Ganar títulos como si fuera ya una costumbre. El Iberostar Tenerife conquistó anoche su segunda Copa Intercontinental -tercer entorchado internacional que logra en menos de tres años- tras doblegar a la Virtus de Bolonia en un partido a varias marchas y del que supieron salir airosos los laguneros pese a algunos momentos delicados. Y es que tras superar un desastroso inicio (1/11 en tiros de campo) y que su rival apretó de lo lindo en el cuarto final para hacer que se evaporara una renta que llegó a ser de 15 (del 42-57 al 67-70), el conjunto lagunero logró tener más temple que los de Sasha Djordjevic en el momento de la verdad. Superioridad que los de Vidorreta basaron, una vez más, en la aportación ofensiva de Huertas y Shermadini (41 puntos entre ambos), y a la aportación colectiva en el rebote, logrando 13 capturas más que los italianos, y encontrando un filón en las segundas opciones, donde los isleños lograron nada menos que 16 tantos.

Peor no pudo ser el arranque para el Iberostar, con el brazo encogido como nunca se le había visto, lo que le llevó a errar sus seis primeros tiros y perder tres balones. Solo otra irregular puesta en escena de la Virtus evitó una sangría mayor (7-0). Con Yusta en dos faltas y Huertas desquiciado (0/6 en lanzamientos de campo y 0/2 en libres) el borrón continuó (la primera canasta llegó tras casi cuatro minutos de juego) hasta el 1/11 (9-4).

Pero el cuadro canarista no se vino abajo. Cerrando bien el rebote defensivo, siendo sólido en el uno contra uno (gracias sobre todo a la intensidad de Lundberg y Konate) y encomendándose a Shermadini debajo del aro (ocho puntos en cinco minutos), los de Vidorreta no solo enmendaron su horroroso arranque, sino que firmaron un parcial de 2-12, rubricado con espectacular reverso de Lundberg, para el 11-16.

Con Konate redoblando esfuerzos en ambos lados de la pista (sobre todo corriendo a campo abierto junto a Iffe) y moviendo el balón con paciencia, el Iberostar dio continuidad a su recuperación para disparar su renta hasta la decena (17-27, 15'). Ahora sí, este Iberostar, el del pico y la pala, ya era mucho más reconocible. A la fiesta del sacrificio se unió incluso Huertas, que le quitó la tapa al aro con un triple para el +12 de los canaristas (21-33, 17'). Ahí la Virtus recurrió a las penetraciones de Markovic y el oficio bajo el aro de Gamble (27-35), pero entre un triple al límite de White y una canasta de Shermadini (13 puntos al descanso) la renta canarista se quedó en la decena (32-42) tras 20 minutos de juego.

Reacción de la Virtus

Aprendida la lección del inicio y con la tranquilidad que le generaba su ventaja, el Iberostar se mostró mucho más cómodo a la vuelta de vestuarios. Y quien más tenía que reivindicarse era Huertas, que quiso desquitarse a lo grande de su horrorosa primera parte. Lo hizo primero sin necesidad de asistir, sino con dos triples tras sendos rebotes ofensivos (35-48). En medio, y aunque la Virtus amagó con remontar en unos minutos de cierto desconcierto canarista (42-50), un triple de Salin y un robo de White catapultaron a los laguneros hasta el 42-57. Ya, a la segunda intentona de los de Djordjevic (desde el 6,75 y anotando fácil bajo el aro), volvió a aparecer el de Sao Paulo (15 puntos en el tercer cuarto) para dejar el +13 (54-67) con 10 minutos por jugarse.

Por sensaciones y marcador, el Iberostar ya tocaba el título con la yema de los dedos. Pero no. La Virtus apretó atrás, provocando numerosos tiros forzados al límite de la posesión e incluso un par de pérdidas en saque de fondo, mientras que en el otro lado de la cancha los transalpinos sacaron tajada del buen uso de las esquinas para castigar con tres triples (67-70).

Momento crítico a cuatro minutos del final que resolvió el Iberostar encomendándose a Shermadini y Huertas (ocho puntos entre los dos), pero también apretando atrás y agarrándose al ímpetu de Bogris para cargar el rebote ofensivo (70-78, a 40"). Suficiente para no pasar apuros, provocar la rendición de su adversario y volver a saborear la gloria mundialista.