De nada sirve ser el campeón y haber ganado 12 títulos en Roland Garros. De poco vale sentirse preparado física y mentalmente. Nada es lo que era y Rafa Nadal se muestra preocupado por las condiciones en las que deberá afrontar la defensa de su título. El número 2 mundial, que hoy debuta ante el bielorruso Egor Gerasimov -83 del ranking- aterrizó en París el miércoles y, tras recibir el resultado negativo de la PCR por el coronavirus, que era la primera preocupación antes de empezar, el jueves ya se entrenó en la Philippe Chatrier, con el techo cubierto por la lluvia. No ocultó su decepción ante la prensa tras esa toma de contacto. "Las condiciones son más difíciles: juego lento y una pelota superpesada que es una piedra para mí", valoraba. "Pese a todo, acepto el reto con mentalidad positiva, determinación e ilusión. La situación no es ideal y no pretendo engañar a nadie. Pero si estoy aquí es porque tengo ilusión de luchar por competir al cien por cien", insistió Rafa.

El balear destacaba el frío que hace en París, con previsión de lluvia para la semana. "Unas condiciones al límite para un torneo al aire libre", y aireaba su preocupación por las nuevas bolas. "Las probé en Mallorca y me parecieron lentas. Son duras y peligrosas para una lesión", dijo.

"Es el Roland Garros más atípico y diferente que nunca haya jugado. Será como un torneo nuevo para Rafa y hay que ver cómo se adapta", destaca Francis Roig, entrenador del campeón mallorquín junto a Carlos Moyá.

La casa parece la misma que Nadal conoce desde que ganó por primera vez en el 2005. Pero las reformas que se han hecho y el momento de jugar el torneo la hacen muy diferente. La pista central, la Philippe Chatrier, de la que el manacorí conocía cada rincón al milímetro, se ha renovado para colocarle un techo retráctil que permitirá jugar si llueve. No será este el único cambio. El ambiente y la emoción de los partidos tampoco será igual, casi sin público en las gradas. Tan solo un millar de privilegiados podrán acceder a una pista con capacidad para acoger a 15.000 espectadores.

Una situación que no le gusta a Nadal, como tampoco cambiar sus costumbres en París. Este año no ha podido alojarse en el hotel Meliá Alma de los Campos Elíseos, donde siempre iba. Esta vez ha tenido que instalarse en el hotel facilitado por la organización y, como el resto de jugadores, reducir su corte de acompañantes a Moyà y Rafael Maymó, su fisioterapeuta.

Las cosas son distintas pero el objetivo es morder de nuevo la Copa de los Mosqueteros el 11 de octubre, día de la final. Ganar su decimotercer título, récord de récords, para igualar los 20 Grand Slams de Roger Federer.

Todos señalan a Djokovic como el principal obstáculo para que el español sume su 13º título. El serbio, que debuta hoy contra el sueco Mikael Ymer, también tiene sus retos en París. Busca sumar su 18º entorchado de Grand Slam para acercarse a los 19 de Nadal y los 20 de Federer. Desaprovechó una ocasión de oro en Nueva York al ser descalificado en octavos por dar un pelotazo a una jueza de línea. Novak ha igualado esta semana las 287 semanas como número 1 de Pete Sampras, y ahora está a solo 23 del récord de 310 de Federer.

Thiem, el 'tapado'

Tanto Nadal como el serbio ya tienen a su rebufo aspirantes a rebasarlos en su dominio en los grandes. El más destacado es el tenista austriaco Dominic Thiem, quien, tras conquistar su primer Grand Slam en Nueva York, se siente liberado para aspirar al máximo en Roland Garros, donde ha jugado las dos últimas finales. Rafa podría encontrárselo en semifinales. En las casas de apuestas, un buen termómetro para calibrar el grado de favoritimo, la victoria en París de Rafa Nadal se paga a 1,83 euros, mientras que por Novak Djokovic y Dominic Thiem se dan 3,75 euros.