El obligado epílogo rediseñado al que se han visto abocadas las competiciones que aún aguantan el pulso del covid-19 condicionará, por extensión, el arranque de la siguiente temporada. Un ejercicio, el 20/21, cuyo desarrollo tiene visos de estar sometido a un posible repunte del virus. Rebrote que, sin embargo, no parecen tener muy en cuenta los implicados en esta trama económico-deportiva.

Sin previsión. Así al menos lo ve el tinerfeño Luis Cereijo (1986), licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte e investigador en epidemiología de la actividad física y el deporte de la Universidad de Alcalá y el Royal Melbourne Institute of Technology (Australia). "No acabo de comprender el nivel de urgencia por volver esta temporada cuando apenas hay debate ni discusión sobre la competición del año que viene. El covid-19 no se ha ido ni se va a ir durante un tiempo prolongado y, al menos de forma pública, no se ha dicho nada sobre el plan de actuación en los próximos meses", pone sobre la mesa el especialista isleño.

Calendario sin flexibilidad. Reconoce Cereijo que si bien "es bastante probable" un repunte del covid-19, tal y como "ocurre con otras enfermedades infecciosas", a día de hoy resulta complicado hacer previsiones "a largo plazo" y que la desescalada que vivimos estas semanas sirve "para bajar poco a poco el nivel de confinamiento", pero sobre todo saber "tomar las decisiones correctas para evitar un nuevo colapso del sistema sanitario". Un previsible nuevo momento delicado que comportaría "confinamientos". "Tal vez no sean no tan agresivos ni largos como los que hemos vivido ahora, pero aún así eso significaría la paralización en las competiciones", expresa en este sentido. Y ahí es donde se generaría el problema para la industria deportiva. "Los calendarios no están preparados para suspensiones cautelares cada equis tiempo", apunta el epidemiólogo tinerfeño, que aconseja "tener muy en cuenta", por parte de las federaciones, "un marco competitivo lo suficientemente flexible" para hacer frente a improvistos como los que pueden repetirse derivados de la actual pandemia. Evitar que lo que es pan para hoy se convierta en hambre para mañana.

¿Aficionados rentables? Un análisis con perspectiva que no solo influye, e influirá, en el correcto desarrollo del día a día de un deportista profesional, sino también en el ambiente que le rodea. La posible reanudación de la competición este curso traería aparejada partidos a puerta cerrada. Las previsiones más halagüeñas hablan de estadios y pabellones con un aforo limitado mediado el próximo ejercicio. Cereijo no lo tiene tan claro. Primero, "porque en el transcurso de un partido no puedes controlar la ubicación de todas las personas en todo momento, y además esos aficionados tienen que entrar y salir del recinto deportivo". Es por ello que al epidemiólogo tinerfeño le cuesta ver "la rentabilidad económica, a corto y medio plazo, para el club" de permitir el acceso de "un cierto número de espectadores". "¿Es factible? Sí. Pero todo depende de la evolución de la pandemia", recalca.

El riesgo está ahí. Lo más perentorio, aún así, es volver a competir para hacer efectivo el tramo final del ejercicio 19/20. Un regreso cuestionado por sus propios actores, que, en varios casos, ya han expresado un cierto temor a acabar siendo presas del covid-19. Postura que Cereijo ve entendible. "Por las características de este virus y su forma de transmisión es imposible garantizar al cien por cien que no haya contagios. Y eso dentro de un contexto normal, porque en el fútbol y en el baloncesto estamos hablando de deportes de cooperación-oposición, en los que se producen contactos constantes y no se pueden mantener la distancia ni la profilaxis normal", argumenta Luis. "La clave es entender que resulta absolutamente imposible garantizar la seguridad absoluta de todo el mundo; hay un cierto riesgo que asumir. Y que en ese marco de riesgo, sobre todo cuando está en juego la salud, cualquier posición es factible y respetada", añade.

Variables en juego. Es el discurrir sobre un fino alambre sobre el que LaLiga y la ACB -con el sustento del Consejo Superior de Deportes- tratan de hacer equilibrios para alcanzar el destino deseado. Como contrapeso, un protocolo sanitario de actuación al que Cereijo califica como "adecuado para prevenir lo más posible la incidencia del contagio". Su mayor pero, "una utilización tan amplia de los test, algo que debería estar sometido a las estrategias estatales de prevención". "Creo que las posibilidades de contagio, y por tanto de que todo se pare de nuevo, son menores respecto a hace unos meses; no veo ningún foco más arriesgado que otro en el transcurso de una competición. Pero hay que tener en cuenta la cantidad de variables, en entrenamientos y partidos, que rodean al deporte y, sobre todo rutinas, como llevar a cabo las políticas de desinfección y control a los que nunca antes se había llegado", valora, como añadido, el epidemiólogo isleño. En el peor de los escenarios, Luis vaticina "existe la posibilidad de que se dé algún brote concreto que alcance a varios jugadores y haga que la competición se desvirtúe". Si este fatal augurio no se convierte en realidad, la vuelta a la nueva normalidad será más alegre teniendo fútbol y baloncesto.