por cien», dijo el de El Palmar sobre una afección a la que «todavía le quedan unas semanas» para ser subsanada por completo.

Un impás que también debe ayudar a Carlitos a asimilar por completo lo que se le ha venido encima. Su discurso, sin embargo, da a entender que este proceso está ya totalmente superado. «Creo que ser número uno no me pesa, me lo tomo como algo normal, o al menos eso intento, que todo esto no se me suba a la cabeza», reconocía el murciano, sabedor de que todo lo que está por llegarle contará, si cabe, con mayor dificultad. Un 2023 en el que Carlos tratará de «seguir siendo un chico sencillo» y convertir sus logros en un reto de superación. «Poderle ganar a gente como Rafa [Nadal] y otros de tus ídolos, a esa gente que veía cuando era pequeño, es algo increíble. Y eso creo que es un mensaje positivo para toda la gente. Que sepan que nada es imposible», dijo a modo de enseñanza.

«Tengo claro que la próxima temporada será complicada y que me tengo que preparar mucho mentalmente. Soy el número uno e iré a los torneos como favorito, pero tengo claro a qué jugar, cuál debe ser mi estilo y que tengo que disfrutar», argumenta sobre 2023 Alcaraz, que pone especial énfasis en este último factor. «Eso es lo más importante y lo que debo hacer en todos los partidos», añadió en relación a esa sensación de diversión que quiere le siga acompañando en las pistas.

Alcanzado el número uno de forma precoz y habiendo ganado ya un Grand Slam a la misma edad, las comparaciones con el propio Nadal son casi obligadas, y más cuando la figura de Alcaraz emerge como si de un relevo natural del balear se tratara. Pero Carlos también se mantiene ajeno a estos paralelismos. «Intento no prestarle atención, sino disfrutar del tenis. Eso de las comparaciones, de quién lo ha hecho más joven o más tarde, es algo irrelevante para mí. Al final lo que cuenta es la carrera de Rafa», explica el vigente campeón del US Open, a la vez que no esconde su admiración por un referente. «Ojalá parecerme a su carrera al menos la mitad», dijo igualmente. El recorrido es infinitamente largo, pero Alcaraz ya ha dado los primeros pasos... y en la dirección correcta. 

«Si fuera Nadal ni me plantearía retirarme»

Mientras la carrera de Alcaraz (19 años) se dimensiona sin límites, la de Rafa Nadal (36 años) parece languidecer, hasta el punto de que el balear ha puesto encima de la mesa la opción de no competir -o hacerlo de forma muy selectiva- en 2023. El joven tenista murciano no piensa que la de dar un paso al costado sea la mejor opción para uno de sus ídolos. «Terminó el año como número dos, llegando a las ATP Finals, ganando dos Grand Slams,... Todavía está en un nivel muy alto y yo, si fuera él, ni me plantearía retirarme, sino que seguiría ahí», afirma Carlitos con argumentos que incluso van más allá de los números y los hechos. «Se le nota que ama el tenis y le encanta jugar, y ya él ha dicho muchas veces que mientras se sienta competitivo seguirá jugando. Para mí es un placer verlo en la pista y como amante del tenis no me gustaría que se retirara», añade en un tono más desiderativo. Como motivación añadida, su deseo de «superarle en el head to head». Y es que la serie de duelos entre ambos -maestro y sucesor- por ahora favorece al mallorquín por 2-1. «Soy un chico ambicioso, competitivo y al que no le gusta perder; y ojalá pueda empatarle o superarle», expuso en relación a dichos antecedentes.