La tercera Copa del Betis quedó escrita con dos paréntesis de la casa. Miranda y Joaquín. El primero vio levantar al segundo la Copa de 2005 cuando era un niño. Su temple, anotando el tanto decisivo desde los once metros, concedió al eterno capitán bético el derecho de levantar otro título. Anotó el penalti decisivo de la tanda frente al Valencia. Los dos están de vuelta en casa. 

Miranda, a los 20, tras pasar por La Masía y vivir una experiencia en el Schalke 04. Joaquín, después de construir una carrera con todo lo que quiso ser, avanzada la treintena, pero sin la intención de un retiro dorado. Volver a su hábitat natural fue el motor para seguir al máximo nivel y negarse a anunciar una retirada programada, incluso después de convertirse en el jugador de la historia del Betis que más títulos ha ganado. 

El más laureado

El dorsal 17 deja atrás a Cardeñosa, Esnaola o Gordillo, entre muchos otros que no consiguieron ser campeones dos veces con la camiseta de las trece barras. Pero él no tenía muy claro. Cuestionado por esta marca personal, se produce en la rueda de prensa posterior al triunfo del Betis el arco del personaje al completo. Empezó riéndose: “No me ha dado tiempo a pensar que soy el más laureado de la historia”. Pero ya empezaba a darse cuenta de su valor: “Cuando regresé, tenía en mente esto, ganar títulos”. Tan fácil decirlo y tan difícil hacerlo: “Queda mucho por correr. Esto es…”. 

Esto es un jugador profesional que a sus 40 años empieza a llorar como un niño. Como el crío que trepó por la cantera bética y remoloneaba los viernes para ir a entrenar. El halcón que despegó sus alas en la banda del Villamarín y que aún guardó energía para, en los 20 minutos que estuvo en el campo, encender a la grada con una galopada que iba directa a la Copa. 

Impresiona ver las lágrimas de un jugador que parece tenerlo todo siempre controlado, a merced de un comentario gracioso. No lo pudo soportar y espero el abrazo de Borja Iglesias, MVP del partido, para continuar. Un paso adelante sin mirar atrás. Su vida está tan mimetizada con la del Betis que cuando le preguntan sobre su retirada, simplemente piensa que eso no es posible. "Es de las noches más felices de mi vida. Eso seguro. He dicho que voy a disfrutar del momento. Ya veremos qué hago con mi futuro".

El miedo de Corea

El extremo tiene que tener muy claro el momento de desconectarse del fútbol. Y cuesta cuando la plantilla de la que forma parte ha completado una temporada histórica, siendo el equipo europeo que ha convivido en tres competiciones (Liga, Champions y Copa) durante más tiempo. En el fútbol no se merece nada, se gana, pero cuando el destino se decide en una tanda de penaltis, algún elemento paranormal existe. 

Cuatro de los lanzamientos del Betis entraron limpios, menos el suyo… Mamardashvili logró tocarla y se disiparon los fantasmas de Corea, con aquel error del Mundial 2002. Aquella circunstancia reforzó su carácter y no evitó que fuera recibido, igualmente, como un héroe en el Puerto de Santa María. Cuando vio salir el balón, aquello sonó a música de difuntos. 

“Me recordó al penalti de Corea. He intentado ir confiado y positivo. En otras ocasiones había probado a colocar fuerte. Busqué engañar al portero y ya veis… Lo importante es que ha entrado”. Que la Copa del 2022 no hubiera llevado inscrito el nombre del Betis por culpa de un error de Joaquín hubiera sido de una crueldad histórica, por otra parte, tan propia del deporte.

Miranda, cagadísimo

Acertaron él y todos sus compañeros. En realidad, solo fallo uno, Musah, quien a sus 19 años protagonizó un momento amargo que sus compañeros intentaron cicatrizar desde el momento en el que se envolvió con su camiseta para pedir que la tierra le tragara. “Fue valiente, no le culpamos. Va a tener muchas experiencias negativas así. Tiene que aprender como cualquier otro jugador”, le exculpó Soler y el tono reparador lo mantuvo Bordalás en rueda de prensa. Miranda acertó de pleno en el decisivo, aunque reconoció estar “cagadísimo, no engaño a nadie”.

El del Valencia fue un luto bien llevado, conscientes de que estiraron el partido hasta sus últimas consecuencias en un contexto donde llegaban en las antípodas del favoritismo. ”Ellos también se merecían ganar”, defendió Joaquín, con la empatía que le da haber vestido la camiseta blanquinegra y haber levantado el título de Copa en 2008. 

Joaquín ha militado por todo tipo de causar, pero él es de “ideología bética”, como denominó a “una forma de sentir o vivir que traspasa fronteras”. Y clases: “Quería decirle a Felipe que esto iba por su abuela, que era bética”. Un diálogo de Rey a Rey y ninguno aún emérito. Por el momento, el 17 quiere que la música suene y está en la pista de baile, con su pareja de toda la vida. Ya habrá tiempo para decidir.