Sucedió en 2001. El Tenerife, entonces en Primera División, debía enfrentarse a la UD Lanzarote en la primera eliminatoria de la Copa del Rey. A ojos de muchos, un trámite. Dos categorías de diferencia avalaban la condición de favorito de los blanquiazules. Por eso, el entrenador decidió que se viajaba incluso el mismo día. "No pasa nada. Vamos, comemos, jugamos, ganamos y volvemos", defendió 24 horas antes en rueda de prensa.

De aquel vaticinio se cumplió todo menos la victoria. En la noche del 10 de octubre de 2001 sufrió una sonrojante goleada el equipo de Pepe Mel. Maciot Dévora se coronó con un hat trick y el 5-1 dio la vuelta a España. "Es el día más triste de mi vida como entrenador", diría luego el profesional que ahora se sienta en el banquillo de Las Palmas.

En Arrecife alineó el preparador madrileño a Sergio Aragoneses; Javi Venta, Lussenhoff, David Charcos, Alexis Suárez (Bermudo, 46'); Jordi (Xisco, 37'), Jaime, Martí (Hidalgo, 50'), Slovak; Bichi Fuertes y Bruno Marioni. Reservó titulares, pero presentó un once lo suficientemente competente como para no soportar aquel bochorno.

Casi dos décadas después, los blanquiazules volverán a intentarlo. Aunque lo harán sin la prepotencia de entonces y obligados por el protocolo Covid-19 de LaLiga. A las 11:00 horas del domingo arrancará el desplazamiento desde Los Rodeos. Vuelo en avión y desplazamiento por carretera desde Gando hasta el hotel NH Imperial Playa, ubicado en la zona de Las Canteras. Será, como siempre tras el confinamiento, en dos guaguas.

Los 23 convocados dispondrán de habitaciones individuales que ocuparán inmediatamente. Dictan las normas que deben estar el menor tiempo posible en las zonas comunes. Solo las comidas (almuerzo y merienda) y la charla técnica, para la que se habilitará una sala amplia y ventilada, reunirán a los jugadores. En el comedor, mesas de ocho ocupadas por cuatro y distancias sin convivencia.

Serán unas pocas horas de descanso antes de partir hacia el estadio de Gran Canaria sobre las 19:45 horas. Los futbolistas acudirán, como en cada encuentro liguero, ya equipados. Solo se cambiarán el calzado en el recinto deportivo. Allí, como no se puede utilizar el vestuario de forma normal, dispondrán de zonas habilitadas para terminar de prepararse. Llegarán 45 minutos antes del derbi y apenas un cuarto de hora después estarán iniciando el calentamiento.

A la conclusión del partido, casi sin tiempo para reposar, se subirán a las guaguas. La pertinente ducha la llevarán a cabo en el hotel. Después de un picnic para cenar, emprenderán el trayecto hacia el aeropuerto. La previsión es que el vuelo chárter de retorno parta alrededor de la una de la madrugada. El destino, con Los Rodeos ya cerrado, será el Reina Sofía.

La aventura del derbi acabará con los jugadores llegando a sus hogares cerca de las tres de la madrugada. Casi 16 horas para ir, comer, jugar, ganar y volver. Aunque nadie cometerá la imprudencia de Mel y lo dirá, ese es el deseo del vestuario tinerfeñista.