El Hadji Omar Brancou Badio. O sin tantos rodeos, Papi. Esos son el nombre y el apodo de un senegalés de 21 años y 1,91 metros. Hasta hace nada (mayo de 2019) casi un desconocido que militaba en el conjunto de Primera Autonómica del CB La Matanza. El domingo, como si de un cuento de hadas se tratara, debutaba en la Liga Endesa con el primer equipo del Barça. El suyo ha sido un salto meteórico para codearse, sin rubor, dentro de una plantilla de campanillas. Una irrupción tan inesperada y sorpresiva para el aficionado en general como previsible para los que han visto trabajar a Papi en el día a día. Progresión que para muchos no tiene límites, hasta el punto de que el senegalés está inscrito en el próximo Draft de la NBA.

Orellana, su descubridor. Buena parte de culpa de que Brancou Badio vista ahora de azulgrana la tiene Rob Orellana, máximo responsable de la CBA, una academia de formación que se dedica a reclutar jóvenes promesas de todo el mundo y que desde hace unos años ha instalado uno de sus cuarteles generales en La Matanza. Él descubrió a Papi en su país de origen, "cuando tenía 15 años, durante un campus en su pueblo, cerca de Dakar". "Lo vi y al principio no me pareció nada del otro mundo, pero a lo largo de sus días me di cuenta de que tenía mucho recorrido", explica el técnico, que enseguida vio que "era una mente privilegiada, pero no tanto como jugador de baloncesto, sino por su capacidad para trabajar". "Un chaval listo, en resumen", añade el entrenador, que a la vez presume de "tener ya seis jugadores" que han pasado por su centro y ahora militan en la ACB: Sima (Manresa), Sy y Kloof (Andorra), Gerun (Unicaja) y Brodziansky (Joventut). "Todos", afirma, con denominador común, "ser gente trabajadora y a la que no le importa levantarse a las cinco de la mañana para entrenar". "Papi es así, nunca tuvo un mal día de entreno en lo que a esfuerzo se refiere", añade.

Impacto inmediato. Una vez que Orellana tuvo claro que Papi podía hacerse un nombre en Europa, agilizó toda la documentación para traérselo a la CBA. Así, el jugador pudo viajar a Tenerife en diciembre de 2018. El impacto en Autonómica fue inmediato. En su debut se fue a los 22 puntos e incluso alcanzó los 36, "con siete triples seguidos", en un duelo contra el Santa Cruz. De este regalo caído del cielo se aprovechó el técnico Alexis Armas, que durante unos meses tuvo a sus órdenes a este fenomenal prospect. "Desde que se incorporó supimos que iba a llegar muy lejos", afirma tajantemente el preparador norteño, que destaca "el físico privilegiado y el gran salto que posee" Papi, así como "la capacidad de defender a cualquier base y un tiro exterior, sobre todo tras bote, que poseen muy pocos". Pero sobre todo, Armas también se queda con la ética diaria del que fuera su pupilo. "Es muy trabajador y eso le ha permitido mejorar", comenta.

Sacrificio y humildad. "El convivir en La Matanza con jugadores veteranos que le ayudaron mentalmente le vino de escándalo", argumenta Orellana sobre la preparación del jugador, cuyo siguiente paso fue fichar el pasado verano por el filial del Barça, casi a la vez que debutaba con la selección absoluta de su país. Papi iba derribando un muro tras otro gracias a un progreso atlético y técnico que combina "con una gran humildad". Cualidad que el senegalés parece mantener, tal y como dejó patente hace apenas 10 días, "cuando viajó a la Isla con el Barça para la Supercopa y pidió permiso para venirnos a visitar", revela Alexis. "Ahora es cuando debe mantener la cabeza fría, no pensar que ya lo ha logrado todo, sino seguir trabajando igual", insiste el entrenador isleño, convencido de que "no va a defraudar a Jasikevicius". Por ahora Saras parece haberse prendado de él.

Sin límites. El domingo fue solo su debut en ACB. Tarjeta de presentación oficial de poco más de siete minutos adornada con un triple en el primer balón que tocó. A Papi le queda un largo camino por delante, pero quienes lo conocen hablan de palabras mayores. El Draft de la NBA, a celebrar el 15 de octubre, será su próximo test. Quizá le llegue muy pronto, pero su entorno lo tiene claro. "Estoy seguro de que tendrá la oportunidad", afirma Armas, que incluso va más allá. "En dos años puede estar jugando allí". Suena a algo ambicioso. Incluso pretencioso. "Pero es que el chico no tiene límites", replica Alexis. Si se toma como argumento su recorrido en este último año y medio, nada parece imposible para Papi.