En una concesión al escenario que escogió para su despedida, el Gran Teatre del Liceu, y también a esa vena lírica que siempre cultivó como algo más que una afición, puede decirse que el telón cayó finalmente para Pau Gasol. Más de 22 años (desde enero de 1999 hasta Tokio 2020) de una carrera de ensueño han llegado a su fin para el mejor jugador español de baloncesto de la historia. Uno de los mejores deportistas. Quizás solo por detrás del intocable Rafael Nadal.

"Hoy estoy aquí para comunicaros lo que muchos podíais anticipar ya, que me voy a retirar del baloncesto profesional, es una decisión difícil después de tantísimos años. Pero es una decisión meditada, y hay que cambiar un poco de marcha y saber disfrutar", explicó Pau Gasol, visiblemente emocionado por una situación que pareció superarle por momentos. 

Pau se despidió como quería hacerlo: planificando cada paso, después de sentirse de nuevo jugador de baloncesto durante estos últimos meses, en lugar de hacer como temía en estos dos últimos años, retirado por una grave lesión en el pie izquierdo. Esa desafío puso a prueba su deseo y su fortaleza mental. Pau volvió a salir ganador de esa batalla. Esa es su última conquista. La que celebró este martes acompañado en el Liceu por su familia, sus padres, Agustí y Marisa, sus hermanos, Marc y Adrià, su mujer y su hija, amigos como Juan Carlos Navarro, Raúl Lopez, Jorge Garbajosa, actual presidente de la Federación, o el actual técnico azulgrana, Sarunas Jasikevicius, y una cincuentena de invitados, entre ellos Joan Laporta, que han sido importantes en su trayectoria.

"Una de las cosas que quería era acabar jugando y disfrutando; no con muletas. Estoy muy agradecido a los que habéis contribuido a que eso sea realidad", comentó Pau para encabezar sus agradecimientos a todas las personas que le han ayudado a llegar hasta aquí, entre los que destacó a un preparador físico de sus inicios, Pepiño Casal, y a Raúl López y su fisio Joaquin Juan, que le han ayudado en esta última etapa en su empeño..

Esa prórroga en su carrera, tras superar su lesión, le llegó con el Barça, que le abrió las puertas para volver a casa y recuperarse. De azulgrana afrontó los ‘play-offs’ de la ACB y se proclamó campeón de la Liga Endesa, la tercera en el club, y a punto estuvo de levantar uno de los pocos títulos que aún le faltaban: la Euroliga, en cuya final estuvo presente en Colonia.

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La carrera de Pau Gasol, en imágenes EFE, Reuters

Romper lo establecido

También alcanzó el último objetivo que se marcó como jugador: compitió en sus quintos Juegos Olímpicos en Tokio con la selección. Era un deseo largamente cultivado. EEUU volvió a cruzarse en su camino para cerrarle el camino en cuartos. Como en sus primeros Juegos, en Atenas. O como en las dos finales olímpicas que disputó: Pekín-2008 y Londres-2012. Guiños del destino. Una forma de recordarle la condición terrenal a alguien instalado ya en el Olimpo.

"La posibilidad de jugar otra vez en el club que empecé y ganar una Liga y también volver a competir con la familia, la de la selección, y disputar otros Juegos ha sido muy especial" admitió Pau, que tuvo palabras muy cariñosas para su hermano Marc. "Moltes gracies Marc", le espetó en catalán, para extender su agradecimiento a sus padres. "Mis padres dejaron sus carreras aparcadas, mis hermanos dejaron amigos atrás. El sacrificio de dejar todo atrás sin dudarlo y acompañarme. Nunca os podré agradecer suficiente todo lo que hicisteis", remarcó y también tuvo una referencia para dos de sus grandes amigos. "A Juan Carlos (Navarro) porque me enseñó el valor de la amistad. Y a Kobe, me hubiera gustado que estuviera aquí, pero no ha podido ser", dijo con la voz quebrada. "A veces la vida es injusta".

Su espíritu competitivo, ese afán por romper lo establecido, le impidió tirar la toalla después de Tokio, donde sí se despidió de su etapa en la selección. ”Es el momento de bajarnos de esta atracción, de dejar paso a la nueva generación que se suba, que disfrute”, dijo antes de pedir tiempo “para madurar bien la decisión de si merecía la pena seguir jugando o dar un paso al lado” ya sin necesidad de demostrar nada más. Las conquistas y los logros en seis equipos diferentes y en la selección hablan por sí mismos: dos veces campeón de la NBA, tres medallas olímpicas, tres veces campeón de Europa….La lista corta el aliento.

"Mi carrera ha sobrepasado todos mis sueños y expectativas. Por eso me he centrado en trabajar y a ver donde llego, sin ponerme limitaciones siempre he sido muy exigente, siempre creo y he creído que podía hacerlo muy bien", valoró sobre su trayectoria.

Llegados a este punto del camino, cumplidos la mayor parte de sus sueños como deportista, enfocado en otros retos como su propia familia con Catherine McDowell y su pequeña hija Elisabet Gianna, la Fundación Gasol junto a su hermano Marc, su elección en la Comisión de Atletas del COI y otros proyectos personales, la lógica de la decisión ha acabado por imponerse de forma natural. A sus 41 años, la vida empuja a Pau fuera de las canchas para seguir explorando nuevo caminos, al tiempo que lo entronizará en la memoria colectiva como lo que es: una leyenda.