"Vamos a llegar como piedras", se lamentaba Guada hace un par de semanas mientras ya se subía por las paredes porque sus pupilas no podían ejercitarse. "Michelle es ahora como un pez cuando lo sacan del agua y salta en el suelo ahogándose", insistía el técnico, al que le queda ahora un largo trabajo por delante para recuperar la mejor versión de sus discípulas. "Creo que nos costará meses y meses, prácticamente un año, llegar a la forma en la que estaban Michelle y Judit en marzo antes del parón; y eso si podemos tener acceso regular a un gimnasio o llevar a cabo dobles sesiones más largas", vaticina, calificando este paréntesis de once semanas como "una temporada entera estando lesionada o retirada".

Por eso, sin competiciones en el horizonte más cercano, pero ya con la ilusión en sentido ascendente, Guada prefiere tomárselo "con calma" e ir "día a día". "Lo del rendimiento lo dejamos para más adelante. Ahora, solo el verlas nadar en la piscina ya es un logro", se congratula el responsable técnico del Midayu, que más que insistir en recuperar la forma pronto, cuidará que "no haya lesiones o recaídas".

Las paralímpicas isleñas Michelle Alonso y Judit Rolo han sido dos de las grandes afectadas por las restricciones de una pandemia, la del covid-19, que se ha cebado especialmente con aquellos deportes que requieren entrenamiento en agua, , modalidades que han tenido que, al menos en las islas, aguardar a entrar en la Fase 2 de la desescalada. Sensación de impotencia aún mayor cuando las dos tinerfeñas ostentan el grado de Deportistas de Alto Nivel (DAN), con los Juegos de Tokio en 2021 como objetivo prioritario. Después de mucho tiempo encerradas, ambas ya vuelven a sentirse libres.

Sensación indescriptible. Lo vivido ayer fue, para Alonso y Rolo, una explosión de alegría. Como un deseado regalo de cumpleaños. Sentir de nuevo el tacto del poyete, ese característico olor del cloro, el ondear del agua tras rebotar contra los laterales del vaso, el movimiento de las corcheras, o simplemente el poder impulsarse contra una pared para dar la media vuelta y seguir dando brazadas. Una sensación en otro momento rutinaria, pero ayer casi indescriptible. Por mucho que el reloj apenas marcara las 7 de la mañana. Y es que metiéndose en la piscina casi al alba es como único han podido retomar la actividad diaria las dos nadadoras tinerfeñas.

Gracias al RC Náutico. Lo han hecho en el Real Club Náutico de Tenerife, la señera entidad chicharrera que ha cedido al Midayu (el club de ambas) dos calles, durante una hora -de lunes a viernes-, casi al amanecer. Para la mayoría un horario inasumible. Para Michelle y Judit, un gesto enorme que les permite salir de su particular confinamiento en el que no han podido disfrutar de lo que más les gusta. Únicamente Rolo, en estos días más recientes, ha podido ejercitarse en Las Teresitas. Solo un pequeño parche e "incluso con más inconvenientes que ventajas", según expresa su entrenador, José Luis Guadalupe. Han sido casi tres meses recluidas en sus respectivas casas, trabajando de una manera muy limitada. Alonso básicamente con un ergómetro VASA (una especie de remo adaptado a la natación), y Rolo con una bicicleta elíptica y con otra serie de ejercicios. Lo justo para al menos mantener el tono muscular.

La única alternativa. Ahora, la del RC Náutico es la única alternativa para retomar la actividad, toda vez que la Piscina Municipal Acidalio Lorenzo no solo no ha podido reabrir en los plazos previstos, sino que además su vuelta a la normalidad no tiene una fecha marcada a causa del conflicto que mantiene el Ayuntamiento de Santa Cruz con la empresa concesionaria, Sotec. Otro contratiempo que podría derivar en una saturación de los otros dos vasos de propiedad municipal: la piscina Dácil Cabrera y la David González. Pero para Michelle y Judit no cabían más aplazamientos. Por mucho que Tokio quede aún lejos. Dentro de casi 15 meses. La primera ya tiene el billete asegurado; la otra debe ganárselo en este periodo extra.

Toma de contacto. "Me he sentido libre volviendo a la piscina", reconocía Rolo, mientras que Alonso no escondía "las ganas que tenía de regresar al agua". Las formas, al menos ayer, fueron lo de menos. De poco importaron "la pérdida de sensaciones de agarre y deslizamiento", o que "casi cada cien metros se tuvieran que parar por la ausencia de capacidad aeróbica; aunque todo fue dentro de lo lógico en este arranque", según detalla Guada. Incluso, no conviene forzar con Michelle, que arrastra "una sobrecarga en la zona de inserción de los isquios en su pierna derecha".

Recuperar la ilusión. Un punto de inflexión gratificante y a la vez obligado, "por mucho que en estas últimas semanas las chicas al menos hayan podido correr un poco cerca de casa", relata Guada. Un cambio necesario para volver a darle sentido a la natación y tocar la tecla para que Alonso y Rolo "se sientan de nuevo motivadas para entrenarse". "Hemos tratado que durante todo este tiempo, y por medio de ejercicios variados, no se vengan abajo, pero no resulta nada sencillo", reconoce el técnico isleño, que incluso tras haber salido ya del oscuro y largo túnel del confinamiento, mantiene un sentimiento de "pena porque dos deportistas DAN hayan tenido que estar 11 semanas sin poder entrenarse". "Que nunca se haya apostado por tener un Centro de Alto Rendimiento en Canarias", ha provocado que la pausa sea tan prolongada. Al menos Michelle y Judit han corrido con algo más de suerte que otros deportistas locales. La sirena y la mariposa ya campas a sus anchas en el agua. No ocurre lo mismo con buena parte de los demás federados en Santa Cruz. "Sin tener instalaciones donde entrenarse, la natación va a acabar muriendo", se lamenta Guada.