El Tenerife le ha dado un vuelco a su pésima dinámica, de manera que todo lo que antes salía mal, ahora acaba bien. Nada de esto es casual. El equipo se ha adaptado muy bien a su nuevo estilo, que conlleva una determinación arrolladora, al menos mientras tiene fuerzas para ir hacia delante. Sale a buscar los partidos en bloque, va de frente a por ellos, ataca, a su manera, con más chispa y vigor que sutileza, y suele obtener ventaja en los primeros minutos. Repasando la trayectoria de Baraja en casa, se ha puesto en ventaja antes del minuto 10 en cuatro de sus cinco partidos. A partir de esa renta, maneja las situaciones, no sin dificultades, y gana.

Ayer encontró el gol a los 7', a la salida de un córner que lanzó Milla y que había forzado Nahuel en su explosivo arranque de partido. En estas dinámicas, como sucede al contrario en las malas, el efecto contagio es general: Sipcic, que pasó un calvario en la primera vuelta, encontró su momento de gloria. Su gol, el que abrió el triunfo, se produjo con un cabezazo cargado de autoridad. Cuando Mariño sacó la pelota de su red, ya había tenido varios sustos, en dos o tres llegadas locales lastradas por la precipitación de los dos arietes, hiperactivos.

La fórmula funciona: Dani Gómez y Joselu, los dos puntas, juegan a la misma altura, vienen de cara al balón a hacer apoyos con los volantes, en ese movimiento arrastran a su central y eso abre camino para que Nahuel y Suso exploten su velocidad por fuera. Con este procedimiento, una presión alta y mucha intensidad en cada disputa, el Tenerife entró mucho mejor que un Sporting que pareció atolondrado y que necesitó tiempo para soltarse. Con la ventaja, el equipo de Baraja aflojó, dejó de recuperar el balón en campo contrario, no pudo hacer transiciones tras robo y se volvió más errático en la tarea de iniciar el juego desde más atrás. Esa ligera bajada de tensión local permitió a los asturianos tener más soltura para jugar. El equipo de Djukic fue creciendo y llegó a disponer de opciones de empatar. La base de su domino fue la superioridad numérica que creó por dentro Manu García, que partiendo desde la izquierda acabó siendo el dueño de la pelota. Los cambios de orientación a las entradas de Carmona o del lateral Bogdan en la derecha fueron una fuente de peligro y, de paso, pusieron en evidencia la endeblez del debutante Lasure, que tampoco tuvo en Nahuel a su mejor aliado. La opción local, como respuesta, fue jugar más directo hacia Dani Gómez.

Cuando ya Djuka había rozado el gol con una espectacular chilena (23') y Álvaro había perdonado ante Ortolá (41') tras un exceso de confianza de Lasure, surgió la jugada del 2-0, en una pelea más de Dani Gómez a la que respondió Babin con una tibieza caótica. El balón quedó suelto y apareció Joselu para marcar con Mariño fuera de su sitio.

El 2-0 mandó a los equipos al descanso, de donde volvieron adaptados a la nueva situación. El Sporting se volcó, abriendo el campo y ganando el balón más arriba. Suyas fueron las sensaciones y las opciones reales de gol. La entrada de Aitor García por Álvaro le dio al más enganche cerca del área. Ortolá evitó el gol de Carmona (58'), Babin lo rozó un minuto más tarde, Damián Pérez volvió a estar cerca de marcar y Aitor vio como su centro chut se paseaba por delante del marco sin rematador (63').

El Tenerife tenía cada vez más dificultades para aplacar la situación, porque la presión rival ponía a prueba su poca fiabilidad para jugar combinativamente. Sus pérdidas de balón se convertían en transiciones amenazantes. Baraja reaccionó, quitó a Joselu y cambió el dibujo, con Undabarrena de tercer volante. Djukic siguió metiendo dinamismo ofensivo. Uno de sus cambios fue darle entrada a Pablo Pérez, que tiró un gran desmarque invitando al pase de Pedro Díaz, para resolver sobre la salida de Ortolá (82'). Baraja ya había metido a Álex Muñoz en el costado izquierdo, adelantando a Lasure y formando un doble lateral, en el contexto de un repliegue indisimulado, que acabó triunfando por el oficio de todos en la tarea de parar el partido. El Sporting no tuvo más opciones, lo intentó con tiros desde lejos y acabó frustrado ante un Tenerife que coronó su semana grande.