Froome se ha vuelto a concentrar en Tenerife. Lejos del hermetismo monacal del Ineos, y también fuera del Parador. Durante 14 días ha estado en una casa alquilada cerca de Las Cañadas. Volverá antes de afrontar el asalto al que sería su quinto Tour.

Con una espectacular foto de Masca al fondo y recordando que ayer quedaban exactamente 100 días para que, el 26 de junio desde Brest, arranque el Tour de Francia. Así se despedía de la Isla este jueves Chris Froome tras 14 días de intensos entrenamientos. Ha sido su enésima concentración en Tenerife, pero esta vez con varios ingredientes diferentes a los de sus anteriores viajes. El primero de ellos, no estar bajo el paraguas del Ineos, conjunto con el que el británico no ha faltado a su cita isleña desde 2012, incluso el pasado verano en medio de la pandemia, cuando la escuadra de Dave Brailsford fue la única que decidió venirse a Las Cañadas. Ahora, con el Israel Start-Up Nation (ISN), Froomye ha volado a las faldas del Teide “más pronto que nunca”, pero a la misma vez sorprendido “por la cantidad de ciclistas que ya han estado y están aquí”. Estos días seguramente se ha cruzado con algunos Deceuninck, con el imberbe Remco Evenepoel a la cabeza. Duelo generacional.

Se vino Froome a su “segunda casa”, como él mismo denomina a la Isla, en busca de rodaje. El que necesita para recuperar sensaciones tras la terrible caída sufrida antes de la Dauphiné de 2019. Aquella que casi le cuesta una retirada prematura pero contra la que ha luchado de manera tenaz para intentar volver, pese a estar cerca de los 36 años, a ser el que fue. Convertir la pelea por su quinto Tour en una batalla real, no dejarlo en una quimera. En estas dos semanas Froome ha ejercido de anfitrión de otros tres compañeros, Daryl Impey, Ben Hermans y Alex Cataford, para los que la Isla era desconocida. Chris los ha machacado con sesiones de varias horas, “desde el nivel del mar hasta más de 2.200 metros”, por carreteras y cuestas que él conoce mejor que nadie. “Chris ha estado concentrado aquí tantas veces que conoce cada esquina y cada camino de la Isla; es como si fuera de Tenerife”, afirma Xabi Zabalo, uno de los entrenadores de la formación israelí.

Froome, sus tres compañeros, Zabalo, y otros componentes (incluidos auxiliar, masajista y cocinera) del ISN han preferido alejarse del Parador, el centro neurálgico habitual de los ciclistas cuando viajan a Tenerife. Optaron por una casa cerca de Las Cañadas, la misma que ya eligió, por ejemplo, hace unas semanas el ejército femenino del Movistar. Allí formaron “una pequeña burbuja para poder estar más aislados” en medio de unas jornadas “bastante aburridas”, según admite el propio Chris. “Quizá no sea un lugar tan cómodo ni cálido como el hotel [Parador], pero es perfecto para crear un buen ambiente y química de equipo”, explica el líder del ISN, con el añadido de que “algunos días no hubo agua caliente”.

“Todavía me queda mucho trabajo que hacer”, admite el cuádruple ganador del Tour antes de dejar la Isla. Ahora, su siguiente reto es la Volta a Cataluña que arranca el lunes. Su intención, cuando la Grande Boucle esté más cerca –y tal y como ya ha hecho en otras ocasiones–, es volver, para otro bloque de trabajo. Otra concentración en Tenerife y más concretamente en el entorno del Teide, “un sitio hermoso, tranquilo, bueno para el alma”, y al que ha “aprendido a amar con el paso de los años”. Será, dentro de un par de meses, la prueba de algodón para saber si Froome está en condiciones de recuperar su pegada de antaño.