Tras 35 años sin apenas descanso, Luis Afonso se toma un respiro. Deja su casa, el Colegio Nuryana, un binomio que será complicado de entender por separado. Es el merecido parón de alguien que se ha ganado el respeto de todo el basket de base isleño.

¿Abandona Luis Afonso el baloncesto o solo ha sido una despedida del Colegio Nuryana?

Bueno, por una decisión propia dejo el Nuryana después de 35 años. Lo hago por agotamiento personal y después de tanto tiempo trabajando de domingo a domingo se me acabó haciendo todo muy cuesta arriba. Ha sido como el ciclista que va camino de la cima pero que se tiene que parar y cuando se vuelve a subir ya casi no puede dar pedaladas. Necesitaba dejar el colegio, pero el agradecimiento hacia el centro es infinito, desde el primer día hasta el último. La confianza que me dieron fue siempre absoluta.

Pero choca que lo deje todo de la noche al día...

Es verdad que me plantearon reducir las funciones y me dieron todo tipo de facilidades para que siguiera, pero ya tenía la decisión tomada. Creo que había cubierto una etapa y decidí que era el momento de dejarlo.

Se puede decir entonces que Luis Afonso sigue en el mercado del basket de base tinerfeño...

Sí, se podría resumir con esa frase. Mi propósito es tener una buena vida laboral hasta la jubilación.

¿Realmente le ha compensado una responsabilidad tan grande durante tanto tiempo?

Estamos hablando de un colegio de dos mil y pico alumnos y siempre con más de 20 equipos, incluso 30. Yo soy una persona muy concienzuda y no sé delegar, y eso desgasta porque la exigencia es grande y además tienes que lidiar con muchas personas. Ha habido momentos complicados en los que sí me he preguntado ¿para qué todo esto?, y más cuando sabes que la mayoría de los niños que pasan por tus manos al final lo acaban dejando porque llegar arriba es casi imposible. Sabes que ni vas a vivir del baloncesto ni te van a dar un título como si fueras un ingeniero, pero supongo que al final te lo tomas como un servicio que prestas a la gente para hacerla feliz y formarla.

A lo largo de todos estos años, ¿se ha metido Luis Afonso alguna vez en algún problema? Porque no se le recuerdan...

[Risas...] La verdad que en ninguno. Siempre tienes que lidiar con situaciones concretas, como me ocurrió por ejemplo una vez en la que me vi obligado a dividir a un equipo para tratar de generar el mejor ambiente posible, pero resulta que al final fue peor esta decisión. Y estas cosas me afectaban mucho. Pero afortunadamente en el mundo del baloncesto, con compañeros, directivos o prensa la relación siempre ha sido excelente y nunca he tenido un enfrentamiento con nadie. Creo que al final lo que marca a las personas y lo que se recordará de ellas es el camino que va siguiendo y sus actos diarios.

Se puede afirmar entonces que nadie puede hablar mal de usted...

Supongo que siempre habrá alguien que lo haga. En líneas generales creo que no he dado motivos para ello, aunque seguramente haya tomado decisiones que entristecieran o decepcionaran a alguien. Si he molestado ha sido sin intención ninguna. He tratado de estar a bien con todo el mundo y, sobre todo, he logrado, con la gente de baloncesto, no hablar de baloncesto.

¿Cómo cree que lo recordarán de esta larga etapa en el Nuryana?

Es difícil definirse a uno mismo. He tratado de ser honrado en el trabajo, sabiendo que el deporte es una enseñanza de vida. También ayudar, respetar y ser amable, porque mi padre siempre me decía que ser amable no cuesta nada y yo lo practico tratando de tener empatía... Es difícil... Sí me gustaría agradecer a los que me han mandado todos esos mensajes tan cariñosos que estoy recibiendo estos días y que me han emocionado tanto hasta el punto de que algunos no he podido ni leerlos por segunda vez.

¿Cuántos niños habrán pasado por sus manos?

Ufff... Desde hace mucho tiempo hemos tenido más de 400 niños cada año... Una locura porque estamos hablando de más de 20 equipos y hasta más de 50 niños de Primero de Primaria que ni juegan partidos. Ese es el mayor tesoro y el futuro del colegio. Siempre insistí en no perder la perspectiva de que el Nuryana es solo un colegio.

¿Y de todos esos jóvenes, se queda con alguien en especial?

No puedo. Unos tendrán más talento, pero luego hay otros que le ponen un esfuerzo y una ilusión enormes, que son los primeros en llegar y los últimos en irse, y son igual de destacados. Te quedas con esa pasión que le ponen y la manera en la que disfrutan el baloncesto. Por nombre, evidentemente, hay jugadores como Álex López o Jorge del Pino. Pero no me puedo quedar con ninguno en especial.

¿En estos 35 años ha cambiado mucho el baloncesto de formación?

