Irregular, a trompicones, a veces sin ideas y en numerosos tramos excesivamente dependiente de su tiro de tres... pero con el billete para la Final a 8 de Atenas. El Iberostar Tenerife firmó ayer un partido gris y muy lejos de la versión que se le presupone a un plantel, el de Iberostar TenerifeTxus Vidorreta Polos opuestos que muy cerca estuvieron de costarle caro a los canaristas frente a un contrincante muy inferior, pero batallador y que no hincó la rodilla hasta el cuarto final.

Tras un buen arranque, sobre todo con una enorme actividad defensiva (17-8), los aurinegros se atascaron y vieron como su rival le dio la vuelta al marcador (24-30, 17'). Pero sin perder la paciencia, el Iberostar fue recuperando sensaciones, y gracias sobre todo a un parcial de 19-3 (43-33, 25') fue encarrilando el duelo. Un nuevo arreón en el inicio del cuarto acto (59-43) fue ya definitivo para un conjunto que, sin embargo, volvió a sembrar muchas dudas en los instantes finales.

Como el ambiente del Santiago Martín, el arranque fue desangelado. El mayor debe de los isleños ahí, el tiro, toda vez que la actividad en defensa de los de Vidorreta, con constantes ayudas y desplazamientos, fue más que notable. Ese brío y el control del rebote de su canasta ante los forzados lanzamientos del Oostende, permitieron a los locales correr en varias ocasiones. Y así, jugando en llegada, o en su defecto moviendo con inteligencia y fluidez el balón, el Iberostar encontró varias situaciones de ventaja en las esquinas para anotar tres triples casi seguidos (9-2).

Aunque el Oostende pareció encontrar un filón en los centímetros de Welsch (9-6), la versatilidad de su quinteto (con Huertas y Fitipaldo por un lado, y Sulejmanovic y Cavanaugh por el otro, a la vez en pista) permitió al Canarias mantener su garra atrás, seguir corriendo cada vez que pudo, y sacar partido, y en posicional, de la fiabilidad de Huertas cada vez que le negaban el pick and roll con el pívot (17-8).

Se barruntaba partido cómodo para los isleños. Pero nada más lejos de la realidad ya que el Canarias sufrió una completa metamorfosis. Empezó su particular pelea con el triple (3/14 tras ocho fallos seguidos), errores que en este tramo sí quedaron al descubierto toda vez que los aurinegros se dedicaron a perder balones y fueron incapaces de atar en corto la transición ofensiva de los belgas, que casi sin querer fabricaron un 0-10 (17-18).

Pese al triple de Salin (20-18), el Oostende ya se había metido en el duelo y siguió sacando tajada de los regalos aurinegros y de sus posteriores desajustes defensivos (dos triples de Schwartz) para meter el miedo en el cuerpo a un Iberostar (24-30) que únicamente era capaz de producir, y a cuentagotas, por medio de Shermadini. Solo una buena defensa en saque de fondo, una antideportiva forzada por Salin y un triple postrero de Fitipaldo (en la tercera canasta en juego isleña de ese cuarto), hizo que la sangría al descanso, al menos en el electrónico (30-30), no se notara.

Las sensaciones ya eran otro capítulo en un al equipo que, sin la presencia tan determinante de su juego interior (Shermadini llegó al intermedio con cinco puntos y solo dos tiros), se le estaban notando las costuras en exceso por culpa del que fue su principal pecado en este tramo de preparación: una gran dependencia del triple que a la postre le nubla las ideas. El 5/18 de los dos primeros cuartos así lo atestiguaron.

Pero en el vestuario el Canarias pareció entender que con el modo pachanga no le iba a dar para meterse en la Final a 8. Así, recuperó el cuadro lagunero su punch atrás con muchas piernas y manos que por momentos colapsaron a un Oostende que en más de seis minutos solo pudo anotar con un 2+1 de Welsh. Delante, los aurinegros se encomendaron a la calidad interior de Shermadini y, sobre todo, a la sabiduría de Huertas para mover la bola y para definir (43-33). Tres triples casi seguidos de Doornekamp (enmendando su 0/5 al descanso) mantuvieron a buen recaudo la renta de los tinerfeños (51-39) pese a que los belgas volvieron a recuperar algo de frescura (51-43, 30').

Un dentro-fuera entre Shermanidi y Huertas; Díez, en un triple menos claro que los cuatro anteriores que erró, y una bombita de Gio terminaron de disparar a los tinerfeños (59-43, 32') contra un adversario cada vez con menos ideas y más miedos. Seis puntos fabricados por Welsh y un triple de Vuurst generaron algo de incertidumbre (59-52, 37'), pero en un partido tan pobre, una renta tan grande como la amasada previamente le dio de sobra a los canaristas por mucho que sufrieran otra alarmante desconexión y solo anotaran una canasta en los últimos siete minutos y medio. Atenas aguarda en dos semanas. Esperemos que a un Iberostar menos verde y más rodado.