"¿Prejuicios? Sí, claro que existen todavía. Aunque es más una cuestión de desconocimiento, a mucha gente le tienes que explicar que sí, que es un deporte, aunque sea muy minoritario. Pero yo le veo el lado bueno: que el origen de la lucha de brazos sean los pulsos de bar nos beneficia, porque de entrada genera más interés. ¿Quién no ha echado un pulso alguna vez? Te ahorras explicar en qué consiste".

Quien así se pronuncia al otro lado del teléfono es Marino Morales, uno de los organizadores del 30º campeonato de España de lucha de brazos que se celebra este sábado en Las Navas del Marqués, en la provincia de Ávila. El otro organizador es Daniel Conde, quien hace 13 años se presentó en un campeonato pensando que le bastaba con ser un hombre fuerte, "pensando que era la hostia... y para nada lo era. Porque aún se piensa que la lucha de brazos es algo muy bruto, de pura fuerza, y para nada es así".

En el polideportivo municipal abulense se juntarán este sábado cerca de 200 deportistas de todas las edades, llegados de todos los puntos de España para, básicamente, echar pulsos. Competirán en 57 categorías diferentes, pues las hay con el brazo derecho y con el izquierdo, divididas por género, por edades, por peso y también para personas con discapacidad. El campeonato se retransmitirá en directo a través de Youtube.

Para entender esta historia hay que remontarse a finales de los años 80. Francisco Jové Feliu, un empresario textil de Sabadell con mucho dinero y ninguna carga familiar, se empieza a interesar por la lucha de brazos tras comprobar su popularidad en varios países extranjeros. Descubre que echar un pulso es algo más que una afición de bar o un desafío entre amigos, que es también un deporte practicado en muchos países del mundo, aunque en España casi nadie lo supiera.

Jové, ya fallecido, decidió consagrar buena parte del dinero que había ganado trabajando (y no era poco) a la expansión y difusión de este deporte. "Empezó a moverlo en Barcelona con tres chavales jóvenes que se estaban iniciando en el mundillo. En realidad, eran profesionales, porque Jové les pagaba por ello y además los tenía viviendo en su casa, como si fuera un centro de alto rendimiento. Hasta que murió, hace una década, su casa siguió siendo la sede de la asociación española", cuenta Morales.

"Todo el dinero"

La filantropía de Jové le llevó a pagar de su propio bolsillo los viajes de sus pupilos para competiciones internacionales: "Vivía por y para este deporte, se gastó en él todo el dinero que tenía y lo hizo con la mejor intención, sin más voluntad que darlo a conocer y hacerlo crecer. Yo mismo fui alguna vez a su casa a entrenar y me pagó viajes a campeonatos".

Morales, natural del madrileño barrio de Aravaca, se inició en la lucha de brazos en 1993. Dice que de niño era "el típico delgadito, fibroso, con mucha fuerza, hacía dominadas mientras mis amigos jugaban a fútbol". "Me gustaba echar pulsos y solía ganar -continúa-, así que mis amigos me buscaban contrincantes para ver si les ganaba. Y un día me enteré de que había un campeonato en Guadalajara y fui a casa de un amigo, de gorrón, a participar. Tenía 17 años, gané varios combates y me picó el gusanillo. A partir de entonces me empecé a apuntar a campeonatos y acabé siendo el delegado en Madrid de la asociación".

Aquellos campeonatos en los que participaba Marino Morales, en los años 90, se celebraban en bares y discotecas, porque entonces era el ambiente propio de la incipiente lucha de brazos. Poco a poco, los torneos se fueron desplazando a teatros, polideportivos y centros culturales, mientras surgían nuevos clubes por toda España. En la actualidad, son alrededor de 25.

Conde, por su parte, se inició en este deporte hace 13 años. Se acercó a ver un campeonato que se celebraba en Las Navas del Marqués, donde residía, y le llamó la atención. "Yo siempre he sido un tío grande, entonces pesaba unos 140 kilos (ahora pesa 108), y me quise apuntar. Le dije a Marino que quería participar, pero como tenía una pequeña lesión en el codo me recomendó que no lo hiciera, porque me iba a hacer daño. Al final quedamos en que iba a ir a su casa a entrenar y lo íbamos viendo", relata mientras conduce su camión, camino de Segovia, para cargar arena.

