La carrera profesional de Santiago Miguel González Lemus, de uniforme, no ha dejado de crecer, hasta condensar en menos de 20 años una sucesión de capítulos coronados con la medalla al mérito policial con distintivo de plata, que le fue concedida en 2016. Antes de ponerse cada tarde la ropa de entrenamiento, el oficial González Lemus ejerce como responsable de su sala operativa de la Policía Local de la capital tinerfeña. Cuando acaba el servicio, Santi Lemus da rienda suelta a su pasión: entrenador de fútbol. Esta temporada forma parte del cuerpo técnico de la UD Granadilla Tenerife, en concreto como ayudante de Antonio González en el equipo de Reto Iberdrola.

De uniforme, Lemus está viviendo a pie de obra la batalla contra el coronavirus, en cuyo desempeño admite que se han ido atenuando las duras sensaciones de las primeras semanas. "Al principio tuvimos que lidiar con personas que no eran capaces de saber que había que quedarse en casa, incluso había gente que manifestaba estar infectada, solo para que no te acercaras, quién sabe si diciendo la verdad. Se pasa miedo, porque hay desconocimiento. Nosotros tenemos que salir en parejas, incluso cambiamos los turnos para no coincidir", relata Lemus, que agradece las atenciones que reciben en esta situación de riesgo, "los servicios del ayuntamiento se han volcado, tenemos un médico y un enfermero en Jefatura, nos toman la temperatura, estamos pendientes de las novedades de cada día... y parece que ya todos vamos utilizando el sentido común", cuenta aliviado.

Con las perspectiva que da la situación actual, el oficial recuerda que la confusión inicial. "Teníamos muy poca información, se montó un gabinete de crisis y se iba evaluando la situación día a día, se sacaban órdenes y acciones que luego se iban corrigiendo. Siempre tomamos muchas precauciones, lo adecuado para un colectivo tan expuesto como el nuestro. Ahora estamos más tranquilos; vamos saliendo", asegura. El camino recorrido tutelando en la calle el confinamiento no ha sido fácil. "Será por nuestra idiosincrasia, pero costó. La gente no le dio tanta importancia. El crecimiento de las cifras de infectados y de fallecidos concienció más a la población", comenta.

Aplausos emocionantes. Para un padre de familia, la vuelta a casa cada día está rodeada de temores. "Se da la paradoja de que mi mujer también es policía, los dos abandonamos cada día el confinamiento y nos exponemos. Cuando eliges profesión nunca esperas que llegue un momento como este. Son cosas del oficio, intentamos tomar medidas, pasar la jornada laboral de la manera más segura y en casa seguimos las recomendaciones".

Para siempre quedan las sensaciones, que son especialmente emotivas desde que escucha los aplausos a su paso. "Lo he vivido con mucho sentimiento, se pasan momentos de incertidumbre, desagradables, caminas por una ciudad solitaria, ves gente en los balcones, adultos y niños, y te das cuenta de que estás metido en una batalla enorme", se emociona al recordar las primeras ovaciones. "Nos salieron las lágrimas, te das cuenta de lo que es el ser humano. Es lo que te da fuerza para seguir luchando y estar unidos. Te emocionas por los días de agobio, de incertidumbre, de miedo, de no saber si estás actuando bien. Creo que el reconocimiento de la gente es especialmente súper merecido para médicos, enfermeros y sanitarios en general", afirma.

Un antes y un después. Lemus tiene un largo recorrido de uniforme, pero nunca había tenido que ayudar frente a tamaña coyuntura. "Que afecte a tanta gente, no, sin duda. He vivido situaciones comprometidas, como la riada. Tengo un trabajo que te activa frente a la dificultad de forma inconsciente. Te metes en el papel de manera automática, casi sin pensarlo, luego te das cuenta de que has podido ayudar. Eso te hace crecer como persona y sentirte orgulloso de tu profesión", asegura. La crisis ha puesto a prueba la intuición de los agentes. "Hemos llegado al punto de saber detectar quién realmente estaba en la calle de forma justificada y quién no. Las llamadas que recibimos han crecido 80%, todo el mundo te cuenta un caso diferente. Hay gente que te hace partícipe de momentos críticos y eso hay que saberlo gestionar. En algunas situaciones hay que ser flexibles, aplicar el sentido común. Quien marca las pautas a veces no tiene toda la perspectiva, en el día a día está la realidad y a ella nos hemos ido adaptando", explica Lemus, que espera una sociedad mejor después de esta crisis. "Cuando entré a este trabajo, hace casi 20 años, nos decían que es una profesión ingrata. Puedes hacer mil cosas bien, pero siempre te juzgarán por la que hiciste mal. Si uno hace una cosa bien deja bien al resto del colectivo, pero al revés, también envuelves a todos. Ahora somos los héroes, pero no dejamos de ser los mismos que en otras situaciones hemos sido señalados como villanos", termina.