¿Qué sensaciones le deja la consecución de la Copa?

Son muy buenas. Era un objetivo que se marcó el equipo, y me quedó claro desde que fiché por el Teruel. El ganar un título, y máxime cuando lo haces por la mínima en el tie break, vale el doble. Después de celebrarlo con la gente, ya estamos pensando en el partido del sábado -se miden al penúltimo clasificado, el Amoradí-; tenemos que seguir estables para conseguir la Liga también.

Solo les falta la Superliga para ser poseedores de la Triple Corona.

El Teruel, desde que se forma, y siendo una de las potencias del voleibol nacional, siempre se busca conseguir los máximos títulos posibles. El haber conseguido Supercopa y Copa nos sirve como motivación para poder lograr algo más grande, como es esa Triple Corona que comentas. En dos meses, acaba la liga regular y empiezan los playoffs, que este año son de ocho equipos; eso nos obliga a estar más preparado ante posibles equipo sorpresa.

¿Le queda pena de no poder contar con más minutos en los planes de Miguel Rivera?

Por desgracia, esta temporada me ha tocado estar en un segundo plano y ayudar al equipo en lo que me deja el entrenador. De todos modos, ya sabía a lo que venía; es lo que me esperaba y ya venía mentalizado. Siempre te frustra el hecho de no jugar, pero, el entrenador, cada vez que puede, nos da la oportunidad a aquellos que hemos sacrificado el jugar por estar en el Teruel. No obstante, por mucho que los que jueguen sean siete, los títulos y los buenos resultados penden de los doce que entrenamos; en este equipo, somos una familia y nadie se cree superior a nadie.

¿Se hace complicado el salir en momentos clave y no desentonar, y máxime siendo colocador?

El problema del colocador es que nuestro trabajo, realmente, no se ve reflejado nunca; cuando hacemos un partido muy bueno, al que valora la gente es al atacante, mientras, cuando sale un mal partido, siempre se critica nuestra labor. Entonces, entrar desde el banquillo teniendo esa responsabilidad es duro, sobre todo por no tener la continuidad y la confianza en ti mismo que tienes cuando eres titular. Cuando entras, lo haces como con pies de plomo. Lo positivo es que los compañeros siempre me respaldan.

¿Cambiaría uno de los títulos por ser titular?

De ninguna manera. Al final, con el paso de los años, nadie recordará a los jugadores, pero sí que valorarán los títulos. Lo principal es el colectivo y no la individualidad; creo que es la actitud que debería tener todo jugador de equipo.

A nivel individual, ¿cuál es su objetivo en caso de que se consiga el triplete?

Bueno, tal y como le he comentado a mi entrenador y compañeros, a mis 24 años, tengo la necesidad de pasar a un primer plano y tomar las riendas de un equipo. Al final, un triplete sabría mejor siendo titular que suplente; no es lo mismo tener la responsabilidad del balón decisivo en tus manos, que verlo desde el banquillo. En resumen: mi objetivo a corto plazo es poder estar en un equipo que confíe en mí y me dé las riendas para demostrar el potencial que creo que tengo.

Cambiemos de asunto. ¿Considera que hay desigualdad hacia el género masculino en el voleibol?

Puede ser. Ahora se habla mucho de la situación de desigualdad que vive la mujer en diferentes ámbitos de la vida; yo, como jugador de voleibol, vivo lo mismo siendo hombre. Creo que el femenino siempre ha estado muy por encima del masculino y eso es algo que ocurre porque la gente va más a ver al femenino que a nosotros. Lo que no podemos hacer es obligar a nadie a que venga a vernos; es una elección totalmente libre. No obstante, me da pena eso y que mi Isla no tenga ningún equipo masculino en la élite.

Hablando de Tenerife, ¿ve que eso se pueda revertir?

Ojalá. Espero que de aquí a un par de años se le vuelva a dar la importancia que tiene el voleibol masculino en Tenerife. Creo que mi colegio, el Cisneros; así como el Arona, que pese a los problemas siempre hace un buen papel, están haciendo un gran trabajo para revertir la situación.