La desescalada gradual a la que se están sometiendo los futbolistas para tratar de llegar a una aparente normalidad con la disputa de encuentros oficiales está tocando a su fin en los 42 equipos del fútbol profesional español. A menos de una semana para ese anhelado regreso en el CD Tenerife también cuidan cualquier detalle para que el reencuentro no resulte traumático. Así, a falta de amistosos en esta particular pretemporada, lo mejor es imaginárselos.

Los entrenos individuales dieron paso a los colectivos en grupos reducidos, luego las fracciones para separar a la plantilla fueron aún menores hasta que se recuperaron, hace dos semanas, las sesiones de trabajo tal y como se conocían hasta el obligado parón. Con la prioridad de mimar el aspecto físico (por ahora el club blanquiazul solo tiene que lamentar la rotura fibrilar de Robert Mazan), también se ha venido trabajando en el refresco del apartado técnico, más aún cuando entre partido y partido (con el agravante de tener un viaje de por medio) apenas habrá margen para la matización.

Ahora entra en juego otra faceta, la mental. Y es que tanto el miércoles como ayer (en el que fue el sexto entreno de una exigente semana), en las dos sesiones llevadas a cabo en el Heliodoro, el técnico Rubén Baraja hizo que los suyos se enfundaran la equipación oficial de juego, la blanquiazul. Eso sí, el próximo viernes, cuando salten al césped del Fernando Torres para medirse al CF Fuenlabrada, los isleños tirar seguramente de alguna de sus vestimentas reservas para evitar la coincidencia cromática con el equipo local, que viste de azul celeste. Los de José Ramón Sandoval descansaron ayer y volverán a ejercitarse hoy domingo.

La idea, hacer que los futbolistas sintieran estar trabajando en lo más parecido a un choque de competición. La parte central de las citadas sesiones simuló sendos partidos entre la plantilla tinerfeñista. Sin llegar todavía a los 90 minutos reglamentarios, pero sí con dos partes diferenciadas. En cada una de estas mitades uno de los equipos iba de gala mientras que el otro portó camisetas de entrenamiento. La práctica se repetirá, seguramente, algún que otro día antes del reestreno liguero. Solo un detalle más. En otro momento insignificante y hasta innecesario. Ahora un mecanismo adicional para recuperar el hábito perdido. Un granito de arena más para que la vuelta a la normalidad se produzca, en el CD Tenerife, lo más cercana posible al sitio en el que lo tuvo que dejar el pasado 13 de marzo, el día de su último entreno antes de que el Covid-19 paralizara todo el país.