Se impuso la lógica. El Iberostar Tenerife no pudo hacer valer su condición de anfitrión y sucumbió anoche contra el Real Madrid en su semifinal de la Supercopa Endesa. El partido de los de Txus Vidorreta no fue feo, pero tampoco brillante, y esa deficiencia se suele pagar cara contra un rival como el blanco, que tampoco sin llegar a la excelencia sí se valió de un gran inicio (6-15) para luego mantener a buen recaudo la ventaja adquirida. Sin la presumible aportación de primeros espadas como Salin, Díez, Doornekamp y Cavanaugh (11 puntos entre los cuatro), y con un irregular día de Shermadini, el cuadro lagunero vivió de la inspiración de sus dos bases (32 tantos entre ambos) y de acciones esporádicas de sus secundarios para mantenerse con vida (42-48 al descanso).

Sin embargo, la segunda aparición en cancha de Tavares, imperial en el tercer periodo; y el factor desequilibrante que supuso Rudy Fernández desde el perímetro (cinco triples y un 2+1), terminaron de tumbar a los aurinegros, siempre a remolque, pero al menos con arrestos para no ser sacados de la cancha por su rival. Al margen de la derrota, la nota negativa del choque la deja Aaron Doornekamp, que en un encontronazo frontal con Rudy al comerse una finta en un triple, se lastimó en la espalda.

Como si no supiera lo que se iba a encontrar, el Iberostar se enredó por completo de entrada en la telaraña defensiva del Real Madrid, tan intensa en el uno contra uno que impedía cualquier situación de tiro exterior a los aurinegros, como generosa cada vez que los isleños decidían penetrar. Con tal multiplicación de manos, los de Laso provocaron cuatro pérdidas casi calcadas (en menos de tres minutos) para que los blancos volaran a la contra con Deck como soberbio finalizador (4-10).

Colapsado casi por completo en el cinco contra cinco, solo un par de acciones de Shermadini cargando sobre Tavares, y otros dos robos (generados por buenas defensas) que derivaron en sendas antideportivas, dieron un pequeño respiro a los laguneros (6-10). Insuficiente sin embargo cuando los isleños no aprovecharon sus rebotes ofensivos ni las segundas opciones debajo del aro (6-15).

Con Huertas (pese a sufrir para frenar a Campazzo y con la superioridad física defensa de Taylor) liderando a la segunda unidad, el Iberostar fue más sólido atrás, y ganó una velocidad y tuvo más fluidez ofensiva (anotó su segunda canasta en juego tras ocho minutos) para agarrarse al choque: 18-23 al final del primer acto tras triple de Dani Díez. Todo pese a las siete pérdidas en ese periodo inicial.

El brasileño dio continuidad a sus buenos minutos previos (22-25), pero el Canarias comenzó a sufrir desajustes atrás por culpa de Carlos Alocén, que también tuvo el apoyo de Randolph y Rudy (26-37). Ahí el Madrid amagaba con romper el duelo, pero al rescate salió Fitipaldo (12 puntos en dos cuartos) con dos triples seguidos (33-37) para obrar la reacción lagunera. Un despertar que quedó a medio camino con un acierto en el tiro libre que dejó de ser pleno (del 10/10 al 17/21 al descanso), por una escasa puntería en el tiro de tres (Doornekamp erró para el 37-38) y porque el Madrid seguía a lo suyo, corriendo cada vez que podía y sin miedo a la hora de ser vertical en el ataque posicional (37-46, 18'). De nuevo otra intentona blanca que Vidorreta abortó con sus dos bases en cancha y un triple de Doornekamp para llegar solo seis abajo al intermedio (42-48). Pese a no tener noticias de Shermadini desde los albores del choque, ni alcanzar, en absoluto, un juego sobresaliente, el Canarias estaba logrando ser sólido detrás (cuando logró que su rival no corriera) y paciente delante.

Dos libres de Shermadini a la vuelta de vestuarios (44-48) hicieron que el Canarias albergara esperanzas, pero el regreso al campo de Tavares dio al partido un giro de 180 grados. El caboverdiano fue ese jugador desequilibrante de los mejores días. Logró (sin la necesidad de taponar) que a los aurinegros se les hiciera de noche en numerosas acciones, tuvo presencia en el rebote de los dos aros (el Madrid anotó dos triples seguidos tras sendos rechaces ofensivos) y además resolvió debajo de canasta y desde el tiro libre (6/6). Lo justo para que el Real Madrid pusiera tierra de por medio (46-60) contra un Iberostar a trompicones y en el que solo Huertas parecía tener decisión para mirar a canasta. Un triple de Rudy pareció suponer la sentencia demasiado pronto (51-69), pero la irrupción de Guerra ( alley oop, triple frontal y asistencia para el triple en la esquina de Sulejmanovic) dieron vidilla a los de Vidorreta (59-70) antes de los diez minutos finales.

Los triples de Álex López y alguna canasta de calidad de Huertas, sin embargo, solo sirvieron para alargar la agonía contra un rival en el que emergió Rudy (67-83), bien secundado por un Randolph muy atlético cerca del aro (70-88, 36'). Con el partido ya sentenciado, el Canarias no terminó de hincar la rodilla, y de nuevo con la segunda unidad (o titulares poco acertados hasta el momento) en pista al menos pudo acabar con buenas sensaciones. Se esfuma el sueño de la Supercopa; a la vuelta de la esquina queda el asalto a otro título, el de la Basketball Champions League. Que no es poca cosa para este equipo.