El Tenerife encajó su segunda derrota consecutiva, la primera de la

temporada en el Heliodoro, ante un Mirandés que hace historia ganando

por primera vez en el feudo blanquiazul. La victoria visitante se empezó

a gestar en un error de entendimiento entre Sipcic y Ortolá

cuando solo se habían jugado 17 minutos. Fue una acción

absurda: tras un córner, el central serbio se agachó para dejar pasar el

balón y la pelota le golpeó en la espalda superando al portero, que

iniciaba la salida. El conjunto de Fran Fernández, que nunca encontró su

sitio en el encuentro, empató en una acción aislada, no exenta de gran

belleza. Bermejo remató en plancha a la red un centro con efecto que

puso en bandeja Shaq Moore desde la derecha (32').

Tras el descanso, el Mirandés volvió a imponer su juego combinativo,

hilvanó el fútbol desde la salida y conectó por zonas interiores con el

extinerfeñista Javi Muñoz y con el habilidoso Iván Martín. No obstante,

la acción que decantó el encuentro fue la expulsión de Álex Bermejo, que

vio la segunda cartulina en el minuto 58, por coger la pelota con las

manos en el suelo tras realizar una falta. Con más espacios, los

visitantes acomodaron su estilo y encerraron a los blanquiazules. El

Tenerife no pudo ajustar la presión y tampoco ganó duelos arriba en sus

intentos verticales por llegar al marco de Limones. Shaq Moore, con una

gran acción defensiva, evitó el segundo gol rojinegro, que acabó

llegando tras un error de bulto de Bruno Wilson, que entregó mal el

balón hacia detrás y habilitó un contraataque en superioridad, culminado

por Jirka tras un rechace del larguero a disparo de Iván Martín. Era el

minuto 75. Fran Fernández movió el banquillo, apostó por vitalizar al

equipo con Jorge y Javi Alonso, que fue expulsado por una entrada en

plancha, a cuatro minutos del final. Con nueve jugadores. La única buena

sensación, más relacionada con el espejismo, es la que produjo la doble

ocasión local, a cargo de Shaq Moore y Jacobo para incluso salvar un

punto en una tarde que deja, más allá de la derrota, una preocupación

razonada por el deterioro progresivo del equipo blanquiazul.