Al iniciarse, Conde descubrió que su fuerza no le bastaba, porque la técnica es capital en este deporte: "Descubrí partes del cuerpo que no sabían que me podían doler. Yo llevaba yendo al gimnasio desde los 15 años y nunca me habían dolido los antebrazos, por ejemplo". "Yo prefiero trabajar con una persona flojita con ganas de aprender que con alguien que tenga mucha fuerza y vaya a lo bestia. Porque esa persona irá cogiendo una técnica, unas posiciones, las irá perfeccionando, y poco a poco irá ganando fuerza en los tendones, que en nuestro deporte es más importante que la de los músculos", añade Morales, profesor del club de la localidad abulense, donde instruye tanto a niños como a adultos.

A priori se puede pensar que los bíceps o las muñecas son las partes claves del cuerpo en un pulso. Sin embargo, tanto Conde como Morales apelan a la necesidad de "estar fuerte de cintura para arriba, en general, sin puntos flacos". "Una de las claves es coger mucho 'bloque', que es como llamamos a la capacidad de mantener la posición inicial cuando arranca el combate. En cuanto te abren el brazo, pierdes tracción y fuerza, así que debes evitarlo el máximo tiempo posible. Y para eso, para que no te mueva, es muy importante esta fuerte de cintura, de hombro, de brazo, de codo...", cuenta Conde.

"Antes entrenaba muchas pesas, pero ahora con mi edad (47 años) me viene mejor calistenia o anillas, me ayuda a no lesionarme. En cualquier caso, el entrenamiento más importante es el que se hace sobre la mesa, para perfeccionar técnicas y pulir movimientos: hacer pulsos con otros compañeros, entrenar con gomas amarradas en la pared. Los chicos jóvenes tienen la suerte de que nos tienen a los veteranos. Nosotros hace años entrenábamos casi a ciegas, apenas teníamos referentes ni había Youtube para buscar vídeos", profundiza Morales.

Por descontado, nadie en España vive de la lucha de brazos, aunque sí que ocurre en otros países: "En EEUU es un deporte profesional y también en algunos países de Europa del Este, como Rusia, Ucrania, Bielorrusia, Georgia, Eslovaquia... No cobran como futbolistas, pero se preparan como cualquier deportista de élite, son verdaderos monstruos que entrenan seis horas diarias". Y existen árbitros internacionales. De hecho, este sábado habrá seis, contratados por la asociación española y procedentes de Italia, Moldavia y Noruega.

Las normas básicas son que los competidores se agarran las manos con los pulgares mientras con la otra se sujetan en el asidero lateral de la mesa. Se considera falta acciones como levantar o sacar el codo de la almohadilla, soltarse del asidero o tocar al contrincante con una parte del cuerpo distinta a la mano. Hacer dos faltas implica la pérdida del combate, que empieza cuando el árbitro dice las palabras "Ready? Go!". Y pierde el primero que toca la almohadilla de contacto con "una parte de la línea natural que va de la muñeca a las puntas de los dedos".

Mesas profesionales

Los campeonatos oficiales se celebran en mesas de 91 centímetros de largo por 66 de ancho y 102 de alto, con variaciones para algunos discapacitados y para niños. Las dos que se utilizarán este sábado en Las Navas del Marqués son propiedad del club local que regentan Morales y Conde: "Todos ponemos cinco euros al mes, de manera voluntaria, y hemos ido ahorrando poco a poco para poder comprar las mesas".

El club navero también se ha encargado de gestionar la infraestructura (el ayuntamiento local colabora con la cesión del polideportivo y otros espacios) y es la asociación nacional quien se encarga de llevar los árbitros y de asumir otros tipos de gastos. Lo hace mediante las cuotas anuales de los asociados (50 euros para los adultos) y los pagos por participar en el propio campeonato, 20 euros por brazo. "He organizado más de cien campeonatos de todo tipo, sin ganar nada, de hecho poniendo dinero, porque yo también participo. Y hay quien todavía no lo entiende: '¿Pagas 90 euros para echar pulsos?' Pues claro, es mi 'hobby', el deporte que me apasiona", resume Morales.