Tirando de clásicos, el empate es justo, porque premia el reparto que hubo en el partido. Cada equipo dominó una mitad, aunque la última impresión es que el Rayo estuvo más cerca de ganar. No es tan así, las mejores ocasiones fueron locales, en especial antes del intermedio.

El Tenerife estuvo por encima en todo, menos en el marcador, cuando tuvo frescura para presionar y atacar en velocidad, durante una primera parte intensa, en la que fue imponiendo poco a poco su fútbol vertical después de recibir el primer susto de la noche, con el disparo al poste de Mario Suárez (5'), tras una acción individual de Qasmi en el área. Hasta el descanso, los blanquiazules llegaron con claridad suficiente para marcar, pero no ejecutaron el final de sus explosivas entradas en el área, a donde llegaron con cierta frecuencia. Lo hicieron por varios caminos. Unas veces con las conducciones de balón de los centrales hacia campo contrario; otras, con los cambios de orientación de Milla sobre las entradas de Luis Pérez y, en general, con las variantes que le dan sus dos delanteros. Dani Gómez, en especial, tiró desmarques, bajó a enganchar y tuvo opciones para rematar de frente. Fue una pesadilla para dos centrales muy altos, atacados siempre al espacio.

La primera gran ocasión (7') salió de esta gama de recursos, en un pase profundo de Alberto, que Álex Muñoz convirtió en un servicio goloso al que nadie llegó para empujar a la red en boca de gol.

En el contraste de estilos, el Rayo (4-4-2), trató de salir a campo contrario combinando por dentro y aceleró el ritmo en tres cuartos con jugadores de la habilidad de Isi, Montiel o De Frutos. La sensación de peligro visitante no desapareció nunca, aunque su bagaje de opciones reales fue muy poco. El bloque blanquiazul por dentro se cerró sobre las posesiones del rival y luego buscó la salida siempre de forma directa. En el 22', Dani Gómez se durmió con todo a favor para hacer gol después de haber aprovechado un error de Tito, de los pocos que cometieron los madrileños. El delantero estuvo lento en la ejecución y su oportunidad se frustró. Todavía, antes del intermedio hubo dos situaciones más. La primera, que fue descartada como penalti por el VAR, dio con Joselu en tierra (30') cuando iba a marcar ante Dimitrievski. Catena cargó al delantero cuando este tenía la posición cogida frente al portero, pero el árbitro no cedió. La última, la más clara, cuando Suso cabeceó y un defensa sacó la pelota bajo el travesaño, al borde del intermedio.

De más a menos luego

El gasto que hizo el equipo de Baraja pareció pasar factura a medida que avanzaba la segunda parte. La gran diferencia respecto a los anteriores encuentros en casa, durante esta racha ganadora, es que a estas alturas de partido, el equipo solía llegar con ventaja en el marcador, lograda en los primeros compases. Esta vez, el 0-0 requirió el esfuerzo de seguir yendo a buscar el gol. Hubo un tramo en el que el partido se convirtió en un peligroso ida y vuelta, del que pudo caer el ansiado tanto cuando Joselu disparó mal a las manos de Dimitrievski (61'), en la que fue la última presencia importante del equipo en el área madrileña.

La media hora final fue del Rayo, que empezó a anticipar, a ganar balones divididos y a empujar hacia su área a un Tenerife que daba síntomas de agotamiento. Jémez, que había perdido al descanso a uno de sus grandes baluartes defensivos (Salveljilch) refrescó sus costados, con Advíncula y Álvaro García, y el equipo franjirrojo pareció más entero, más fresco, mejor puesto en el campo para coger los rechaces... Tanto fue así, que Baraja quitó a un delantero (Joselu) para poner un tercer centrocampista, tratando de recuperar el balón más lejos del área propia. Con Javi Muñoz no cambió una dinámica que acercó a los madrileños al gol. Lo impidió Ortolá rechazando un disparo frontal de Óscar (82') y parando un remate de Álvaro, que se plantó en el área con ventaja (85').

Con el tiempo cumplido, Baraja recuperó el dibujo, puso a Miérez y quitó a Milla, quizás para parar un partido que ya no tuvo más vida. De esa última media hora, el Tenerife puede sacar en positivo su admirable respuesta defensiva ante el acoso de un rival que, en la primera vuelta, le ganó con dos cabezazos en el área pequeña.

Los días que no se puede ganar, no perder es un triunfo.