Ya han pasado veintitrés días del último partido del CD Tenerife en campo propio. La apertura de las puertas del estadio para la celebración de otro encuentro de Liga, todavía sin fecha, será un claro síntoma de la necesaria vuelta a la normalidad tras la crisis del Covid-19. Para un futbolista de la plantilla blanquiazul, vivir ese momento será la manera de alcanzar el objetivo más importante, un objetivo vital. "Me muero de ganas de que llegue el primer partido en el Heliodoro y que la gente pueda asistir para animar al equipo", confesó ayer a los medios oficiales del club uno de los capitanes, Aitor Sanz, convencido de que "el balón va a volver a rodar" y de que ese ansiado reencuentro con la competición "será muy especial", un momento "para recordar" después de la situación "rara" que ha provocado la pandemia.

El centrocampista contó que está pasando el confinamiento con "tensión", "preocupación" y "desconcierto", pero también reveló que trata de aplicar una dosis de optimismo. Entretanto, insistió en que se cumplan unas "recomendaciones" que están "muy claras". En concreto, se mostró partidario de "poner el acento" en la responsabilidad individual "para pasar entre todos" una "pesadilla" que dejará enseñanzas a la sociedad.

La vida tras la cuarentena

"Vamos a salir muy reforzados", comentó el futbolista. "Seremos más solidarios y nos fijaremos en las pequeñas cosas que nos hacen felices y en las que no nos parábamos a pensar por el ritmo alto que llevábamos", opinó Sanz refiriéndose a hábitos sencillos, pero interrumpidos ahora, como "un paseo o un café en una terraza". Asimismo, Aitor aprovechó para dar las gracias a las "fuerzas de seguridad, a la gente que se deja todo en los hospitales y a los empleados de gasolineras o supermercados, que están siendo un ejemplo para todos".

En cuanto al equipo, admitió que tiene la "incertidumbre" de saber cómo responderá cuando vuelva a competir.