Me han dicho que está usted estos días algo enfadado porque ha leído por ahí que le tildan de mayor, de viejo, y critican que siga corriendo con 57 años.

No, no, cuidado, no estoy enfadado, entre otras cosas porque han sido comentarios sueltos, esporádicos. Además, hoy en día, con las redes sociales, todo el mundo tiene una facilidad tremenda para lanzar sus opiniones y no me parece mal, siempre que sean desde el respeto. Yo, lo único que digo, es que, luego, cuando ves que ese que tú has criticado se deja el alma y arriesga la vida para ganar, ¡ojo! y gana, entonces debes reconocerle el mérito. Pero, insisto, yo, desde el respeto, lo acepto todo porque aquí, lo único que importa, es que yo me siga divirtiendo con lo que hago. Y eso se cumple.

¿Qué ha sido más duro, la preparación física y técnica del Dakar

Yo creo que los deportistas aceptamos muy bien esa parte, la del entrenamiento, la de la disciplina, la del sacrificio, la del gimnasio, por duros que sean, esos sacrificios los asumes desde siempre. Para mí, insisto, aunque muchos no lo creen, esa parte es rutinaria. Yo siempre me entreno, siempre, cada día. Y, además, cuanto más mayor eres, más te tienes que entrenar. Estamos hablando de un rally tan duro como el Dakar. Si tú no respetas al Dakar, el Dakar te deja en ridículo. Y nadie quiere ir a hacer el ridículo a ningún sitio. Es más, si no vas preparado, en el Dakar sufres muchísimo y nadie quiere sufrir a ningún sitio.

Pero he llegado a leer que durante cuatro meses no ha comido huevos fritos con jamón.

¡Qué va! ¡Qué va! Alguien no entendió mi comentario. Lo que dije un día, medio en broma, pero muy en serio, es que, dado que íbamos a correr en Arabia Saudí, no me podría llevar los sobrecitos de jamón serrano embasados al vacío que eran la delicia de mi equipo y mi compañero Lucas (Cruz, su copiloto) al acabar la etapa. Nada más. Yo me machaco tanto de agosto a enero, que puedo comerme unos buenos huevos fritos con jamón de vez en cuando, sí.

Pero lo que sí es verdad es que se metió la bicicleta estática en la sauna para correr horas en ella y acostumbrarse al calor.

Cierto, sí, ya lo hice cuando corríamos en Sudamérica y, curiosamente, esta vez, cuando pensábamos que íbamos a sufrir más calor, no ha ocurrido.

Hay gente que dice 'pero, bueno, si va sentado conduciendo, para qué tanta preparación'.

Sí, hay gente que tiende a pensar eso pero, insisto, en el deporte de alta competición vas al límite y no tú, no, todos. Este año Nasser, Stéphane y yo hemos sobrepasado demasiadas veces el límite, temiéndonos lo peor en muchos momentos. Te pasas cinco horas en el coche, yendo a fondo, sin conocer la ruta, con la adrenalina a tope, dando saltos, los impactos en el cuerpo son tremendos, yo, con 40 años de carreras, sufro de espalda y cuello, vas a 150 pulsaciones durante horas, si no te entrenas en serio, mejor que no vayas.

Se prepara, mejora el coche, corre y gana, ¿qué siente?

Pues lo que siente todo deportista que gana, bueno, y lo que siento también las veces que no gano, que son la mayoría: satisfacción, orgullo por el trabajo bien hecho. Corro para mí, corro por placer, corro por pasión. No corro para demostrarle nada a nadie. Corro porque me divierto, porque me lo paso bien, porque es mi vida, porque me entusiasma, porque me atrae competir, medirme con los demás y, por supuesto, me encanta ganar. El día que no se dé una, solo una, de estas condiciones, lo dejo. Yo no quiero ser uno más.

Para muchos usted, y perdone la palabra, es un héroe: ganar el Dakar a los 57 años, después de haberlo conseguido todo.

