El partido de ayer en el Francisco de la Hera se presentó para el Tenerife como una prueba y una oportunidad. Después de haber enlazado tres victorias en el Heliodoro Rodríguez López, el equipo necesitaba trasladar esa racha a los partidos a domicilio, donde no había ganado con Rubén Baraja. Y la opción de conseguirlo ante el Extremadura iba a aportarle un valor extra por poder derrotar a un rival directo. En otra obra coral y casi sin fisuras, los blanquiazules no solo superaron esta señalada prueba rindiendo a un nivel comparable al de los equipos más potentes, sino que aprovecharon la oportunidad de acomodar un más que probable e inminente despegue hacia la zona tranquila de la clasificación.

De momento, ya dejaron muy atrás -seis puntos más el golaveraje- a un adversario que compitió ayer con la esperanza de adelantar al conjunto tinerfeño en la tabla. Con argumentos que van demostrando que ya le está quedando pequeña la lucha por la permanencia, pero con la frustración de llegar tarde a metas más ambiciosas, la carrera hacia los 50 puntos continúa para un Tenerife que se obliga a no relajarse; ahora con dos encuentros seguidos en casa, ante Rayo Valecano y Elche.

Ayer, otra prueba más de que hay garantías en el césped y en el banquillo, esta vez con el primer triunfo de Baraja en campo contrario, en un momento crucial y que, de paso, pone fin a la increíble racha de más de una temporada y media sin encadenar dos triunfos en Liga. No lo hacía desde abril de 2018, con Etxeberría.

Para conseguirlo, el Tenerife fue tejiendo una actuación casi perfecta, dadas las circunstancias. Empezó conteniendo a un impetuoso Extremadura a base de concentración y orden. Era lo que tocaba tras un arranque enérgico de los locales, impulsados por un estadio para el que no quedaron entradas a la venta. Y así fue progresando. Del orden y la concentración pasó a dar algún zarpazo en ataque, con un Shaq Moore que fue la gran novedad en la alineación. Más o menos se veía venir que Álex Muñoz iba a recuperar su lugar en el lateral izquierdo y que Sipcic iba a formar la pareja de centrales con Alberto, pero no tanto que el estadounidense fuera a jugar en el lugar que habitualmente ocupa Suso. Baraja se decantó por el poderío de Shaq Moore, que se estrenó como goleador tras recibir un pase de Álex Muñoz. El Tenerife sabía que en algún momento le iba a llegar su momento, y no perdonó.

Esa ventaja dio paso a otra etapa en el juego de los blanquiazules. Ante un Extremadura que trató de no salirse de su guion y que siguió empujando, los tinerfeños vieron abierta la vía de conquistar los espacios con pases a sus puntas a la espalda de los defensas. Ahí se lució un Dani Gómez, que ya había avisado antes del 0-1. Primero disparó floto tras una conexión con Luis Milla, y luego provocó un penalti cometido por Pardo del que se adueñó Milla para firmar el 0-2. Un partido que había arrancado con tendencia hacia el empate a cero o, como mucho, un resultado corto, se había roto a favor de los tinerfeños, y con tiempo todavía en la primera mitad para que Dani Gómez se quedara a un paso de anotar tras una acción personal en el área.

Lejos de bajar los brazos, el Extremadura hizo lo posible para rearmarse tras el descanso y meterse en el partido. Mosquera quitó a un pivote posicional, Rocha, para meterle más dinamismo al juego con Cristian. Salieron decididos a recortar distancias. Y lo cierto es que merodearon el área de Ortolá con una constante sensación de peligro, pero sin remate, solo uno de Nono desde la frontal del área.

Como en la primera mitad, pero con la valiosa renta de dos goles a favor, el Tenerife volvió a responder con orden y concentración, teniendo las dos líneas de cuatro cercanas y dejando a Joselu y Dani para iniciar la presión. Fue entonces cuando se produjo otra de las acciones más influyentes del encuentro, la expulsión de Álex Alegría por doble tarjeta amarilla (55'). Un duro golpe para un Extremadura que perdía al goleador, fichado en el mercado de enero, que le había permitido sumar en las dos jornadas anteriores. Para colmo, el Tenerife volvió a inquietar a Casto con la ocasión más clara en este tramo, protagonizada por Shaq Moore, quien solo ante el portero disparó alto.

0-2, el Extremadura con un jugador menos y más de media hora por delante. Mosquera no vio motivos para no arriesgar y metió en el campo a Pinchi y Álex López con la idea de que ocurrieran cosas en el área tinerfeña, y el resultado fue un penalti por manos de Sipcic señalado por el árbitro después de consultarlo en el VAR. Nono batió a Adrián Ortolá y el estadio azulgrana rugió con el "sí se puede", mientras los blanquiazules se transmitían calma haciendo gestos con las palmas de las manos paralelas al césped.

Fueron minutos de desconcierto para un Tenerife que había pasado de tener el encuentro totalmente controlado a ver peligrar el triunfo. Pero tras esa fase delicada, Baraja reforzó el centro del campo con el debutante Javi Muñoz y salió a escena el recital ofensivo del equipo con la figura destacada de Dani Gómez, quien cazó un centro lateral de Luis Pérez para firmar el 1-3 y dejar en silencio el Francisco de la Hera. El Extremadura sí parecía rendido esta vez ante un rival que fue a por más, de nuevo con la pegada del delantero cedido por Real Madrid: balón cruzado a media altura para batir a Casto. El posterior tanto de Pinchi tras un mal despeje de Ortolá, ya sin fuerzas ni tiempo para pensar ni en el empate, quedó en una anécdota.