Ha cambiado en el sentido de que ahora el entorno de los jugadores está demasiado pendiente de ellos; a veces falta divertirse más y disfrutar del juego. Tengo la sensación de que en ocasiones se disfruta poco porque se está pendiente de muchos factores externos. Ahora todo es inmediato y falta algo de paciencia. Siempre he dicho que los entrenadores también somos enseñantes y en este sentido muchas veces he puesto la comparación del niño que entiende a la primera un problema de matemáticas y otro que le cuesta varias clases más comprenderlo. Pues en el baloncesto es igual: unos niños tienen talento, pero otros necesitan trabajo y esfuerzo. Hay que tener esa paciencia y que el entorno lo comprenda. Un equipo es como una clase, pero expuesto hacia la grada, y se juzga al entrenador y al jugador por lo que sucede en el partido y no por el día a día. Y sin duda, hay que saber llegar al niño y motivarlo, porque no todo es conocer de baloncesto y ganar. Me niego, porque si solo hablamos de ganar esto no es deporte, es otra cosa. Y también, como entrenador, hay que saber escuchar una crítica y tener claro que no siempre se tiene la razón.

No se puede generalizar, pero ¿resulta más complicado lidiar con el entorno familiar que con el niño en sí?

A veces sí porque lo viven más que los propios niños. Una de las claves es que no están presentes en el día a día del jugador. Deberían disfrutarlo más y eso es algo que se nota en los partidos cuando están los padres en la grada. Si el niño te ve tenso, malo; tiene que verte disfrutando, sonriendo y apoyándolo. El joven que tiene talento lo hace casi siempre bien, pero uno de término medio, con esa presión que le marcan sin querer, lo acaba haciendo peor. Al final sale más dañado el niño.

¿Y no cree que lo que existe es miedo de la familia a que el hijo fracase?

En el deporte en general, si trabajas con honradez no hay fracaso nunca. Se puede perder pero no fracasar si has hecho el trabajo correcto. Es algo que lo han dicho jugadores como Michael Jordan y Ricky Rubio. Creo que los partidos se ganan en la preparación durante la semana, no el día del partido. Hace poco escuche un frase aplicable a las categorías de base y me gustó mucho que es ganas o aprendes, pero nunca pierdes.

¿Cómo se lidia con los parones provocados por la pandemia para que el niño no se desmotive y se aleje del baloncesto?

Desde marzo tratamos de hacer de todo, desde felicitaciones, cuestionarios, vídeos con habilidades, frases motivacionales, pruebas físicas... Que los niños noten que estás ahí. Pero es complicado, y más ahora porque vives en medio de la incertidumbre de no saber si vas a jugar partidos o no. Al menos nosotros, como colegio, hemos podido trabajar como actividad extraescolar. Y sí, existe ese riesgo de que al final el niño se decante por otra actividad, en especial aquellos que empiezan. Los que ya llevan tiempo seguro que están enganchados y seguirán. En el baloncesto y en cualquier otro deporte.

“Siempre tuvimos una relación genial, aunque también me llevé alguna bronca... que lógicamente me merecía”, recuerda Álex de una etapa en el colegio que luego dio paso a una conexión “mucho más madura”, y que seguramente tuvo su punto culminante con la celebración, en el verano de 2019, del campus que el jugador celebró en el Nuryana y en el que “Luis ayudó un montón”. “Además, los dos cumplimos el mismo día, por lo que el 8 de mayo siempre nos felicitamos”, añade.

Luis Afonso charla con Álex López. E. D.

López: “Para él lo primero siempre es pasárselo bien y disfrutar”

Si hay un jugador que es santo y seña del Colegio Nuryana en estos últimos años ese es Álex López, actual integrante del CB Canarias. La relación del escolta con Luis Afonso se remonta a cuando el aurinegro “tenía apenas tres años” y su hermano comenzó a jugar en el centro escolar lagunero. “Luego, con cinco o seis, ya entré en la Escuelita, y desde ahí recuerdo a Luis como el coordinador, pero también dispuesto a ayudar en los entrenamientos cuando faltaba algún técnico”, relata el canarista.

Ahora, con perspectiva, López valora lo que vivió en su centro educativo gracias al coordinador cestista. “Me sigo considerando de la cantera del Nuryana, y si he llegado hasta aquí ha sido también por la educación y los valores que me inculcó el colegio, que son los valores de Luis”, relata el jugador del Iberostar. “Para él primero hay que pasárselo bien y disfrutar, siempre en un buen ambiente. Y eso se nota aún con todos los entrenadores y jugadores. Es una línea muy marcada por Luis”, explica Álex.

Con su salida de la que ha sido su casa durante más de tres décadas, Álex le desea a Afonso “todo lo mejor en la siguiente etapa de su vida”. “Seguro que será igual de increíble que lo que ha hecho hasta ahora, que es muchísimo, tanto por el baloncesto del Nuryana, como por el de Tenerife y el de Canarias”. Es el agradecimiento de alguien que llegó a la élite. Todos los que no lo hicieron, la gran mayoría, seguro que firmarían un discurso muy similar.