La distancia no existe, contó Alexia nada más caer derrotada ante el Wolfsburgo. Igual si existe esa distancia entre la perfección o la utopía. Pero lo firmado por el Barça en los 10 primeros minutos permite romper todas esas fronteras físicas porque alcanzó un nivel de fútbol celestial, irreal, firmando otro récord de asistencia mundial a un partido de fútbol con 91.648 superando los 91.553 del duelo con el Madrid.

Nunca visto antes en el fútbol femenino. Nunca visto tampoco esos dos golazos iniciales. El de Aitana fue un prodigio de astucia e inteligencia, pequeña ella, colándose entre torres alemanas, sembrando el caos a un asustado rival. El de Graham Hansen fue un canto a la creatividad y belleza demostrando que el fútbol requiere de velocidad y, al mismo tiempo, de pausa. Miles de personas se congregaban felices en un Camp Nou con puro ambiente culé, batiendo registro tras registro porque no importa el rival sino que juegan ellas. Genuino y auténtico gozando de un partido maravilloso, con miles de banderas azulgranas y catalanas ondeando al cielo de una ciudad que es el hogar de un equipo irrepetible.

10 minutos perfectos

10 minutos absolutamente perfectos, trascendiendo más allá de los dos tantos iniciales, convertidas en una tormenta de juego de tal dimensión que tuvieron hasta tres ocasiones claras con regates previos de Crnogorcevic que eran un puro tratado de inteligencia. La gente, atrapada en atascos que colapsaban la soleada Barcelona previa al Sant Jordi, que instaura el retorno a la normalidad, llegaba tarde a sus asientos. Una pena porque se perdieron 10 minutos vertiginosamente fantásticos que provocaron la sensación de abandono total del Wolfsburgo.

Estaban las alemanas perdidas. Miraban alrededor y no se sentían como en su casa, tal y como ocurrió con los jugadores y aficionados del Eintracht. En el campo, además, iba el balón tan rápido que siempre llegaban tarde. A veces, un segundo. A veces, unas milésimas. Daba igual. Cuando buscaban la pelota ya no estaba. Parecía magia, pero era, en realidad, una obra bien hecha, una obra perfecta porque el Barça, con el 4-3-3 tradicional (Rolfö era la lateral zurda), fluía líquido y armónico. Pisaban más el área germánica las interiores (Aitana Bonmatí y Alexia Putellas) que no la ‘nueve’: Jenny Hermoso, generosa y altruista . Demostrando, al mismo tiempo, una gran fiereza defensiva cuando Huth, la centrocampista del Wolsburgo, se asomó con peligro a la casa de Sandra Paños. Entonces, emergió la figura de Irene Paredes que cortó el disparo en una acción con idéntico valor a un gol. Faltó, además, la parada posterior de Sandra al segundo disparo de Hut para acreditar que el Barça vive para atacar, pero defiende para vivir.

20 ataques

Y no se había llegado a los 40 minutos de partido cuando Jenni aprovechando la veloz cabalgada y asistencia genial de Marta Torrejón y Alexia Putellas, entrando, otra vez, por el carril central apabullando al Wolfsburgo, quien si hubiera podido se habría vuelto inmediatamente a la Baja Sajonia. ¿La segunda parte? ¡Para qué! Pues entonces no estuvieron tan lúcidas en el remate y en el único despiste encajaron el tanto alemán, previa larga revisión a través del VAR. Las estadísticas de la perfección estallaban. 45 minutos de partido, 20 ataques azulgranas, 16 tiros, 11 a puerta, cuatro goles. Cuatro a las dobles campeonas de Europa (las alemanas ganaron el título en el 2013 y 2014), a las que, no debe olvidarse este dato, habían sido incapaces de marcar un tanto en los tres partidos anteriores. Pues, en apenas 38 minutos se llevaron cuatro transformadas ellas en el símbolo del club.

Tarde inolvidable

Un equipo que juega sin despegarse de su filosofía, evolucionándola al máximo hasta dejar a sus enemigas como meras invitadas a la función festiva que se montan en cada partido, además de inyectar un grado de conexión con el Camp Nou, que es suyo y lo sienten suyo. Emociona verlas jugar, piensan niñas, niños, adolescentes, 'millennials', adultos, ancianas y ancianos, porque su nivel técnico es asombroso y su alma competitiva es infinita. Allí donde estuviera Xavi viendo el partido debió sentir envidia con miles y miles de culés haciendo la ola de forma espontánea para festejar una tarde inolvidable en la que Schult, la portera alemana, rubricó un partidazo. Sin ella, habrían sido ocho o nueve goles, frustrando a Oshoala. Tres ocasiones tuvo la azulgrana, tres topó con el cuerpo de Schult. Envidia sana debía sentir porque el Camp Nou contenía todo lo que él había pedido para eliminar al Eintracht y envidia también porque la esencia del Santo Grial culé la poseen ellas. Ellas son el Barça.

Barça: Sandra Paños (6), Torrejón (8), Paredes (7), Mapi León (8), Rolfö (7), Guijarro (7), Aitana Bonmatí (8), Alexia Putellas (9), Graham Hansen (8), Hermoso (7), Crnogorcvenic (7).

Entrenador: Jonatan Giráldez (9)

Cambios: Oshoala (6) por Jenni Hermoso (m. 73); Claudia Pina (7) por Crnogorcvenic (m. 73); Mariona (s.c.) por Aitana (m. 79); Engen (s.c) por Alexia Putellas (m. 89); Leila (s.c.) por Graham Hansen (m. 89).

Wolfsburgo: Schult (7), Wedemeyer (4), Hendrich (4), Janssen (4), Rauch (3), Latein (4), Roord (5), S. Jonsdottir (4), Huth (5), Popp (4), Wassmuth (5).

Entrenador: Tommy Stroot (4)

Cambios: Pajor (5) por Popp (m. 60); Blomqvist (s.c.) por Roord (m. 76); Knaak (s.c) por Jonsdottir (m. 90 +2); Starke (s.c.) por Blomqvist (m.90+2)

Goles: 1-0, Aitana Bonmatí (m. 3); 2-0, Graham Hansen (m. 10); 3-0, Jenni Hermoso (m. 33); 4-0, Alexia Putellas (m. 38); 4-1, Rauch (m. 73); 5-1, Alexia Putellas (m. 85, de penalti)

Árbitra: Sandra Bastos (6), portuguesa.

Tarjetas amarillas: Pajor (m. 64)

Estadio: Camp Nou

Espectadores: 91.648