A Hans Dieter Flick no le ha hecho falta recurrir en ningún momento a los cinco cambios por partido que autoriza ahora la Bundesliga para este tramo final de la temporada, reanudada tras el desahogo conseguido en la crisis ocasionada por el coronavirus.

Es esta licencia, asumida también, entre otras federaciones, por Inglaterra, España, Italia y Portugal, a punto de entrar en juego, una de las particularidades que marcan la vuelta de este fútbol. Las otras están relacionadas con la cautela, con la prudencia. Las gradas vacías, mascarillas en la banda, la prohibición de abrazos en los goles o la distancia de seguridad entre los suplentes.

La experiencia ya esta instalada en la Bundesliga. Aunque ha sido empleada de forma desigual por los técnicos de los dieciocho equipos de la máxima división de Alemania.

Flick, entrenador del Bayern, no ha necesitado agotar los cambios ni contra el Unión Berlín, ni con el Eintracht Fráncfort ni frente el Borussia Dortmund. Ganó los tres partidos, acaricia el título. Sin necesidad de hacer uso, en ningún caso, de la opción de apurar las cinco sustituciones.

En la práctica, el empleo de las cinco sustituciones supone un vuelco en la mitad del equipo. Lejos de aprovechar los relevos para apuntalar los onces o para ejecutar giros tácticos, como podía suceder con los tres reemplazos habituales, la nueva situación termina por provocar, salvo excepciones, un revolcón sobre el campo que poco parece tener que ver con los planes de la pizarra.

La idea, destinada a paliar el brusco reencuentro con la competición y minimizar el riesgo de lesiones, tiene opiniones encontradas. No ha sido bendecida por todos los expertos por igual. Para algunos es una buena opción. Para otros, sin embargo, amplía la posibilidad de daño por aumentar el número de participantes en el juego.

Las tres jornadas completadas de la Bundesliga tras el parón han descartado que los grandes clubes hayan sido los más favorecidos de tanto cambio. A pesar de disponer de mayor cantidad y calidad de plantilla, han sido los equipos instalados en la parte baja de la clasificación los que han hecho uso de más variantes y los que en más ocasiones han agotado las sustituciones.

El Bayern de Flick es un ejemplo claro del desuso de la opción. Realizó tres relevos ante el Unión Berlín y el Borussia Dortmund y llegó a cuatro frente el Eintracht. Pero nunca efectuó todos.

Al igual que el Bayern, el Wolfsburgo del austríaco Oliver Glasner, el Friburgo de Christian Streich y el Hoffenheim del holandés Alfred Schreuder, equipos instalados en la parte alta de la tabla y con objetivos europeos en el punto de mira no han requerido en ningún caso de las cinco sustituciones para su compromiso.

Por el contrario, el Eintracht Fráncfort, que intenta evitar caer a la zona de descenso, el Colonia y el Hertha Berlín, del ecuador de la clasificación, y el colista, el Paderborn, han agotado los relevos siempre. En los tres choques que cada uno ha disputado desde el retorno de la competición.

Y es que solo en la mitad de las ocasiones la opción de los cinco cambios ha sido utilizada. De cincuenta y cuatro posibilidades se ha empleado en veintisiete. El cincuenta por ciento.

Únicamente siete de los veintisiete partidos repartidos en la tres fechas disputadas desde el reinicio de la competición han agotado las sustituciones. Es decir, ha efectuado los diez relevos, cinco por equipo. Uno de cada cuatro encuentros: Eintracht Fráncfort-Borussia Monchengladbach, Colonia-Maguncia, Werder Bremen-Bayer Leverkusen, Hertha Berlín-Unión Berlin, Maguncia-Leipzig, Colonia-Fortuna Dusseldorf y el Augsburgo-Padernborn.

El Borussia Dortmund perdió gran parte de sus esperanzas de ser campeón el martes, con la derrota en el Signal Iduna Park contra el Bayern. Su técnico, el suizo Lucien Favre es de los que más ha movido su banquillo. Realizó cuatro cambios en el primer partido que jugó, contra el Schalke pero después agotó sus opciones: ante el Wolfsburgo, al que ganó por 0-2 y también contra el líder y vigente campeón, contra el que perdió por 0-1.