Por favor, usted y yo, todo el mundo, todos sabemos quiénes son los auténticos héroes de la vida, todos los tenemos cada día en nuestras mentes, cada uno puede escoger el suyo. Yo, desde luego, no soy uno de ellos. Insisto, lo que hago lo hago por diversión, porque me gusta. Yo, gracias a Dios, soy el mismo que, a los 27 años, me peleaba con los pilotos finlandeses para intentar ganar el Mil Lagos, de Finlandia, y usted estaba allí conmigo y lo sabe. Insisto, no trato de demostrar nada a nadie. Yo el ego lo tengo ya muy saciado, colmado. Yo ya he logrado lo que tenía que lograr, ya he salido donde tenía que salir, yo corro para mí.

Los que saben de esto de verdad, es decir, los expertos en carreras, dicen que usted no solo gana sino que hace ganar a coches que, de nacimiento, de origen, no son ganadores, pero usted, con mucho entrenamiento, cambios y consejos, los convierte en campeones.

Esa es, creo, una de mis mayores virtudes, bueno, cualidades: saber qué necesita un coche para ser mejor, no sé si ganador, mejor sí, desde luego. Pero todo esto, tiene su truco. Es decir, a mí me dan un buen coche y yo trato de mejorarlo, sí. Y lo mejoro, vale, sí, también. Y hasta lo convierto en campeón. Ocurrió, en el 2010 con el Volkswagen Touareg; se repitió, en el 2018, con el Peugeot 3008 DKR y ha vuelto a suceder este año con el Mini buggy. Es verdad que para mí tiene un enorme mérito haber ganado tres dakares con tres marcas y coches diferentes, pero el trabajo que hay detrás de los tres procesos es tremendo, por parte de la fábrica, del preparador, del equipo, de los ingenieros, de la tecnología y, sobre todo, no lo olvide al maravilloso Lucas, que en este Dakar ha estado providencial. Bueno, como siempre, él no suele fallar.

¿Tan importante en la victoria ha sido esta vez su copiloto?

Lo ha sido siempre. Es un ser encantador, con el que comparto una amistad estupenda. Piense que este año nos han dado el libro de ruta 15 minutos antes de empezar muchas de las etapas. Y, entonces, salíamos a ciegas. Lucas ha sido mi lazarillo y, casi cada día, hemos logrado el objetivo de todo dakariano: correr más que nadie y equivocarnos menos que los demás.

¿Qué imagen no olvidará nunca de este gran Dakar?

Una preciosa: Nasser (AlAttiyah) y Stéphane (Peterhansel) esperándonos en la meta, aplaudiendo cuando aún nos quedaban 500 metros y levantándonos a hombros a Lucas y a mí. Solo nosotros tres sabemos lo que ha habido que poner encima de la mesa para poder ganar este rally que, hasta el último kilómetro, pudimos perder.

¿Usted cambiaría alguno de sus títulos por el primero de su hijo 'Carletes' en la Fórmula 1?

Cualquier padre lo haría, pero no será necesario: Carlos ganará el Mundial de Fórmula 1, por supuesto, de eso estoy más que convencido, segurísimo. Va a seguir sorprendiéndonos, ya verá. Por cierto, que lo sepa, me llamaba cien veces cada día (risas) y cada día clavaba el pronóstico, de verdad, muy auténtico.

Usted ha regado de elogios a su amigo Fernando Alonso

Porque se lo merece. Primero, no tenía ninguna necesidad de arriesgarse así. Segundo, ha tenido la valentía de hacerlo. Tercero, yo le anime mucho, sí, a que corriera el Dakar pero le dije que debía tomárselo en serio. Cuarto, se preparó mejor que nadie y muy en serio en Sudáfrica, Marruecos, Arabia, mucho, haciendo test, entrenamientos, conociendo al equipo, corriendo rallys para ponerse en forma y conocer el coche. Y, quinto, ha estado portentoso y, sí, lo veo ganando el Dakar, si quiere.

Solo le falta ser presidente del Real Madrid

Deje, deje, olvídese de eso. Esa historia (risas, carcajadas) ya pasó, creí que podía aportar algo, pero con el Real Madrid, a muerte, ellos saben que si quieren algo de mí, aquí estoy.