Wout van Aert crece cada día sin que se vea dónde está su barrera siempre y cuando las altas cumbres no entorpezcan su pedaleo. Es un ciclista que sabe triunfar en una contrarreloj, como ha sucedido este miércoles en la París-Niza y como ya hizo en la etapa de la especialidad en el pasado Tour. Es un corredor que, más allá de los duelos con su irreconciliable Mathieu van der Poel, conquista el universo ciclista allí donde se lo propone. Su última gesta, una victoria ante Primoz Roglic, en lo que ha supuesto un doblete contra el 'crono' en la 'carrera del sol' y con Christophe Laporte instalado en la tercera plaza de la general.

Ahora la ruta francesa se introduce ya en un territorio más complicado y que debería beneficiar mucho más a Roglic que a Van Aert. De hecho, al conjunto del Jumbo tanto le da quién gane pero sintiéndose orgulloso de Van Aert, astro en el barro del ciclocrós, capaz de ganar cualquier clásica tenga el trazado que tenga y el único que ha demostrado en un Tour, fuera de un jersey amarillo, que puede imponerse en la montaña, en la contrarreloj y en el esprint final de los Campos Elíseos para salvaguardar la leyenda de su compatriota Eddy Merckx ante la amenaza de Mark Cavendish de quitarle el récord de victorias en la ronda francesa.

En una 'crono' de 13 kilómetros. donde destacaba la dureza de los últimos 700 metros, Roglic buscó la victoria con una potencia descomunal en los últimos metros después de una salida algo discreta. Acabó segundo porque Van Aert exhibió toda su clase para anotarse el triunfo y anunciar luego que se ponía al servicio de su líder esloveno en lo que queda de París-Niza. Ellos dos mantienen una cómoda ventaja sobre el resto de rivales, todos a más de un minuto salvo Simon Yates, a 49 segundos, después de cubrir una magnífica contrarreloj. Van Aert hasta ahora no se ha movido del podio de cada etapa: tercero, segundo, tercero y primero. Sencillamente sensacional.