Después de partidos como el de ayer, la botella siempre estará medio llena para quienes valoran el punto conquistado como un premio al trabajo que hizo el Tenerife sin la pelota; de la misma manera que siempre la verán medio vacía aquellos que interpreten que la diferencia que hubo a favor del Espanyol en el juego es excesiva para la distancia que debería haber entre estos dos equipos, que al fin y al cabo, aspiran a lo mismo. Sin embargo, el partido fue la expresión de dos contendientes que casi están en extremos opuestos.

El líder sometió al equipo de Fran Fernández, lo hizo pequeño, o tal vez desnudó su verdadera pequeñez. El Espanyol manejó de manera absoluta una larga hora de partido. Desde el minuto 15 de la primera mitad, hasta que faltando un cuarto de hora para el final, bajó la intensidad, especialmente en su aplicada manera de presionar cara a cara en campo contrario. El Tenerife se cargó de razones durante todo ese tiempo para limitarse a defender. No le quedó más remedio, incapaz de discutir el balón al rival en el medio campo.

Los de Fran Fernández tuvieron un arranque explosivo, que terminó pareciendo un espejismo. A los dos minutos, la frescura efervescente de Nono, que le duró un cuarto de hora, generó una superioridad por el costado izquierdo. Su centro lo remató de frente, en el medio del área y con la zurda, Aitor Sanz, pero Diego López, tan largo como es, acertó el lado por el que iba el disparo y detuvo la ocasión con una parada de mérito. No hubo ninguna más en el área visitante. Shashoua, que jugó por dentro, de segundo delantero, tratando de desajustar al rival con su regate en el balcón del área y en los costados, dejó destellos de su habilidad, pero su afán de generar desequilibrio y de conectar por dentro con Fran Sol desapareció poco a poco.

Durante este primer tramo prometedor, el partido se jugó abierto y el Tenerife tuvo la aplicación necesaria para replegar y evitar que el Espanyol tuviera espacios. Pronto, el equipo de Vicente Moreno se adueñó de la pelota y ya no necesitó correr en transición. Con Melendo, Puado y Embarba en tres cuartos de campo, por detrás de De Tomás, los volantes que llegaron de frente (Fran Mérida sobre todo) encontraron siempre apoyos para darle continuidad al dominio. La lesión, por un pelotazo en la cara, de Óscar Gil, originó la entrada de Miguelón en el lateral. Con el cambio, Vicente Moreno ganó más altura por afuera.

Monólogo 'perico'. No suele pasar en una categoría tan igualada, por eso resultó llamativo ver tan hundido en su área al Tenerife, tan desconectados del balón a Aitor Sanz y Ramón Folch, tan fuera del partido a Fran Sol y Shashoua. Los extremos, Shaq Moore y Nono, no lo fueron, más bien se aplicaron doblando por delante a los laterales, trabajando muy atrás. El repliegue blanquiazul fue intensivo y de esa manera el Tenerife negó remates claros a un rival que se prodigó en córners (llegaron a estar 0 a 9) y centros, pero que no tuvo ocasiones, salvo el disparo de Puado cogiendo un rechace en un córner, que envió muy alto. El Tenerife pareció leer sobre la marcha la situación y trató de cambiar su manera de salir, dejó de intentarlo por abajo y recurrió a probar con algún pase largo, que casi le da resultado. Cerca del 40', Shashoua cogió de volea el mal despeje de Cabrera y su disparo desde el punto de penalti rozó marco de Diego López.

Punto y seguido. La segunda mitad fue un punto y seguido. El Tenerife no pudo darle vuelta a la situación, siguió replegado, aceptando que cada jugada bien defendida era un paso hacia el empate, el mejor resultado posible en la situación de desequilibrio en que estaba el juego. Fran Mérida probó a Ortolá desde la frontal con un disparo ajustado abajo (47') y el meta resolvió con acierto varios centros divididos sobre el área pequeña. Entonces intervino Fran Fernández buscando con los cambios un desahogo para su equipo. La fórmula elegida fue meter en juego a Valentín Vada por Shashoua, el volante argentino ejerció como tal y estiró un poco al bloque con largas conducciones de balón; además se hizo notar bastante con la pelota. El siguiente cambio fue la entrada de Apeh por Fran Sol, otra vez inédito, camino ya del tramo final, en el que el Espanyol fue perdiendo pujanza en esa presión alta que le dio tanta jerarquía. Vicente Moreno, de hecho, cambió el perfil de sus jugadores en los costados y metió en juego dos futbolistas frescos, de velocidad, para enganchar, como Nico y Vargas. Con su bloque más atrás, también con un recurso más directo, los visitantes generaron a cinco minutos del final su última opción, cuando Raúl de Tomás enganchó una volea de zurda que se fue a las nubes.

Desahogo final. El Tenerife, más entero en este último tramo del encuentro, apostó por darle un poco de tiempo a Suso, que entró en lugar de Shaq Moore cuando faltaban solo tres minutos para el 90. No agotó ninguno de los otros dos cambios. El equipo de Fernández pisó entonces por fin de forma decidida el campo de ataque, produjo tres córners y terminó sus jugadas con malos tiros, pero por lo menos pudo respirar sin agobios defensivos hasta el final, dando por bueno un empate que retrata sus limitaciones y pone en valor un ejercicio defensivo que no alcanza, a estas alturas, para conformarse, aun admitiendo el empaque y la categoría de un rival que parece de otra Liga.