El juego de posición empieza a ser un problema a resolver por este Tenerife. Cuestión de estilos. El equipo es competitivo y desequilibrante en el suyo, el de fútbol vertical, el que le permite cambios de ritmo y ataques en carrera, pero no encuentra caminos cuando el escenario cambia, el partido le exige jugar en parado y entrar combinando. Le sucedió en Fuenlabrada con el repliegue de los madrileños para defender el 1-0 en el segundo tiempo. Le volvió a pasar ayer, sobre todo desde que el Málaga se quedó con diez (44') y dio un paso atrás para cerrar hasta con 5 defensas y restar espacios entre líneas. El Tenerife tuvo la pelota en exclusiva durante 45 largos minutos, lo probó de todas la maneras que sabe, pero no halló el gol. Siendo justos, hay que decir que el equipo hizo, con sus carencias en este tipo de fútbol, más que suficientes méritos para ganar. Disparó 12 veces en la segunda parte (20 en total); lanzó 7 córner cuando tenía un hombres más (11 en suma) y se plantó ante el portero dos o tres veces, pero no marcó. Si hubiera acertado en una, quizás lo veríamos de otra manera, pero las cosas son como son.

El equipo no está cómodo cuando no corre. En parado, Baraja buscó fórmulas para aprovechar su ventaja. Le dio bandas largas a los laterales, Shaq (que se quedó solo en el carril cuando se fue Luis Pérez, uno de los mejores hasta el cambio), y Álex Muñoz; colocó a los teóricos extremos por dentro, en los interiores (Álex Muñoz y Nahuel), para generar fútbol en situaciones que permitieran hacer superioridades, pero no masticó las jugadas cerca del área. El último recurso fue refrescar la punta con las entradas escalonadas de Bermejo, que es más de enganche que Joselu, y Miérez, para situaciones de remate... El Tenerife pudo hacer gol tres acciones claras: una media vuelta de Dani Gómez, que repelió Munir (21'); un remate a bocajarro de Nahuel que salvó el meta ( 78') y un cabezazo de Miérez a la corta en un córner, que acarició el larguero.

La mitad buena. Terminando por el principio, cuando de verdad pareció que el gol era cuestión de tiempo, fue en la primera parte. En ese período, el Tenerife volvió a sentirse cómodo, tanto como en sus buenas tardes de antes del parón, porque se reencontró con su manera de jugar. Fue más incisivo, corrió, encontró vías de entrada en el débil tejido defensivo de un Málaga que propuso otro ritmo, como tratando de enfriar a un rival afilado. El equipo de Pellicer hizo 4 faltas en todo el encuentro... El partido se fue sin goles al descanso, aunque ya parecía desequilibrado por la expulsión exprés de Keidi, pero solo como consecuencia de la falta de acierto en el área visitante. La relación de ocasiones que generó el ataque tinerfeñista alcanza para hacerse a la idea del guion del encuentro cuando estaban once contra once. Baraja apostó por colocar dos laterales en cada costado, hizo ancho el campo y así abrió camino para que los dos puntas recibieran balones verticales desde la segunda línea. La otra fuente de peligro, creciente según pasaban los minutos, fue Luis Pérez, que ha ganado en pausa para poner en buenas condiciones los centros a los que llega sobrado por su despliegue. Luis cogió el campo que le descubrió Shaq y llegó tres o cuatro veces con tiempo para seleccionar los servicios al área, pero los remates sucesivos no encontraron el punto de precisión necesario. Pudo adelantarse el Tenerife a los 12' cuando Dani Gómez llegó antes que Munir a un centro de Shaq Moore, pero su remate se fue alto; más clara fue la ocasión de Joselu (17'), que recibió de Luis Pérez, disparó y el rechace de un defensor fue a estrellarse en un poste antes de que Munir blocase sobre al misma línea de gol. Todavía el propio meta marroquí tuvo que intervenir antes del intermedio para salvar un cabezazo de Dani Gómez (22').

El Málaga de antes del descanso fue encontrando alguna opción de bajar el ritmo con posesiones más largas cerca del intermedio. Su fútbol y el del Tenerife son muy diferentes. El equipo de Pellicer, que juega abierto, apuesta por meter la bola en tres cuartos, para que los ataques pivoten sobre Adrián González, que le da salida para llegar luego por los costados. Cuando empezaron a sentirse más aliviados, llegaron las dos tarjeta a Keidi. Visto lo que ocurrió después, les fue mejor jugar cerrados. Su fútbol de supervivencia le cortó las alas al Tenerife.