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La resurección del campeón

¿De qué fuente de la juventud bebe Nadal?

El camino del tenista para ganar su 21º Grand Slam ha llegado tras un calvario por su lesión crónica en el escafoides y el trabajo a nivel mental, físico y técnico para superar la situación | Ni un gramo más del necesario para preservar su pie y conseguir más explosividad, resistencia y potencia", explica Francis Roig, uno de sus entrenadores

Rafa Nadal. EFE

¿Cómo explicar que apenas hace tres meses Rafa Nadal caminaba con muletas y se planteaba dejar de jugar al tenis, a verle morder la copa, ganar su 21 Grand Slam, en Australia, sobre la pista más inasequible para el tenista balear?

¿Cómo explicar esa nueva resurrección, camino de los 36 años, cuando se marchó a Melbourne, “sin estar preparado”, más por ganas de sentirse tenista y competir, que por convicción de que pudiera conseguir “la victoria más inesperada de mi vida”, según admitía el mismo?

“No deja de impresionarme cada día, pero él también se sorprende de lo que hace”

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En qué fuente de la juventud bebe Nadal, hay que preguntarse. Ni su entorno es capaz de explicarlo. “No deja de impresionarme cada día, pero él también se sorprende de lo que hace”, decía Carlos Moyà

“El factor determinante está en la cabeza, no en el físico”, destaca Toni Nadal, para explicar el triunfo de su sobrino. “Rafael está acostumbrado a no quejarse desde pequeño, a no rendirse nunca y a trabajar cada día”. 

"Sorprendido y alucinado"

Muy lejos de Melbourne, pero pendiente al minuto de todo lo que ha vivido Nadal, su también entrenador, Francis Roig, se mostraba “sorprendido y alucinado. Llegaba con muy pocas opciones, sin rodaje. Apenas hace unos meses, muchos días no podía ni entrenar por el dolor”, recuerda el técnico.

La parte mental es el motor que mueve a Nadal pero para conseguirlo el tenista ha machacado intensamente su cuerpo en la sala de máquinas junto a Moyà, Roig, su fisio de toda la vida Rafa Maymó y el recién incorporado Marc López, campeón olímpico de dobles con el tenista balear en Rio de Janeiro.

“Solo hay que ver los vídeos de cuando empezó en el circuito, con 15 años, para ver el cambio. Rafa es otro jugador. No tiene nada que ver”, destaca Roig.

Y esa evolución que ha llevado Nadal, con un espíritu de mejora, de trabajo constante, único, que nunca ha parado, ni cuando las lesiones le han obligado a estar en el dique seco durante 42 meses de su carrera profesional, ha sido fundamental para conseguir todos sus éxitos y esa milagrosa resurrección en Australia.

Maldito escafoides

A Nadal le detectaron el Síndrome de Müller Weiss con 19 años. Una enfermedad degenerativa que le provoca el dolor crónico en el escafoides que le ha repercutido en sus lesiones en las rodillas, especialmente. Le dijeron que no podría jugar al tenis pero no se rindió. Buscó soluciones con unas plantillas especiales para sus pies, después inyecciones de células de crecimiento para recuperar sus rodillas maltrechas por culpa de cambiar las posiciones de apoyo, hasta que en 2021, el maldito escafoides volvió a amargarle la vida.

Llegué a estar muy cojo, tres meses antes pensaba en la retirada"

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Nadal se sometió a una pequeña intervención quirúrgica para mejorar una lesión crónica, que le acompañará toda su vida. “Intentamos que no doliera tanto”, explicaba el tenista. Pero el proceso no fue nada fácil. “Llegué a estar muy cojo y pensaba que no volvería a jugar al tenis. Me planteaba la retirada hace tres meses”, explicaba.

Cuando el dolor se lo permitió y sintió que podía jugar quiso probarse en Abu Dhabi. “Si me rompo, me rompo”, le dijo a su equipo. La prueba fue bien. No ganó partidos pero el dolor ya no le acosaba y decidió viajar a Australia. Nadal apenas hizo pretemporada, pero se había preparado para afrontar el reto, si el cuerpo se lo permitía. 

Cambios esenciales

Nadal se presentó en Melbourne con cuatro kilos de menos, “ni un gramo más de grasa de la necesaria”, dice Roig, algo fundamental para no forzar a sus pies y “tener más explosividad en la pista, resistencia y potencia”, añade. 

Técnicamente también ha trabajado en su saque, telón de Aquiles de siempre. En Australia ha sido capaz de hacer saques a más de 210 km/h y mantener una media con su primer saque de 186 Km/h. “En eso todavía tiene margen de más mejora”, dice exigente Roig.

En la evolución del juego Nadal ha trabajado en “atacar la bola antes y buscar la volea para cerrar el punto”. También ha mejorado el revés cortado, habilidad especial de Roig cuando jugaba. “Ahora ya no lo deja flotante, sabe alargarlo y bajarlo a los pies del rival, como hizo con Medvedev”.

Nadal es otro. Vuelve a sentirse tenista. La victoria en Australia le ha “llenado de energía”. Y es cierto. Después de pensar que no volvería a jugar, se siente con fuerzas para competir, para noches como la de la final de Melbourne. Adora la competición y, si tiene salud, va a seguir dando mucha guerra. 

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