Ganador sobrado al final frente al Celta, el Atlético de Madrid solventó su valiosa victoria con cuatro goles en cinco ocasiones; una demostración de pegada impulsada por Ángel Correa que contrapuso a los errores defensivos para sumar un triunfo muchísimo más expresivo en el marcador que sobre el terreno, en el que el conjunto celeste perdonó al principio y acabó doblegado sin discusión por cada golpe ofensivo rojiblanco, dos de ellos con la intervención decisiva de Unai Núñez en sendos rebotes (4-1).

Sin un toque en su espuela, en el minuto 49, no habría sido gol el tiro de Rodrigo de Paul, ni sin el desafortunado rechace en el 82 habría terminado en el 4-1 una desbordante jugada de Matheus Cunha, pero la historia también habría sido muy diferente si el equipo vigués hubiera aprovechado el naufragio defensivo desde el que partió el conjunto rojiblanco.

Tres días después del cambio (Correa por Joao Félix) que provocó la bronca más sonora hacia Simeone de todo el partido ante el Oporto, entonces aún con 0-0 en el marcador; entre la rotación generalizada en el once (más que revolución), porque nada incidió más en la transformación de la alineación que la descarga de minutos para hombres indiscutibles para el técnico como Koke (entró para la segunda parte), Marcos Llorente o, actualmente, Joao Félix) o entre las incesantes dudas por las que transita todo en el Atlético, resurgió el delantero argentino para ser definitivo.

Tiene algo especial el '10' rojiblanco, un futbolista que nunca desiste, que intenta el regate, el desborde, el tiro y el ataque como sea, cuando sea y de la manera que sea, por momentos con un giro, una determinación y un talento que desequilibra el encuentro en un instante, sin que el rival ni siquiera intuya todo lo que se le viene encima de repente, sin que su propio equipo está en un nivel deseable, sin que, incluso, domine al Celta en el terreno.

Porque la puesta en escena del Atlético fue impropia de un equipo de su altura, de las cotas tan grandes que ha alcanzado a lo largo de esta década dirigido por Diego Simeone, desesperado en la banda, grito a grito hacia sus jugadores para enmendar cada desajuste, cada imprecisión, cada pase al contrario de sus futbolistas, con el que entró en el duelo, con el que brindó al Celta la oportunidad de haber puesto en ebullición el Metropolitano.

Los 52.247 espectadores del estadio rojiblanco descubrieron al principio que hay portero en el Atlético más allá de Jan Oblak, fuera del partido por la contusión severa que sufrió hace una semana contra la Real Sociedad, por la que forzó el miércoles ante el Oporto y por la que fue baja este sábado ante el Celta. En su presentación ante la afición (dos años después de su llegada al club, éste fue su primer choque en el Metropolitano), Grbic demostró claroscuros. Salvador al principio, sin trabajo en el desarrollo, y con el borrón del 3-1 final.

Antes, el despropósito inicial de Mario Hermoso, este sábado capitán del Atlético (no estaban sobre el campo ni Koke ni Oblak ni Savic ni Giménez, estos tres últimos de baja por lesión, pero sí jugadores de más antigüedad que él en la plantilla, Correa y Lemar), lo arregló el guardameta croata, agigantado para contener el remate de Larsen en el uno a uno al que se enfrentaron en el minuto 2. El caos lo provocó simplemente un pelotazo en largo.

Así apareció en el encuentro el conjunto rojiblanco, en una zozobra expresiva que perdonó el Celta: aparte de la citada opción del atacante noruego, estrenado como titular, de buenos movimientos, actividad y fútbol -y mucho menos concluyente en el remate-, hubo un cabezazo de Hugo Mallo instantes después que le salió al centro, al cuerpo de Grbic, y la sensación que recorría todo el campo de que el partido era visitante, sin ninguna discusión.

Pero el Atlético, aún en ese precipicio, dispone de una cantidad relevante de futbolistas, incluso en las rotaciones de este sábado (seis novedades respecto al 2-1 al Oporto), que son capaces de encontrar un gol en la nada, cuando Lemar cambió el juego, cuando al otro lado, de pronto, Nahuel Molina la recibió y la tocó de primeras, al igual que hizo De Paul unos metros más adelante y al igual que hizo Correa dentro del área para conectar un derechazo indetectable para Marchesin. En cuatro pases desbordó al Celta, los tres últimos de primeras, los tres de tres internacionales argentinos y los tres por la banda derecha.

