El Tenerife de Rubén Baraja, cada vez más competitivo y consolidado en su rigor táctico, fue capaz de sumar un punto en el derbi, sin encajar goles, pese a tener que jugar con un futbolista menos a partir del minuto 21 frente a una UD Las Palmas impotente en su constante y poco productivo intento de aprovechar esta gran ventaja.

Es curioso, pero los blanquiazules generaron más peligro durante una segunda parte en la que los locales, con Mel tirando de banquillo para romper el muro visitante, solo inquietaron a Dani con un disparo a media distancia de Benito (64'). De resto, pases y más pases que se perdían en medio de un ordenado y concentrado Tenerife, que obligaba a su oponente a enredarse y meterse en calles sin salida.

En ese vacío dominio grancanario, Dani Gómez, única referencia ofensiva blanquiazul tras la roja a Carlos Ruiz (Baraja optó por quitar a Joselu), protagonizó tres acciones que no estuvieron muy lejos de acabar en gol: un tiro cruzado a media altura justo después del descanso, y ya en el tramo de prolongación un par de contragolpes finalizados con un disparo suyo que salió fuera y otro con un flojo lanzamiento del debutante Lasure tras un pase del madrileño.

Pero la ocasión más clara del delantero llegó mucho antes, en el minuto 12, cuando recibió un centro desde la banda derecha, procedente de Luis Pérez, y no acertó a batir a Valles estando a un metro del portero. Dani ya había avisado en el inicio con una veloz incursión en el área que tuvo el único obstáculo del despeje de Aythami.

El equipo de Baraja no había empezado mal un derbi que no tardó en ceñirse al guion previsto. La posesión era de la Unión Deportiva, una posesión sin profundidad; y el recurso de la salida rápida tras la recuperación era para un Tenerife que, atento al mínimo error, aguardaba la oportunidad de sorprender por las bandas o con un pase largo a sus puntas, Dani y un Joselu que apenas pudo intervenir. Los amarillos mandaban, pero los blanquiazules asustaban.

Pero eso de que los derbis quedan condicionados por pequeños detalles sirve para analizar el de ayer. En cuestión de nueve minutos, el Tenerife pasó de tener el 0-1 en sus botas, en las de Gómez, a quedarse con un futbolista menos por la expulsión, con roja directa, de Carlos Ruiz. El granadino cometió el error de agarrar a Rubén Castro cuando el delantero grancanario se disponía a entrar en el área para encarar a Dani Hernández, después de un defectuoso despeje por alto de Alberto. López Toca no tuvo dudas y castigó al central, aunque la acción se revisó por un posible fuera de juego.

Baraja movió piezas enseguida. No le quedaba otra alternativa. Sacó del campo a Joselu y cubrió el hueco en la defensa con Sipcic. Se abría a duda de saber si el Tenerife iba a resistir más de 70 minutos sin encajar goles. El 0-0 parecía el mejor premio dada la situación.

A partir de ese momento crucial, el rumbo se mantuvo, pero de manera más acentuada. El Tenerife no alteró su funcionamiento defensivo, aunque pasó por unos minutos de desconcierto tras la expulsión, fase que tampoco aprovechó Las Palmas para golpear. El teguestero Pedri fue el único que se animó a conectar un lanzamiento antes del intermedio. El balón salió pegado al palo.

El cronómetro avanzó hasta el 45 sin fisuras en un Tenerife que, eso sí, completó el primer tiempo sin acercarse a la portería protegida por Álvaro Valles. Con todo esto, la meta del intermedio llegaba con el 0-0 como la mejor noticia.

En la reanudación, los tinerfeños demostraron que iban a tratar de seguir en esa línea, pero sin renunciar a nada. Un tempranero remate de Dani sirvió como aviso a una UD Las Palmas que no terminaba de hallar la fórmula de desbloquear el partido. Seguramente, más de un aficionado amarillo pensó que con Jonathan Viera habría sido diferente. Pero el talentoso mediapunta no estaba y la responsabilidad recayó en jugadores como Pedri o un Tana que se estrenó ayer en la presente temporada y que no jugaba con la Unión Deportiva desde el anterior derbi en el estadio de Gran Canaria (1-1).

Mel lo puso todo sobre el césped. Lo que tenía entre los suplentes. Trató de abrir el campo con Srnic y Fede Varela. Pero nada. El argentino aportó un par de lanzamientos desviados y poco más. Y luego añadió la variante del ariete alto, Pekhart, que no recibió ningún centro lateral en condiciones. La excelente respuesta defensiva del Tenerife minimizó a un rival demasiado previsible, horizontal.

Por si fuera poco, a los blanquiazules les quedaron fuerzas para crear un par de contragolpes y forzar un córner que les permitieron soñar con el triunfo. Al final, un meritorio empate y otra muestra de que al Tenerife le van los derbis.