En 2019, la Copa del Rey estrenó un nuevo formato, con eliminatorias a partido único hasta semifinales que se disputan en el campo del equipo de menor categoría. La RFEF quiso abonar el terreno para los modestos, que depositan sus ambiciones en las primeras rondas para ponerse en el escaparate. 

Sin embargo, un club de Primera RFEF -la nueva categoría creada por debajo de Segunda-, el Atlético Baleares, ha ido un paso más allá, clasificándose para octavos, donde se medirá este domingo a las 12.00 horas con el Valencia tras eliminar a otros dos rivales de Primera División: el Getafe (5-0) y el Celta (2-1).

Las gestas de los conjuntos de niveles inferiores se cuentan siempre como un David contra Goliat. Escuadras que juegan en el barro y que ponen una trampa en sus terrenos de juego, descritos como jaulas. Orgullo, ilusión, combate... Los términos casi siempre coinciden.

Pero si se aproxima la lupa sobre el Atlètic se encuentra un equipo con una pizarra táctica que ha sido clave en su gesta o un proyecto económico ambicioso, abanderado por el empresario hotelero alemán Ingo Volckmann, para ascender a Segunda, donde este equipo fundado en 1920 militó en cuatro ocasiones, entre los años 50 y los 60.

A esto se le suma una afición que a diferencia de lo que ocurre con otros clubes similares, no contempla doble militancia para declararse "100% balearica" (así escrito, sin tilde), en una isla donde la hegemonía es del RCD Mallorca.

La pizarra

“No hay excusas, el Atlético Baleares nos ganó bien”, sentenciaba en sala de prensa Eduardo Coudet, técnico del Celta, después de la derrota ante el Atlético Baleares en dieciseisavos.  El argentino no recurrió al clásico discurso de inculpación y reconoció los méritos del rival, que supo ponerse por delante, aguantar el empate y finalizar la machada ante un contrincante que recurrió sin éxito a su máximo estandarte, Iago Aspas. Ni así.

Las claves de esta eliminación, como la de la goleada en la ronda previa al Getafe, o de la buena marcha del equipo en Primera RFEF, están en la libreta y en la cabeza de Xavi Calm (Castellar del Vallès, Barcelona, 1981). 

Un técnico joven, que ha ido creciendo en la categoría de bronce del fútbol español, a la que hay que sumar una experiencia como segundo de Pep Clotet en el Birmingham. Apenas nueve meses, pero que han dejado una marca en su catálogo. 

“Contra el Getafe supimos aprovechar la expulsión que sufrieron y nos mantuvimos cerca de su portería en todo momento. Frente al Celta conseguimos defender bien anímicamente el resultado”, explica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, diario que pertenece a este grupo, Prensa Ibérica, el preparador del Baleares, un perfil alejado de heroicidades, convirtiendo su apellido en su forma de ser: “Soy un tipo normal y esa absoluta normalidad no me puede llevar a ser histriónico en mis ídolos. Mi principal referencia es Marcelino García Toral (técnico del Athletic), me gusta su juego y personalidad”. 

Esto también se refleja en su pizarra, donde prima el estilo directo. Explica que su planteamiento es metamórfico: desde un 4-4-2 con dos puntas fijos al sistema con tres centrales y dos carrileros -también con dupla arriba- que dispuso frente al Getafe.

Se adapta al rival y a la situación, aunque siempre preservando la verticalidad y la mordiente mientras se guardan las espaldas. “Busco un estilo que sea fácilmente reconocible por la afición”, relata el técnico baleárico, quien siempre tiene en el radar la soberanía de la grada.

Influjo británico

Esta idea se reforzó durante la temporada 2019/20, cuando vivió el fútbol al calor de los hinchas del Birmingham en la Championship (segunda). “Allí los campos están siempre llenos y cuando es día de partido, toda la jornada de la ciudad se articula alrededor de lo que sucede en el campo. Existe además el reconocimiento de los méritos. No se me olvidará cuando casi salimos a hombros después de perder 4-5 contra el Leeds”, rememora.

¿Por qué terminó la aventura británica? Por una cuestión personal, sus padres cayeron gravemente enfermos a la vez. “Ya están bien -aclara-, pero yo tenía la responsabilidad que me da ser hijo único”. Volvió para formar parte del cuerpo técnico de Jordi Roger, con el que ya había hecho un buen tándem en el Cornellà catalán, donde acabó siendo primer técnico como sucesor de su camarada. 

Cuerpo técnico del Atlético Baleares: Marc Rodríguez (entrenador de porteros), Joan Vich (secretario técnico) y Xavi Calm (entrenador)

La historia se repitió en el Baleares: en marzo del año pasado, Calm asumió las riendas y Roger pasó a ocupar la secretaría técnica. La redistribución de puestos funcionó. Ambos conservaron su independencia desde la que el equipo blanquiazul aseguró su plaza en la recién creada Primera RFEF, aunque no el ansiado ascenso al fútbol profesional.

En Inglaterra también aprendió a venerar la magia de la Copa, que ha sido beneficiosa para los balearicos en todos los sentidos: “Nos ha liberado de inseguridades y nos ha reforzado en nuestro objetivo fundamental, que es llegar lo más alto en el fútbol profesional”. Para Calm, el torneo es un complemento, lejos del desdén mostrado por otros técnicos, que la consideran un estorbo, sobre todo después de caer eliminados.

