Lo de Juan Antonio López García (Guipúzcoa, 9/6/1936) con Tenerife fue un amor a primera vista. Después de jugar en el Alavés, Athletic, Espanyol y Recreativo, sumando 22 partidos en Primera y 58 en Segunda División entre las temporadas 1956/57 y 1966/67, y de completar la transición hacia otra profesión mientras entrenaba al Mirandés, el exportero de Beasain fue destinado a la Isla para "escalar" en la empresa de representación en la que acababa de entrar. Se lo tomó como una obligación que no le seducía. Pero le bastó con pasar un día en Santa Cruz para advertirle a su superior que había encontrado el lugar ideal para vivir. "El encargado me acompañó para que no me escapara. Nos quedamos en una residencia que estaba enfrente de la farmacia El Negrito. A la mañana siguiente, después de desayunar, le aseguré que de aquí no me echaba nadie". Han pasado 54 años desde entonces y ahora vive en La Laguna.

La vida de Juanan, que es como le llamaban los compañeros en su época de jugador, dio un pequeño vuelco el pasado lunes cuando el sorteo de los emparejamientos de los octavos de final de la Copa del Rey deparó el enfrentamiento entre el Tenerife y el Athletic, el "único equipo que no quería" ver como adversario de los blanquiazules. "Desde entonces no he parado", confiesa refiriéndose al volumen de llamadas y mensajes que ha ido recibiendo en estos días. Entre ellas, la de su amigo José Ángel Iribar, que formará parte hoy de la expedición del Athletic. "Por experiencia, sé muy bien que si no voy al aeropuerto a recibirle, el Chopo me pone firme", apunta sobre el actual embajador del club de San Mamés y presidente de una asociación de veteranos que tiene en López al único residente en Canarias. "Pero, ojo, ellos están encantados de venir", añade sacando sus conclusiones de los comentarios que le han llegado desde el entorno del Athletic. "Eso sí, no se fían ni un pelo del Tenerife".

Juan Antonio estará mañana en el Heliodoro Rodríguez López, estadio que le resulta muy familiar, dado que es socio del club blanquiazul desde hace 52 años. "Al principio iba al palco que tenía la Policía Armada, porque era su entrenador, pero luego sí me saqué el carnet", explica López, quien, además de ser espectador, llegó a jugar un partido en el recinto de la calle San Sebastián. "Vinimos con el Athletic en la temporada 58/59 para participar en un amistoso en el que se inauguró la iluminación del Heliodoro. Fui titular y me tocó estar toda la primera parte en el fondo de Herradura. Me llamó la atención que cuando íbamos a sacar de centro, abrieron las puertas del estadio y la gente empezó a correr y se puso por detrás de la portería, incluso agarrando las redes".

El Athletic no tardó en regresar a la Isla, pero esta vez para competir en un partido de Primera División de la temporada de estreno de los tinerfeños en esta categoría. El 21 de enero de 1962 se disputó el primer Tenerife-Athletic en una competición oficial. López lo vio desde el banquillo, siendo suplente de Carmelo Cedrún, el guardameta titular del conjunto vizcaíno en aquellos tiempos. "Empatamos a uno. Íbamos perdiendo por 1-0 y Etura empató en la portería de Herradura", rememora como si el encuentro se hubiera celebrado ayer y trasladándose a una visita que se celebró en la Isla como si de un gran acontecimiento se tratara. "Nos quedamos en un hotel que estaba por la Plaza de la Candelaria, por donde ahora se encuentra Correos. Me eligieron a mí para que hablara para una radio. Luego hubo una exhibición de bailes regionales con chicas vestidas con trajes típicos. Lo pasamos bien. Salimos como locos para Bilbao" .

La Copa, competición que ganó López en la temporada 1957/58 en una final contra el Real Madrid, vuelve a unir los caminos de dos equipos muy especiales para el de Beasain. Mientras organiza su agenda para no faltar a la cita de mañana, desvela sus preferencias. "Soy socio de los dos clubes; del Tenerife soy el número ochenta y pico. Pero voy con el Athletic". Razones tiene este león tinerfeño.