Chris Froome, Geraint Thomas, Michal Kwiatkowski y compañía -así como el resto del pelotón internacional-, debían haber llegado ayer a la cima del Grand Colombier, enclave fijado como meta de la decimoquinta etapa del Tour de Francia 2020, y marcada en rojo como el lugar donde debía desencadenarse una de las batallas montañosas más serias de la Grande Boucle. Sin embargo, la redistribución del calendario a causa del covid-19 lo ha variado todo. También la fecha de preparación de los corredores. Por eso, en lugar de estar rodando por las carreteras de los Alpes, Froome y buena parte del Team Ineos se han venido de nuevo a Tenerife.

La avanzadilla 'catalana'. Una visita tradicional -y ya hasta casi obligada-, desde hace casi una década, aunque en esta ocasión en una fecha atípica. Y también en un escenario diferente. La expedición de la poderosa escuadra británica desembarcó a lo largo del sábado en la Isla. Primero lo hicieron corredores procedentes de diversos puntos de España, básicamente desde tierras catalanas y andorranas, caso de Jonathan Castroviejo, el ruso Pavel Sivakov y el costarricense Andrey Amador.

La facción angloparlante. Ya por la noche aterrizó la facción angloparlante del Ineos. Los capos, con Chris Froome, cuatro veces ganador del Tour, a la cabeza. Junto a él, Geraint Thomas, otro de los que sabe qué es subirse a lo más alto del podio de los Campos Elíseos. También llegaron en el mismo avión procedente de Barcelona el rodador galés Luke Rowe, el croner holandés Dylan Van Baarle, y otro de los lugartenientes destacados del Ineos, el polaco Michal Kwiatkowski.

Froome, el más reconocible. Todos casi de incógnito. Con rostros prácticamente irreconocibles a causa de las gorras y mascarillas que portaban. Solo el particular caminar y su enjuta figura delataban a Froome en la terminal de llegadas de Los Rodeos. Un andar más peculiar que nunca, quizá por las secuelas que le dejó la grave caída sufrida hace más de un año mientras reconocía la crono de la Dauphiné, y que han impedido al keniata saber si está preparado o no para volver a competir al más alto nivel.

El Team Ineos, con Chris Froome, vuelve a entrenarse en Tenerife

El Team Ineos, con Chris Froome, vuelve a entrenarse en Tenerife

Kerrison, el gurú. Al proceder de un país extranjero, a toda la expedición del Ineos se le tomó la temperatura. Incluido al australiano Tim Kerrison, uno de los principales entrenadores del equipo británico, y considerado un gurú de los métodos de entrenamiento que se han catalogado como de periodización inversa. A él se le atribuye gran parte de culpa en la metamorfosis sufrida en su día por Bradley Wiggins, que de ser un pistard acabó ganando el Tour de 2012. Y también la explosión primero de Froome y más tarde de G (como se conoce en el mundillo a Thomas). Los tres bajo un denominador común: la preparación y los entrenamientos a modo de test que desarrollan por las carreteras de Tenerife. Este año, por novena temporada consecutiva, no será una excepción.

Ayer, primer entreno. Llegados al Parador Nacional de Las Cañadas superadas las 11 de la noche, tocaba descansar. Se iniciaba ahí la particular burbuja del Ineos, la misma que se ha generado a su alrededor cada vez que se han alojado en el hotel situado a las faldas del Teide. Este año, si cabe, la discreción será mayor ante la ausencia de tantos turistas y otros equipos profesionales. Ya ayer, en la primera de las sesiones previstas en las dos próximas semanas, Froome y sus compañeros salieron a rodar con la mente enfocada en el 29 de agosto, fecha en la que está prevista la salida del Tour de Francia. Lo hará desde Niza, la residencia de Froome. Será, para él, una lucha de superación particular, y, seguramente, de liderazgo en su propia escuadra, donde Geraint Thomas y en especial Egan Bernal, vigente campeón, también quieren repetir victoria.

Luke Rowe, del Team Ineos, graba su entrenamiento en Tenerife

Luke Rowe, del Team Ineos, graba su entrenamiento en Tenerife