El Tenerife sale del Fernando Torres con una de esas derrotas que producen impotencia. Perder ante un rival que está dos escalones por debajo en condición técnica, en recursos en general, es frustrante. No fue, sin embargo, un resultado injusto, los dos equipos se igualaron en el trabajo sin balón y pelearon por la pelota en cada metro de campo; uno, el Tenerife, lo tuvo más tiempo, pero cometió un error en cadena que le abrió las puertas a Sekou para decantar la balanza. El Fuenlabrada, sin embargo, en su primera experiencia con nuevo entrenador, no concedió nada. Fue combativo con el 0-0, y especialmente solvente en su repliegue cuando ya ganaba.

El momento decisivo, el del tanto encajado, puede considerarse una desconexión puntual del bloque defensivo del equipo de Baraja, suficiente para costarle el partido. Tras un simple saque de banda a la altura de los medios, la respuesta en cadena de los tinerfeños fue por detrás siempre: la tibieza de Luis Pérez en la prolongación de la pelota, la pasividad caótica de Sipcic cuando Sekou controló, la acelerada ayuda de Alberto, que se venció a la primera, y hasta la tímida acción de salir de Ortolá. Desde un ángulo inverosímil, se gestó un gol que parecía de otro partido. Hasta ese minuto 44, estábamos viendo en pantalla un encuentro más peleado que jugado, en el que el Tenerife tenía sensación de dominar sin terminar de hacerlo con claridad. Tuvo más la pelota, llegó a cuajar algunos minutos con cierta continuidad, y sufrió poco en su área. Baraja apostó por Javi Muñoz en la derecha. Fue una decisión distinta a su costumbre -él suele colocar en los costados jugadores verticales-, pero la evolución del juego justificó la idea de intentar ganar más presencia por dentro, con el propio Muñoz, y abrirle paso en el costado a Luis Pérez.

En realidad, entre tanto ida y vuelta, solo hubo mínimos sobresaltos: una mano en el área de Iribas, que pareció penalti, en el minuto 7, a un cabezazo de Alberto en un córner, y un disparo a pie cambiado de Glauder, que salió cerca de la escuadra. El pulso no fue a más. El Tenerife apretó en zonas ventajosas a su rival, le impidió jugar de cara y luego trató de atraerlo tocando en la iniciación del juego, para conectar luego más directo con Dani Gómez y Joselu, pero no pudo sorprender. Los errores en el medio salpicaron su mejor manejo con la pelota, tarea en la que las conducciones de Milla fueron de lo poco llamativo.

Faltó amplitud. El segundo tiempo tuvo un solo guion de tendencia creciente. El Tenerife cada vez tuvo más campo y toda la posesión, porque su adversario fue caminando hacia detrás para disfrutar de más ayudas en su repliegue. El pulso lo ganó el bloque local, defensivo, solidario, luchador, bien colocado, con mucha reacción en jugadas de hilar fino, a pesar del cansancio. El equipo que fue a buscar el gol fracasó, porque lo hizo con espesura, sin ser capaz de generar superioridades ni por fuera ni por dentro. La apuesta fue jugar por dentro, hacer apoyos sobre delanteros de espaldas, llegar conduciendo... Total, cero. No hubo ni una sola ocasión en el área de Freixanet, que mantuvo impoluto el blanco de su camiseta. Baraja fue haciendo girar piezas en su equipo buscando la manera de que fuera más profundo. En la primera tanda de cambios (63') quitó a Nahuel y Joselu y puso a Lasure y Bermejo, a éste de segundo punta. No funcionó. El segundo movimiento fue la entrada de Suso en la derecha, colocando a Muñoz en el medio en detrimento de Undabarrena. Suso nunca fue extremo-extremo, porque ese carril lo ganó hacia delante Luis Pérez. El tercer recurso del banquillo fue buscar frescura con Shaq por el citado Luis Pérez, retrasar a Lasure al lateral y colocar a Bermejo en la izquierda, dando entrada a Miérez.

El Fuenlabrada fue refrescando sus filas, tratando de ir en vertical sin perder el sitio defensivo, aunque con nula convicción. De hecho, tiró una vez a puerta en todo el segundo período. Estaba en su papel. Es un equipo que llevaba sin ganar ¡más de seis meses! Su triunfo es justo. Aprovechó su ocasión y defendió su gol. Para el Tenerife la ansiada vuelta a los terrenos de juego acaba de una forma frustrante. Perder siendo mejor, duele más.