Cuando accedió a la presidencia del Tenerife, en febrero de 2006, el club no tenía director deportivo. La primera gran decisión que tomó Miguel Concepción, relacionada con el equipo, con lo futbolístico, consistió en cubrir ese puesto de tanta relevancia. Así llegó a la Isla Alfonso Serrano, el primero de los seis arquitectos de proyectos que trabajaron a sus órdenes. El séptimo está en camino.

Serrano, avalado por Santiago Llorente -secretario técnico de referencia para el tinerfeñismo-, sentó las bases de una plantilla que acabó conquistando el ascenso a Primera en junio de 2009, el mayor éxito de la etapa liderada por el empresario palmero. Alfonso eligió a José Luis Oltra y también dio forma a un plantel en el que destacaron jugadores como Pablo Sicilia, Mac Bertrán, Culebras, Manolo Martínez y, sobre todo, Juan Francisco Martínez, Nino.

Pero el vallisoletano sorprendió con su dimisión cerca del final de la campaña 2007/08. Ante tal tesitura, Concepción apostó sobre seguro y recuperó a Llorente para que iniciara una tercera etapa en la entidad. El impulsor del mejor Tenerife, el de los 90, aprovechó la estructura existente y puso su toque personal con la vuelta de Aragoneses y los fichajes de Alfaro, Juanlu, Kome, Luna. Richi... Nombres que pasaron a la historia, junto con los anteriores, por el éxito culminado con el 0-1 en Montilivi.

No había motivos para dar un golpe de timón, así que Llorente continuó con el reto de ayudar a Oltra a mantener al equipo en Primera tras una Liga, la 9/10 en la que, ante todo pronóstico, el club se reforzó muy poco: Román Martínez, Bellvís, Aitor Núñez y Dinei. La respuesta en enero fue nula.

El Tenerife cayó a Segunda A y Llorente se propuso compensar esa decepción diseñando un equipo ganador que recorriera el camino inverso. Oltra no siguió, fue sustituido por Gonzalo Arconada, se apostó fuerte por Julio Álvarez, Natalio, Melli... Pero todo salió mal, y demasiado pronto. Tras un par de meses de competición, aquel Tenerife que nació con la exigencia de subir por la vía directa, se convirtió en un candidato a bajar. Llorente, rendido, aceptó sus errores y presentó la renuncia antes del mercado de invierno de 2011. En una situación crítica, Concepción le encomendó a Juanjo Lorenzo la misión de evitar el desastre. Kitolo, Dubarbier e Igor fueron sus aportaciones en la mitad del curso, y luego buscó soluciones de emergencia con los relevos en el banquillo de Antonio Tapia por Mandía y, posteriormente, de David Amaral por Tapia. Pero no hubo manera. El 18 de mayo de 2011, Lorenzo dio un paso al costado y pidió disculpas a la dolida afición. El descenso obligó al club a adaptarse a la nueva realidad. Una vez más, tocaba escoger a un secretario técnico; esta vez, a un especialista en la Segunda B.

Así se abrió la etapa de Pedro Cordero. Avalado por su anterior presidente, Quique Pina -en el Granada-, el cartagenero se encargó de la doble tarea de negociar la salida de los futbolistas con contratos más altos y crear un plantel con lo mejor de la categoría: Perona, Marcos, Bravo, Loro... Y no había margen de error. La única meta era el regreso al circuito profesional. Probó con el entrenador Antonio Calderón, insistió con Andrés García Tébar y, por último, encaró la promoción con un preparador de la casa, Quique Medina, que se quedó a un paso del objetivo. Precisamente, el exdefensa fue el sustituto de Cordero en junio de 2012.

El primer -y por ahora único- director deportivo tinerfeño de Concepción dio con la tecla recuperando a Suso y a Cristo Martín, fichando a Ros o a Moyano, fomentando la presencia de canteranos en el equipo y, principalmente, dándole el mando a Álvaro Cervera.

Medina continuó en Segunda A y en el verano de 2013 plantó una semilla que sigue dando sus frutos. Fichó a Aitor y a Carlos Ruiz, dos de los actuales capitanes. Su plan también funcionó inicialmente en la recuperada categoría, pero no llegó a consolidarse en la segunda temporada. El desgaste provocó su desvinculación el 10 de junio de 2014.

El siguiente paso dado por el club no fue nada estable, al menos en un principio. Concepción volvió a los orígenes y contrató a Serrano para que formara una comisión deportiva con Cervera. El resultado en el plazo corto no ayudó por fichajes que aportaron poco o nada como los de Jacobo, Ulises Dávila o Cristian El Ruso García. Dadas las circunstancias, el entrenador terminó centrándose en su función principal y Serrano asumió todo el control -rozó el ascenso con el equipo de José Luis Martí- hasta que acordó su salida en noviembre de 2018 para dar paso a la llegada de Moreno, protagonista ayer por haber dejado de ser el director deportivo del Tenerife.