Cinco meses se cumplen hoy desde que fichó por el Midayu. ¿Cómo valora este tiempo?

Muy positivamente. He de decir que me sorprendió la repercusión que tuvo la noticia. Cuando Guada (por José Luis Guadalupe) dio a conocer el fichaje me di cuenta de que mi llegada al club interesaba más a la gente de lo que imaginaba. Para mí, incorporarme al Midayu es estar entre amigos, en familia; los conozco desde hace muchos años. Me han recogido en un momento en el que me quedaba sin club, y necesitaba tener un refuerzo, un apoyo. Han sido todo facilidades y estoy tremendamente agradecida. Además, a Tenerife he venido por competiciones, por trabajo? es un sitio al que todo el mundo quiere venir -se ríe-. Me lo pusieron demasiado en bandeja como para decir que no.

No es la primera experiencia con el reputado entrenador José Luis Guadalupe.

Así es. A Guada lo conozco desde hace quince años. En la primera concentración que hicimos en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sierra Nevada, en el 2008, cuando aún no había ido ningún nadador paralímpico, le convencí para que Dácil (Cabrera) viniera conmigo. Allí, él fue mi entrenador, cosa que hizo que se fraguara la confianza y amistad que nos une hoy día. El año pasado, en un comentario sin más en el que le dije que había tenido algún problema en mi anterior club, me dijo que me abría las puertas en el Midayu; y aquí estoy.

¿Se podría hablar de que se benefician club y Teresa recíprocamente?

Sí. Más allá de lo que le pueda aportar yo al equipo, el Midayu me aporta tranquilidad. Mi entrenador se encarga de cosas tan sencillas como gestionar los Campeonatos de España y, por fin, vuelvo a tener la oportunidad de ir con mi equipo a competiciones por relevos; algo de lo que no disfrutaba desde hace mucho. En un año tan importante como este, es importante que los deportistas nos centremos solo en los Juegos Paralímpicos; no podemos perder el tiempo en hacer licencia e inscripciones. El club en el que estuve el año pasado se olvidó de inscribirme en el Campeonato de España; eso es muy gordo. Aquí eso no me va a pasar porque está todo súper controlado.

Habla de las Paralimpiadas de Tokio; sus sextas. ¿No hay seis sin siete?

Yo ya pienso en París (2024). Ya he dicho anteriormente que me iba a retirar y no lo hecho, ¿para qué decir que me retiro si después no lo hago? Si luego me retiro, todo el mundo lo entenderá porque es normal, soy mayor y hay otras cosas en la vida. Me sigue llenando competir y me chifla cuando estoy entrenando con mi equipo. Si lo hago sola, es un poco más duro; soy de roce, de gentes.

Digamos que eso de no ponerse límites lo lleva en su ADN.

¿Verdad? El listón dice que son diez años en la élite, y yo ya llevo compitiendo con la selección española 22 años. En todo ese tiempo solo he dejado de participar por el embarazo (2010). Los límites son imaginarios, son excusas. Yo siempre tengo el planteamiento de que cuando hablamos de ellos es porque necesitamos una excusa, sobre todo psicológicamente hablando, y tener una carta comodín que utilizar con el bueno, pero es que. Tú te lanzas y, si sale bien, genial, si no, a la siguiente.

Eso tiene mucho que ver con el 'espiralismo' que trata en su libro La fuerza de un sueño

Exacto. Yo soy muy básica. Si estás vivo, adelante.

¿Cómo define el término su propia creadora años después?

Se resume en que tienes que ser el centro de tu felicidad. Pon a tu alrededor lo que necesites para ser feliz, y lo que no, lo sacas. Eso que eliminas en un primer momento, quizá luego lo necesitas. Hablo de algo material, personas y emociones. Es verdad que la felicidad no la podemos tocar, ni medir. No hay ningún metro o balanza en la que podamos cuantificarla; parece que si lo pudiéramos hacer, nos quedaríamos más tranquilos porque necesitamos tener controlado todo lo que está pasando. A veces, tengo la sensación de que vivimos en esa búsqueda eterna y absurda sin darte cuenta de que ya tienes muchos motivos para ser feliz. Mi centro de la felicidad es estar viva, a partir de ahí voy metiendo el resto. Dentro de la teoría del espiralismo refrendo que si tú eres feliz, serás capaz de hacer feliz a los demás; por lo tanto, es un acto de generosidad. Obviamente hablamos de una espiral ascendente, positiva. En ocasiones, parece que si no tienes nada malo que contar, no tienes de qué hablar.

Por la manera de transmitirlo, parece que no solo lo piensa sino que lo siente.