Un escaparate

Desde un primer momento, la plantilla del Atlético Baleares se ha tomado el torneo como una reivindicación personal y colectiva, negando que ser profesional sea nada más que militar en Primera y Segunda División. 

“Es un gran escaparate. Son ya tres equipos de Primera a los que nos hemos enfrentado. La dinámica de esta competición ha enseñado que un rival de Primera RFEF puede hacer daño a cualquier equipo. Soñar es fruto del trabajo”, reivindica Ignasi Vilarrasa en declaraciones a este diario. 

Este lateral izquierdo es clave en el relato de la epopeya copera. Sacó la falta que permitió al Atlético Baleares empatar la primera eliminatoria ante el Calahorra en el último instante. El remate corrió a cuenta del portero Xavi Ginart, mito balearico, y quien tiene hasta una peña con su nombre. La clasificación se decidió en los penaltis.

Vilarrasa está, como el resto de sus compañeros, haciendo los trayectos justos y necesarios para jugar en Copa ante el Valencia. La plantilla sufrió un brote de Covid-19 que conllevó la cancelación del último partido de liga. Solo 12 jugadores han completado los entrenamientos de una semana atípica, aunque el club espera recuperar efectivos para el domingo. 

Pillos contra el VAR

Sin embargo, el zaguero blanquiazul recuerda que en la goleada ante el Getafe ya se dispuso una alineación de circunstancias, con él y su compañero Ferrone, también lateral, formando en el centro de la defensa. “Ese encuentro salimos con línea de tres atrás, dos carrileros que en realidad eran extremos… Pero el grupo es tan bueno que salga quien salga, competimos como animales”, ambiciona.

La mejor muestra de que el proyecto del Atlético Baleares tiene como fin el fútbol profesional es su plantilla, donde se combinan viejos rockeros como Dioni, killer clásico de Segunda B, con sub-23 de enorme proyección como el propio Vilarrasa, quien pasó por la cantera del Real Valladolid, del Barça (compañero de Araujo, Mingueza o Riqui Puig) o el Cornellà, donde coincidió con Xavi Calm.

“Tenemos confianza ciega en el proyecto. Es una hoja de ruta real para subir a Segunda”, afirma el futbolista, asumiendo la responsabilidad del cometido. De ahí que vea positiva la introducción del VAR en esta ronda, “así nos vamos acostumbrando”, incide, más en serio que en broma. 

Aunque sabe que tanto él como sus compañeros tendrán que cambiar ciertas maniobras: “En nuestra categoría puedes hacer algunas artimañas. No debemos ir de pillos y hay que evitar cometer errores tontos en jugadas que sean susceptibles de ser revisadas”.

'Exilio' y ascenso

El avance triunfal en Copa del Rey es una recompensa para la afición balearica, acostumbrada al sufrimiento. En los últimos diez años, el Atlétic ha jugado cinco playoffs de ascenso a Segunda División con resultado negativo. 

“¡Aunque únicamente sea por estadística, este año nos tocará a nosotros! No hay un equipo que haya promocionado más y con menos éxito”, cuenta en tono tragicómico a este diario Miguel Ángel Ferrer, presidente de la Penya Balearica Es Pla, vicepresidente de la Federación de Peñas Atlético Baleares, exjugador y componente de los veteranos del club blanquiazul. Balearico hasta la médula.

La idea de esta peña surgió hace un par de años en la cola para sacar entradas de un partido que se iba a jugar en el Campo de Son Malferit, donde el club tuvo que jugar ‘exiliado’ durante seis años debido al abandono del Estadio Balear

“Esto fue una patada tremenda. Nuestro feudo estaba en manos de la sociedad Procampo, cada accionista tenía una parte del mismo. Por suerte pudimos volver en septiembre de 2019”, cuenta un aficionado que vio llorar a los aficionados en el regreso a su casa, que ya tiene proyectada una reforma cuyo coste asumirá Ingo Volckmann, presidente del Atlético Baleares. 

Ingo Volckmann, presidente del Atlético de Baleares, celebra la clasificación para Primera RFEF.

Un hincha más

Este empresario hotelero alemán asumió las riendas del proyecto en 2014 después de que la entidad salvase ‘in extremis’ la disolución. No tenía nada que ver con el ecosistema del club, pero es un amante del fútbol. Es aficionado del Hertha de Berlin e incluso ha tenido un palco en el Olímpico. Su forma de vivir el fútbol es pasional, aunque sin descuidar los números, y eso es algo que agradece la sufridora masa social blanquiazul.

“No es un mandatario vestido de traje y corbata de seda. Es un 'hooligan' de los pies a la cabeza, un balearico más que le gusta estar al lado de la grada”, le describe Miguel Ángel Ferrer, quien reproduce una conversación reciente que mantuvo la federación con él: “Nos dijo: ‘Mirad, este año solo puedo invertir ocho millones de euros, pero quiero terminar la reforma del campo, algo que no he podido hacer por el Covid, cuando tenga dinero la haré’. Es una barbaridad lo que eso significa por parte de un señor alemán empeñado en subir a Segunda”. 

Con este proyecto socioeconómico y con un buen desempeño deportivo, al aficionado del Baleares se le hincha el pecho más que nunca para repetir, una y otra vez, que “yo soy solamente del Atlètic, ¿de qué más quieres que sea?”, como insiste Ferrer, y que si hay que pedirse un rival en Copa, “que sea el Mallorca, para ‘destrozarlo’, en el verde, dentro de nuestro histórico fortín, el Estadio Balear”.