“¡Vamos Bruno!” Le gritaban durante el calentamiento desde la grada algunos de los escasos presentes -atletas y sus propios familiares- en el Estadio Antonio Domínguez. También en la calle varios curiosos sorteaban las mallas que impiden la visibilidad desde el exterior para poder así presenciar una carrera casi clandestina. Testigos de excepción de la reaparición, en un mediodía caluroso, del mejor velocista español de todos los tiempos. Y es que Bruno Hortelano aprovechó la concentración que lleva a cabo estos días en Tenerife para volver a vivir las sensaciones de competir. Su marca, 21.25, discreta para sus aspiraciones de estar en Tokio, pero a la vez lógica y sin valor a tenor de la época del año y de su tiempo de inactividad.

El regreso competitivo al tartán de Hortelano tuvo lugar con motivo de un control de marcas de la Federación Canaria, llevado a cabo en la pista del Estadio Antonio Domínguez de Los Cristianos. El mismo escenario elegido por el velocista en estas dos últimas semanas. Bruno tomó parte en la primera de las tres series programadas. Lo hizo, por petición expresa, por la calle seis, la misma por la que se había entrenado, una y otra vez, en los días previos.

Bruno también pidió, en la medida de lo posible, poder hacer una serie con presencia en el resto de las calles (las otras dos fueron de cinco corredores cada una), y junto a él, en la siete, Alberto Muñoz, de la Real Sociedad. Solo las limitaciones por el covid impidieron que también se calzaran varios velocistas alemanes de nivel que se entrenan estos días en Tenerife. El propósito lo explicaba luego Hortelano. “Mi objetivo era uno muy personal e interior, quería ejecutar la carrera que tenía previsualizada en este último mes y medio, y creo que lo he hecho”, comentó al respecto.

Su tiempo, 21.25 (con viento favorable de 0,8), queda muy lejos de su mejor marca personal (20.04) y tampoco se acerca al registro mínimo que otorga billete para Tokio (20.24). Sin embargo, Bruno admite que, tras el doble hectómetro de ayer, sus “sensaciones son buenas”. Sobre todo “para estar en marzo”. “En esta época no esperamos hacer ninguna marca; hemos venido a juntar las fases de carrera, seguir entrenando aprovechándonos del buen clima, y empezar la temporada ya fuerte a partir de mayo, que es lo que solemos hacer siempre”, argumenta con sentido el atleta nacido en Australia.

Una parada, la de esta época y con Tenerife como enclave, que ya parece casi obligatoria en la planificación de Bruno. “Lo elijo por el clima y porque me encanta esta Isla, y por el cariño que me han dado aquí en estos últimos años”, comenta, recordando “su marca personal en el cuatro [400 lisos]” lograda en Tíncer, “un momento especial” para el deportista. “Desde entonces siento una cierta unión con esta tierra, y que un cachito de Canarias está conmigo. Existe un toque sentimental con un lugar que me trasmite mucha paz”, añade.

Cuestionado de nuevo por las sensaciones vividas en esos 200 metros, los primeros con crono oficial desde que se lesionara el 23 de agosto en Estocolmo, Bruno insistió en su satisfacción. Fueron más de siete meses parado, casi un mundo a simple vista, pero algo totalmente normal para Hortelano. “Ahí estuve sin trabajar bien un mes, y teniendo en cuenta que no hago nunca pista cubierta, y que al aire libre no se suele empezar hasta abril para llegar bien a finales de verano, no ha sido tanto tiempo”, explica Bruno, que parece haber dejado atrás cualquier lastre que le generaran sus problemas físicos. “He cambiado de método de entrenamiento y llevo meses sin molestias ni problemas físicos. Siempre he tenido fe y con el tiempo he ido ganando confianza. Por eso hoy [por ayer] no tenía ningún miedo a lesionarme”, revela el atleta afincado en Barcelona.

Hortelano apura sus últimas horas en Tenerife antes de “volver a Sant Cugat”. Lo hace sin ningún esquema fijo en su cabeza. Solo con la idea de “seguir trabajando y picando piedra”. “En función a cómo vayan los entrenos decidiré cuándo competir”, explica sobre una hoja de ruta que solo tiene un destino, el “estar en los Juegos Olímpicos”. Entre medias están prohibidas “las prisas”. Únicamente “disfrutar del proceso”. Como lo ha hecho estos días en Tenerife. La isla que quizá sea su trampolín para acabar catapultado en Tokio.