Apenas cinco días después de cuajar un gran encuentro contra la Virtus y ser MVP de la Copa Intercontinental, Marcelinho Huertas fue de nuevo el mejor jugador de su equipo. Esta vez, sin embargo, aportación insuficiente para que el Iberostar Tenerife se mantuviera con vida en la Copa del Rey. Pese a un inicio algo dubitativo en ataque, el brasileño nunca se escondió, sosteniendo a los aurinegros con ocho puntos en el segundo cuarto, y apareciendo en el momento de la verdad al aportar otros siete y repartir cinco asistencias para un total de 12.

Con todo, y pese a su canastón para el 85-84, el de Sao Paulo no llegó del todo fresco al tramo decisivo. Quizá los casi 35 minutos que estuvo en pista tuvieron algo que ver. El flojo partido de López o que el momento de Lundberg como uno tampoco fuera fructífero, le condicionaron. Desgaste físico, y también el psicológico, el de ver que los numerosos contactos a los que era sometido se iban al limbo una y otra vez... Un triple frontal suyo se quedó muy corto con dos minutos por jugarse, luego casi se hace un lío en el ataque final, y en la penetración por línea de fondo que debía ser definitiva, pisó el límite de la cancha. La marca de Bandja Sy que Ibon Navarro había ordenado sobre él en ese tramo final casi acaba asfixiándolo. Eso sí, muy cuco, forzó una falta en ataque para darle un último halo de esperanza a los laguneros. En su enésimo saque de fondo, de esos en los que tanto viene produciendo este curso, no pudo encontrar receptor. O mejor dicho, ni Senglin dejó recibir a Konate, ni los colegiados fueron valientes para pitar una falta clara que, lo más probable, hubiera cambiado el signo definitivo del marcador.