La insistencia del Tenerife decantó un partido que estaba condenado al empate. El equipo de Baraja fue subiendo su apuesta metido ya en la carrera contra el reloj, y a base de apretar generó Barajacosas que, a decir verdad, hace justicia en el encuentro y de paso salda la deuda pendiente del jugador serbio, que en Ponferrada firmó su peor actuación en España. Si medimos el partido por el peso que tiene en este tipo de análisis el cómputo de ocasiones de gol, no hay duda de que el Tenerife puso más en la balanza. Generó tres, pero clarísimas, y metió una, bagaje de considerable mérito habida cuenta la dificultad que tenía delante, a modo de armazón.

La Ponferradina vino avisada. Su entramado defensivo, con tres centrales cerrados, pareció montado para contrarrestar el juego directo sobre Joselu y Dani Gómez que tan fuerte ha hecho al Tenerife en casa. No fue ese cambio de estructura en el dibujo el único antídoto de Bolo para esta ocasión: su equipo no sacó la pelota jugada ni una vez, huyendo de los peligros de perderla ante la presión alta que propone Baraja en casa. Con el bloque berciano abrochado en solo 30 metros (5-4-1), el Tenerife no tuvo oportunidades de entrar por abajo, salvo alguna conexión esporádica con Nahuel, que jugó casi de ocho para dejarle el carril por fuera a Luis Pérez. La opción de los locales para romper el bloque rival fue su insistencia en los pases de frente al espacio, en los que Dani Gómez o Luis Pérez casi no disfrutaron de ventajas. Sobre el '9' siempre hubo ayudas entre Russo, Manzanera y Trigueros. El Tenerife metió muy arriba a Luis Pérez y a Lasure y cuando inició el juego lo hizo con Alberto, Sipcic o Álex Muñoz. La falta de claridad ante un bloque tan sólido no desesperó a los blanquiazules, que terminaron encontrando su primera gran ocasión. Fue en el 34' y fruto del talento, de la imaginación de Aitor Sanz, que amagó un tiro desde la frontal, atrajo la atención de los centrales y picó un pase magnífico que dejó a Dani Gómez frente al portero, la pelota salió rechazada y le cayó a Nahuel, solo, con René desplazado, pero el argentino se sobró, lo vio tan fácil que tiró a romper y el balón salió muy alto.

La Ponferradina estuvo siempre cómoda con el empate, a menudo encontró salida hacia adelante apoyándose en la calidad de Omar, que se metió por dentro a jugar, pero nunca tuvo ventajas frente a la impecable respuesta defensiva de un Tenerife muy concentrado en las vigilancias y con las bandas muy bien cubiertas. Dos remates de cabeza en centros laterales fueron las únicas acciones bercianas en el área local antes del intermedio.

E La vuelta de tuerca. El Tenerife fue subiendo enteros en la continuación, apretando y generando cierta continuidad en sus ataques, forzando córners e involucrando al público en la tarea. Ya pudo adelantarse en el 67' con el cabezazo de Joselu en el primer palo tras un lanzamiento desde la esquina, que casi remacha Dani Gómez después de repelerlo René. La entrada de Bermejo por Nahuel potenció el lado izquierdo, al contrario que en la primera parte, y el equipo siguió insistiendo hasta que apareció la jugada del gol, a un cuarto de hora del final, paradójicamente justo después de que saliera del campo Joselu... En este ejercicio continuado de ir al ataque una y otra vez, hay que poner en valor su gran soporte: lo bien que defendió el equipo, el rigor en las vigilancias, la solvencia de los tres centrales, porque Álex Muñoz acabó por dentro, en sus duelos con Kaxe primero y con Yuri después. Sobre esa eficacia defensiva se fundamenta la opción de mantener posibilidades siempre, hasta que acaba encontrando el premio.

Tras el 1-0, el Tenerife se rearmó replegó con tres centrales y dos carrileros (Lasure y Luis Pérez), defendiéndose más posicionalmente (3-4-3). La Ponferradina descompuso su línea de cinco defensas y se volcó tratando de empatar. Solo generó cierta inquietud en un tiro desde fuera del área de Luis Valcarce que Ortolá despejó a córner (84'). El triunfo premia la insistencia, pero también la solidez como equipo, su gran divisa.