Descaro, una broma en medio del entreno, una gracieta cuando nadie lo espera, un brinco en el banquillo y el puño apretado para celebrar la canasta de uno de los suyos, un cántico en el vestuario, abrazos y un sinfín de fotos con la afición€ Así es el día a día de Georgios Bogris y Moussa Diagne, rivales mañana en la tercera eliminatoria de cuartos de la Copa del Rey de Málaga.

Lejos de ser una pose impostada, la jovialidad y pasión que rezuma Bogris tienen que ver en parte con la simbiosis que se generado entre él, el CB Canarias y la Isla, pero sobre todo por el carácter del griego. "¿Qué si soy el líder espiritual del equipo? Eso se lo deben preguntar a mis compañeros, yo trato de aportar mi energía, defender, rebotear, hacer faltas cuando toca, animar dentro pero también fuera de la cancha€", explica el ateniense, que sí considera que "ahora" dos meses después de su llegada "la química en el vestuario" es mayor que en el momento de su regreso a Tenerife.

Ratifica así Bogris las recientes palabras de Txus, que calificaba al heleno como "el mejor fichaje posible". "Me halaga", admite con cierto rubor Georgios, que se declara un profeso soldado de su técnico, con el que comparte "un feeling especial" casi desde el primer día. "Sé que mis números nos son espectaculares, pero eso no me importa porque sé que puedo hacer otras cosas en el poste bajo, como pasar el balón o poner bloqueos; Txus sabe que tiene en mí un pívot diferente a Gio [Shermadini]".

Va incluso el interior canarista un paso más allá cuando se le cuestiona si un día es el sacrificado y no juega. "Mira, estoy acostumbrado desde muy joven a jugar en clubes grandes, y ahí no se puede ser egoísta, solo en ayudar en lo que esté en tu mano para que el equipo rinda mejor y gane", argumenta Georgios. "Dentro y fuera de la pista", recalca el griego.

Parecidos razonales

Un discurso, el del jugador canarista, con muchas similitudes al que mantiene Moussa Diagne, uno de los líderes del MoraBanc Andorra, por mucho que él mismo reniega de la condición de capitán. "La gente que me conoce sabe que desde que empecé a jugar soy así, juegue o no. Siempre animo y trato de apoyar a mis compañeros porque cualquiera lo puede hacer mejor. Y lo haré siempre hasta que me retire", comenta el senegalés sobre su forma de entender el basket.

Un parecido, respecto a Bogris, que ambos admiten. "He visto sus vídeos y es verdad que tenemos el mismo estilo, ya que los dos nos pasamos el día apoyando a los compañeros y haciendo el partido más caliente€ aunque siempre respetando al rival", apunta el africano. "Es cierto", añade Georgios, si bien el griego matiza. "No nos parecemos nada en el juego, ya que él siempre está tratando de finalizar y es mucho más atlético, capaz de hacer mates, tapones y esas cosas espectaculares que le gustan a la afición. Él es más joven y yo no puedo estar machacando continuamente", dice en tono jocoso el ateniense.

Entrega y pasión como denominador común que, en el caso de Bogris, no pasan desapercibidas para la parroquia canarista. Y él lo sabe. Huertas y Shermadini acaparan los focos de las estadísticas, pero las cámaras de los seguidores aurinegros están más cómodas con Georgios. "El domingo me decían 'No griego, no party' tras ganar la Intercontinental; siento el cariño de la gente", comenta entre risas el heleno, que bien podría considerarse ya un ídolo de la parroquia aurinegra. "Hace un par de años estuve nueve meses aquí y ahora llevo dos meses, pero en realidad parece que ha sido toda la vida", explica sobre lo cómodo que se siente en la Isla. "Aquí es sencillo conectar con la afición, porque están muy cerca del equipo, algo que también sucede en lugares como Murcia y Burgos". Mañana, y quién sabe si el sábado y hasta el domingo al griego lo veremos haciendo de las suyas. Son esos gestos intangibles que no salen en las estadísticas, pero que ayudan a ganar partidos... y en ocasiones, hasta títulos.