Rubén Baraja ha hecho un auténtico equipo. Su Tenerife es sólido, defienden todos con un gran compromiso, y hay una idea sobre la que interpretar las diferentes situaciones que presenta un partido. Es verdad que, salvo el día del Rayo, el marcador le ha sonreído muy pronto y con ventaja se ha sentido más cómodo en su nuevo estilo, pero no es menos cierto que el equipo sale a buscarlo sin la más mínima especulación. Esta vez, el gol fue más producto de un error infantil del rival y llegó después de que Nino perdonara una ocasión golosa, pero aunque el tanto de Dani Gómez terminó siendo la diferencia, la victoria de los blanquiazules requirió de un esfuerzo colectivo hasta el último suspiro.

En el impecable manejo de la trama del encuentro, el equipo de Baraja fue capaz de forzar los errores del Elche, que quiso atraer la presión local sacando la pelota jugada desde su área. Lo hizo de forma errática y eso le dio réditos al Tenerife, que forzó situaciones cerca del área con su habitual presión alta. En una de esas, surgió el córner decisivo. Lo despejó la defensa, el balón le llegó a Álex Muñoz, que lo devolvió de cabeza al área, donde Dani Gómez controló muy solo y batió a Édgar Badia. En todo ese tiempo, el defensa que cubría el saque de esquina siguió enganchando y anuló el fuera de juego... Solo habían transcurrido 12 minutos; tres antes, Mfulu le rebañó el balón a Aitor en el lado contrario del campo, Nino encaró a Ortolá, eligió el palo largo y su remate rozó el marco. Del 0-1 al 1-0 en un suspiro. No fue esa la tendencia de ahí en adelante. El Tenerife se agarró posicionalmente y manejó el partido saliendo lo más vertical que pudo cada vez que recuperó el balón en zonas intermedias. Fruto de sus explosivas carreras en transición fueron apareciendo opciones para sentenciar el marcador, la más clara fue en el 24', en una acción prodigiosa, a la velocidad que se ha instalado en este equipo como característica. Corrió la banda Shaq Moore, que cada semana cunde más en el juego, puso el balón envenenado al segundo palo, entró en carrera Nahuel y cambió de frente la trayectoria con un gran cabezazo al que respondió Édgar Badia con una parada extraordinaria. El Elche, confundido en los ritmos, no ganaba un duelo ni encontraba la manera de darle profundidad a sus posesiones. De hecho, su única posibilidad fue en un remate en escorzo de Gonzalo Verdú (43'), a balón parado, aspecto este en el que los de Pacheta tienen gran presencia.

Cambios contrarrestados

Bajo la influencia de una calima cada vez más densa, la segunda parte resultó muy exigente. El Tenerife pudo golpear de nuevo en otra explosiva transición, pero Joselu pifió el remate tras un buen servicio de Luis Pérez (48'). Cerca del cuarto de hora, Pacheta cambió el guion, prescindió de su idea de salir tocando, asumiendo que el Tenerife ya no iba descubrirse, hizo dos sustituciones ambiciosas y su equipo fue más directo. Con la entrada de Jonathas, formó pareja de delanteros con Nino, y buscándolos de frente consiguió estirar al Tenerife, que tuvo más dificultades para sentirse otra vez dueño del partido. El recién ingresado Jonathas disparó más en 5 minutos que su equipo en la hora anterior, ninguna de ellas con ventaja, porque los centrales se multiplicaron para controlarlo. Baraja también movió pieza, puso en el campo a Javi Muñoz en lugar de Joselu, pero esta vez más avanzado, para acabar con la libertad con la que estaba armando juego Iván Sánchez.

Poco a poco, el equipo local fue recuperando las sensaciones de control, haciendo descansar su equilibrio en el enorme trabajo colectivo liderado por la gran lectura de juego de Aitor Sanz. El capitán hizo un segundo tiempo impresionante, en la posición y en su despliegue -fue el que más disparó a portería-, tapando, apretando, controlando cuando era menester y proyectando los ataques sobre los espacios libres, como en el pase con el que dejó a Bermejo solo ante Édgar Badia, que rechazó con el cuerpo lo que parecía el segundo gol (83').

Los últimos minutos se hicieron interminables, porque el Elche se volcó a centrar, convirtió en peligroso cada saque de banda cerca del área, y tuvo, tal vez por primera vez en la tarde, la sensación de que podía empatar. El Tenerife, en bloque, lo achicó todo.