Inferior a sus teóricos rivales directos, irreconocible y sin alma cuando tenía que hacer un último esfuerzo para buscar una carambola, y, en general, defenestrado a las primeras de cambio. La Fase Final de la ACB se ha convertido -inesperadamente- para el Iberostar Tenerife en una especie de calvario. Una cita en la que el cuadro de Txus Vidorreta ni se ha acercado a las prestaciones que ofreció durante buena parte de los 22 encuentros de liga regular que disputó hasta marzo y que le hicieron merecido acreedor de la cuarta plaza liguera. Hoy, frente al Joventut, los aurinegros tienen la opción de al menos reencontrarse consigo mismo, y tratar de sumar un triunfo con el que dar lustre a su imagen.

Una versión baloncestística de la que hasta ahora no hay noticias en Valencia, pero que bien harían los canaristas en tratar de rescatar para al menos acabar el curso con la cabeza alta y evitar otro borrón como el de hace un año con la derrota en Fuenlabrada que dejó a los tinerfeños sin playoff. La fragilidad mental que preside el vestuario canarista después de recibir tres golpes seguidos en forma de derrota generan una combinación fatal que no invita, sin embargo, a esa posible resurrección. Y es que si el domingo, aún con algo en juego, el Iberostar anduvo sobre el parqué de La Fuente de San Luis con varias marchas menos que el Bilbao, todo apunta a que esta noche la imagen se pudiera repetir cuando los laguneros tienen ya todas las papeletas de finalizar en una triste última posición de su grupo.

Complicada labor con la que tendrá que lidiar hoy Txus Vidorreta. El técnico vasco no pudo dar con la tecla adecuada en los duelos iniciales de la Fase Final y además esta noche se topará con otro hándicap en su propósito de limpiar la imagen del conjunto canarista: la nula necesidad de dar una vuelta de tuerca en lo físico a jugadores como Shermadini, Huertas y Salin -titulares los tres y todos con contrato para el próximo curso- y que acabaron muy tocados el choque contra el Bilbao. De otros como Aaron White, probablemente el mayor fiasco canarista en esta cita, poco o nada se puede ya esperar.

La amenaza de Prepelic

A ello se añade que el Iberostar se encontrará en esta cuarta jornada con un rival que saldrá a morder. Sin nada que perder, y con una plantilla plagada de jóvenes para paliar las bajas y las lesiones de jugadores, la victoria hace cuatro días contra el Bilbao deja a la Penya con opciones de hacer saltar la banca y colarse en semifinales. Para ello, los de Carles Duran deben ganar sus dos últimos partidos y esperar a que el Baskonia doblegue hoy al Unicaja. El descaro en la dirección de Neno Dimitrijevic y la amenaza exterior de Klemen Prepelic -que ya ha superado los problemas en el gemelo que le impidieron jugar en la jornada inaugural- son los principales peligros a controlar por los aurinegros... siempre después de su propia actividad y su deseo por querer ganar.