Aún debió sobrevivir el Atlético a otro error de Hermoso, esta vez en la salida de balón hacia Kondogbia, recuperada por el Celta. Entonces ya no fue Grbic, sino el palo el que negó el gol al conjunto celeste y a Iago Aspas, cuyo derechazo fue estupendo, salvo por unos milímetros. El atacante gallego se fue del Metropolitano sin ningún gol, por primera vez en este curso de Liga, en el que había marcado en cada una de las cuatro jornadas previas.

Porque el Celta, instante a instante, fue desapareciendo de las estadísticas de las ocasiones, sin claridad en los últimos metros, diluido con el paso de los minutos, también desprovisto de la materia prima imprescindible que había aportado cada fallo defensivo del Atlético, que ya no cometió tantos ni tan visibles como antes, de nuevo con Axel Witsel como una garantía incuestionable, y que se encontró en el segundo tiempo, de pronto, con el 2-0.

No parecía nada del otro mundo el tiro con el interior del pie derecho que propuso De Paul, pero la colaboración de Unai Núñez, que sacó la espuela para repeler el lanzamiento, lo transformó en el gol que necesitaba el Atlético para sentirse más seguro en un deporte en el que las certezas son tan volátiles. Lo celebró con rabia Simeone, que estalló con el tanto, consciente de la importancia de ganar, ganar y ganar, por encima de cualquier otra cosa, en tiempos como el actual, en el que la presión y la exigencia son una rutina diaria.

Deshecho mucho tiempo antes el Celta, que también se dejó una racha de dos triunfos consecutivos en el Metropolitano, aún marcó el tercero el Atlético. En el minuto 66. Ya desde unos segundos antes, en el inicio del recorrido hacia la portería contraria, aún en su propio terreno, Simeone celebró la apertura a la izquierda de Kondogbia en el contragolpe como si hubiera sido un gol, que después lo fue tras el regate y el chut de Yannick Carrasco.

Pero el Atlético, cuyo partido no había demostrado más virtud que la pegada en ataque, el factor más diferencial de todos en el fútbol, se creyó que el encuentro estaba terminado en todo el sentido de la afirmación, con todo lo que eso supone cuando enfrente está cualquier rival de Primera División: el Celta marcó el 3-1, señalado en el debe de Grbic, pero también de la defensa, que abrió un espacio enorme en su salida para el desmarque de Gabri Veiga, que controló y soltó un tiro cruzado que se le coló por el palo del portero. Era el minuto 72.

Ya había entrado Antoine Griezmann, en ese invariable tramo entre el 62 y el 63 en el que surge desde el banquillo para cada encuentro mientras el Atlético y el Barcelona se ponen de acuerdo, y se había sentido ganador el equipo rojiblanco, que jugó por momentos con el fuego que habría supuesto un amenazante 3-2, pero que amarró el 3-1, primero, y logró el 4-1 después, en una gran jugada de Cunha que terminó con el gol en propia puerta de Núñez. Una victoria indispensable en los tiempos actuales y las expectativas del Atlético.

Ficha técnica:


4 - Atlético de Madrid: Grbic; Molina, Hermoso, Witsel, Reinildo, Carrasco (Saúl, m. 84); De Paul (Cunha, m. 75), Kondogbia, Lemar (Koke, m. 46); Correa (Joao Félix, m. 62), Morata (Griezmann, m. 62).


1 - Celta: Marchesín; Hugo Mallo, Aidoo, Unai Núñez, Javi Galán; Tapia (Solari, m. 62); Carles Pérez (Gabri Veiga, m. 52), Beltrán, Cervi; Iago Aspas, Larsen.


Goles: 1-0, m. 8: Correa. 2-0, m. 49: De Paul. 3-0, m. 66: Carrasco. 3-1, m. 72: Gabri Veiga. 4-1, m. 82: Núñez, en propia puerta.


Árbitro: Hernández Hernández (C. Las Palmas). Amonestó a los locales Hermoso (m. 15) y Koke (m. 56) y al visitante Unai Núñez (m. 20).


Incidencias: partido correspondiente a la quinta jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio Cívitas Metropolitano ante 52.247 espectadores.