Sí. Me considero una persona pasional, bruta e incluso visceral; tal cual lo pienso, lo digo. Ocasionalmente, cuando hablo de amor, le choca a la gente. Eso me gusta, me encanta ver cómo reaccionan.

Retomando su obra biográfica y haciendo alusión a su título. ¿Se podría decir que cuando se ve abocada a una silla de ruedas transforma una pesadilla en un sueño?

He de decir que no fue premeditado. Yo no me quedé en silla y dije: voy a competir. Yo era karateca, no tenía nada que ver con el agua; empecé con un chaleco salvavidas en una piscina de niños, con mi tío y mi hermano a los lados y un silbato por si me pasaba algo -se ríe-. Entonces ni imaginaba que me esperara una oportunidad tan grande como la de competir. Cuando a la vida y a las oportunidades le abres la puerta -el corazón-, te puedes llevar grandes sorpresas. Después unos tres meses de transición, fui capaz de cambiar un momento muy duro como es la pérdida de movilidad. Con 19 años, tienes tu proyecto de futuro por delante y nunca te planteas estar en silla de ruedas; es más, el pensamiento es el de hacer una vida normal; desde entonces no la tengo normal, la tengo extraordinaria. Bien es cierto que he hecho cosas alucinantes; no por ir en silla, sino porque me he hecho mayor.

¿Ir en silla le ha limitado?

Solo en ocasiones. A veces me lo ha puesto más difícil e incómodo; no obstante, en otras como en la natación, más fácil para ir a por ello. Vi que flotaba, que era capaz de ir de un lado a otro de la piscina y dije jolín, pues esto me gusta.

Supongo que el agua le da esa libertad que le arrebató la enfermedad que sufrió a los 19 años.

En efecto. Dentro del agua tengo autonomía y esa independencia. Nadando no me hacía falta la silla ni mi madre empujándome detrás. Soy yo conmigo misma. Poco a poco, me fui motivando y vi como el cronómetro se paraba antes. Desde entonces siempre busco mejorar; la técnica perfecta, en definitiva, la excelencia. Tengo mucho amor propio. Pasé de esa miradita de ay, la pobre, al bualá, tienes 26 medallas. Si la vida fuera un camino llano y lleno de rosas sería muy aburrido y no la valoraríamos tanto.

Nadadora, escritora y política. ¿Esta última faceta ha sido la más compleja de afrontar para usted?

Yo invito a la gente que se meta en política. Es un mundo complicado, que no lleno de tiburones, como se suele decir; hay gente maravillosa y extraordinaria. No me gustan los prejuicios tales como que todos los cojos tienen mala leche, todas las rubias son tontas y todos los políticos son corruptos; hay algunos, muchos, pero no es la generalidad. Es muy cómodo generalizar y quedarse tan ancho. En la política conocí a gente que le apasionaba lo que hacía y quería defender a la gente; eso me generó un profundo respeto hacia ella.

Usted fue diputada del Partido Aragonés Regionalista (PAR), entidad constitucionalista e ideología liberal. Difícil posición allá por el 2003 pero, por lo que parece, más en la actualidad.

Bueno, soy de las que pienso de que siempre tienes derecho a defender tus ideales, y máxime cuando estos son generosos y respetuosos con todo el mundo. Nuestra naturaleza era la de defender a Aragón, un territorio con orografía compleja y con 1.200.000 de habitantes, de los cuales 800.000 viven en Zaragoza. Nos pasaba como a ustedes aquí en las Islas; era muy complejo llevar todos los territorios y reclamar lo que precisaba nuestra comunidad. Era algo como ey, que estamos aquí. Puedo decir que los medios de comunicación me trataron muy bien; yo no era una política habitual, quitaba la paja e iba al grano.

¿Descarta volver?

No descarto nada. Ofertas he tenido prácticamente de todos los partidos. En todas las elecciones me vienen a llamar a la puerta, y eso me encanta, pero también me gusta poder decirles que no es el momento. Yo ahora estoy muy feliz con lo que hago y ayudando a gente. No tengo ninguna varita pero, por lo general, lo que cuento le sirve a la gente.

Varita no, pero parece que sí la receta para la felicidad. ¿Podría revelar los ingredientes de la misma?

El principal, para mí, es mi hijo; es como la levadura de mi vida. También el amor a la vida. Cuando ves mundo y diferentes realidades, te das cuenta de lo que tienes en tu propio entorno y lo que puedes llegar a conseguir. He de decir que la ambición también me encanta, cuanto más lo seas, más agradecido con la vida serás. No es que renuncie al disfrute del momento, es saber que cuando has hecho algo, la vida sigue y toca la siguiente meta.