Hace unos días, la histórica natación canaria recibía una triste noticia, el fallecimiento de Diego Martel Barth-Hansen, nadador que lo fue del Real Club Náutico de Tenerife, de la selección canaria y de la selección española en varías ocasiones.

Se ha ido un gran campeón y un excelente deportista que era capaz de trasladar fuera de las piscinas ese carácter alegre y jovial del que hacía gala siempre y un gran compañero, pero deportivamente hablando era un gran velocista que en aquellos momentos solo tenía los 100 libres como prueba más corta, pero estamos seguros que de haber existido la prueba de 50 metros como ocurre en la actualidad, hubiera sido sin duda alguna, un auténtico fuera de serie.

Diego era un nadador con un apellido que era todo un referente en el Real Club Náutico de Santa Cruz de Tenerife, que ya a principio de los años 60 disfrutaba de la velocidad de otro Martel, su hermano Pepe, que era el primer nadador tinerfeño que bajaba del minuto (59.5) y precisamente esa era la trayectoria que seguiría Diego, con la velocidad de las distancias cortas, destacando sobre todo por su contribución a los relevos de 4x 100 libres (todavía no existían los 4x 50).

Fue 18 veces internacional con la selección española, pero destacó por encima de todo, su presencia olímpica en Mexico’68, precisamente en ese relevo corto, junto con José Antonio Chico y, Juan Fortuny y otro canario, Juan Fermín Martínez y él mismo que se marcó unos 55”2 en la última posta del relevo que quedó en el puesto décimo y además tuvo más compañeros canarios en aquella cita olímpica como fueron Arturo Lang-Lenton y Jesús “Chuchi” Cabrera.

Y después estaban sus participaciones en otros encuentros internacionales como los Juegos del Mediterráneo de 1967 en Túnez, junto con otro tinerfeño, Jorge Rubio y de nuevo con Arturo, Chuchi y Juan Fermín, además de Maite Bringas y Nazario Padrón.

Era lo que se decía, un nadador de club, contribuyendo con sus podios, medallas y récords en pruebas cortas tanto de su club de toda la vida en campeonatos regionales y nacionales, así como formando parte de la selección canaria, en la época en que los campeonatos eran por selecciones regionales y en la selección nacional, pero sobre todo era una gran persona, que dejó huella en los que tuvimos el gusto de conocerlo y compartir con él momentos inolvidables.

Así también lo recuerdan sus compañeros, con un cariño difícil de explicar, pero él era así y así lo recuerdan también los que compartieron con él su etapa en la Residencia Blume de Madrid y en la de Barcelona, donde entrenaba en aquellos años, becado por la Real Federación Española.

Y seguro que también dejó su huella en el desarrollo de su vida profesional como médico neurocirujano en Las Palmas de Gran Canaria, donde trabajó algunos años como después lo hizo en Santa Cruz de Tenerife, donde ejerció en esta última etapa de su vida.