Triunfo de fe, de mordiente... y de un valor incalculable. El Iberostar Tenerife arrancó ayer con victoria su andadura en la Liga Endesa tras doblegar a un Casademont Zaragoza que nunca se rindió y que llevó al límite la capacidad de sacrificio de los laguneros. El cuadro isleño ofreció de entrada su mejor versión defensiva y reboteadora, se encomendó luego a la dupla Huertas-Shermadini para llegar a estar 15 arriba (35-20) y más tarde tiró de Fitipaldo cuando más apretaban los maños (44-44). Pero no le fue suficiente. Los de Vidorreta tuvieron que sufrir hasta la extenuación para sacar adelante, y en la prórroga, un duelo que peligró durante no pocos momentos. En el tiempo extra los puntos de Doornekamp y los libres finales de Díez decantaron la balanza en favor de un equipo que sale enormemente reforzado antes de un tramo sin respiro.

En la partida táctica planteada de inicio el Iberostar salió ganando. Lo hizo porque Fitipaldo supo aguantar ante la marca física de Sulaimon, Doornekamp sacó tajada de su superioridad en el poste ante Ennis, y porque Shermadini, sin aparecer delante, contuvo a Thompson. Además, desde el perímetro los isleños se mostraron más certeros que los maños (12-6), que pese a buenas circulaciones de balón no estuvieron finos (2/8). Esos errores visitantes y el verse poderosos en el rebote espoleó a los de Vidorreta, cada vez más sólidos en el uno contra uno y muy intensos en la líneas de pase. Así, y pese a regalar algunos balones tontos y mostrarse espeso delante (coincidiendo con la entrada de Bogris), los canaristas cerraron su aro en el acto inicial (17-12).

No varió apenas la tendencia en el arranque del segundo periodo y el Iberostar maquilló con una actividad defensiva sublime su carrusel de errores en aro contrario. El 7/19 en tiros de campo de los laguneros se atenuaba por completo gracias a la aplicación atrás y, sobre todo, controlando su propio rebote, hasta el punto de que el Zaragoza solo fue capaz de coger un rechace en toda la primera mitad (17-15, 12').

Pero de pronto, y en medio de un partido a cara de perro, a la versión aurinegra más agresiva de este curso se unió una inspiración ya conocida, la de la dupla Huertas-Shermadini, que se conectaron a la perfección para producir 11 puntos en un parcial de 14-2 (con triple de Díez) y disparar al Canarias hasta el 31-17. Todo un botín en un duelo tan trabado hasta ese momento. Se gustó en ese tramo el Iberostar, con un Shermadini capaz de robar un balón en media cancha y acabar en mate a la carrera.

La renta tocó techo con el 35-20, y aunque el cuadro aurinegro mantuvo su notable labor defensiva, no dio continuidad a los brillantes minutos previos en ataque. Ahí el Zaragoza tomó aire y llegó con vida al descanso. Y esa oportunidad y el intermedio hicieron que el conjunto maño cambiara el chip y saliera más enchufado en la reanudación (39-33).

Shermadini pareció aplacar la reacción maña con un 2+1 a la vez que le sacaba la tercera y la cuarta a Thompson (42-33). Pero el remedio fue peor que la enfermedad, ya que el Canarias se cortocircuitó atrás incapaz de frenar al gigante Hlinason, que empezó a finalizar en mate cada balón que le llegó debajo del aro. Un triple de Seeley igualó el choque y echó por tierra todo el trabajo previo de los locales (44-44).

Momento delicado, más por sensaciones que por marcador. Un trance en el que Vidorreta encontró a Fitipaldo, acertado desde el perímetro, fiable en el tiro libre (clave en medio del carrusel desde el 4,60), y sobre todo muy valiente en las penetraciones sin importarle tener delante a Hlinason o Benzing. La aportación del uruguayo fue suficiente (60-54) para salir de entre las cuerdas pese al peaje de que Shermadini y Cavanaugh se colocaran con cuatro faltas.

El relevo lo tomó Huertas, que junto al propio Bruno fabricaron un 7-2 en el arranque del acto final (67-56). Sin un cinco puro en cancha, el Canarias mantuvo a buen recaudo la renta (71-61), pero entre los triples de San Miguel, la vuelta a la pista de Hlinason (anotando, intimidando y reboteando) y una mayor aplicación defensiva de los maños, al Iberostar se le volvió a trabar el paraguas. Tanto que con un triple de Barreiro los de Ocampo se pusieron a uno (73-72). En medio de la espesura a Shermadini no le tembló el pulso (75-72 y 77-74), pero Brussino forzó la prórroga con un triple de su sello, toda vez que el gancho final de Gio hizo la corbata.

Lastrados por el esfuerzo previo, ambos sumaron a cuentagotas en el arranque del tiempo extra (81-82), hasta que dos acciones seguidas de Doornekamp (86-82) acercaron el triunfo a los laguneros, que aún así no cerraron la sufrida victoria hasta que Díez convirtió tres libres en los últimos segundos (91-86). Solo es el primero, pero la de ayer es un triunfo con un valor enorme. Este Canarias ya se ha dado cuenta de que está capacitado para morder como el que más atrás, y que si lo hace sin fisuras puede mirar de frente a cualquiera.